Todo empezó pequeño y más al Norte. Todo empezó en el siglo anterior al siglo pasado. Suena antiguo, suena evocador de tiempos heroicos. También tiempos de orgullo por las tradiciones. Pero así, como contaré, comenzó el actual Ridgewood Country Club donde se disputa el Northern Trust, primero de los torneos eliminatorios de la FedEx Cup.

Al poblado Ho-Ho-Kus llegó un forastero inglés apellidado Rosenkranz. Desde luego era inglés pero su estirpe bien podría venir de Alemania, concretamente de Schleswig-Holstein, donde unos Rosenkranz hicieron historia que se extendió hasta los países nórdicos. El nombre significa "rosario". En el año 1325, Holger Rosenkranz viajó a Roma desde Dinamarca para recibir una corona de rosas del Papa, que luego incorporó a su escudo de armas.

Pero nuestro forastero, cinco siglos después, lejos de la aristocracia y con sus británicas costumbres convenció a sus vecinos para hacer un campo de dos hoyos. Sí sólo dos hoyos. El Club de Golf de Ho-Ho-Kus quedó inaugurado en 1892. Todo empezó pequeño y más al Norte.

Antes de llegar a ser el importante Club que es hoy, Ridgewood CC fue creciendo de dos a nueve hoyos y se desplazó de una sede a otra hasta su consolidada base actual en Paramus completando los 18 hoyos, a ocho millas de Ho-Ho-Kus en el Estado de Nueva Jersey, al Oeste del Hudson que hace la frontera con el Estado de Nueva York.

El imponente campo actual con altos árboles y un sinuoso recorrido es diseño de A.W. Tillinghast y la Casa Club del arquitecto Clifford C. Wendehack, que le dio por el gusto normando con torre circular y  cubierta de tejas incluida.
Estos días veremos allí a los héroes del golf del Circuito Americano, 125 de ellos, batirse para no ser eliminados y llegar a estar el domingo, al menos, entre los 100 mejores de la lista de la FedEx Cup.

No están lejos del perfil de Nueva York;  pero no pueden ver su skyline. Y está bien porque no toca darse a la contemplación. Sólo cabe darse a la concentración. Y eso lo sabían los dos únicos españoles que estaban sobre el campo: Rafa Cabrera Bello y Jon Rahm.

En verdad, las posiciones de partida de ellos en la tabla 56º y 13º respectivamente no hacen temer que no pasen a la siguiente ronda, incluso si no pasan el corte, que lo habrá al terminar el viernes la segunda jornada. Nadie en tan alto puesto pierde tanto en esta eliminatoria.

Pero mejor estar arriba. Mejor cebar la motivación y la confianza en que uno está ahí para ganar. Seguridad en que uno está ahí para ese birdie. Y luego otro… y otros hasta coleccionar una bandada que entone trinos de victoria.

Es sólo la primera jornada y nadie estuvo de escándalo. La estrechez de las calles. La maraña verde de las ramas de los cedros. Los greens más difíciles de leer que un código en sánscrito. Y lo que te juegas estando ahí la Ryder Cup para unos y pasar a la siguiente eliminatoria para otros.

A lo mejor a Jon Rahm le faltó un objetivo extra de ese tipo, porque su tarjeta acumulaba bogeys, hasta seis, en dieciséis hoyos. Hay días que no salen las cosas y hay que amarrarse al terreno, a la hierba, al golpe que se tiene delante y a las propias convicciones, que las hay también en golf. Rutina, Ritmo, Confianza: ese era hasta hace poco el triángulo de convicción y seguridad del vasco.

Rafa Cabrera Bello no cometió bogey en todo el recorrido; además hizo birdie en cuatro hoyos; el cuarto en el hoyo 17 . De ese modo era quinto en Casa Club, pero a un golpe de la cabeza de la tabla, estrecho espacio donde, a esa hora, se prensaban cuatro jugadores.

Era para el canario un lugar de privilegio, un comienzo que le prepara para poder abordar la meta de París. ¡Cuántos anhelos!