Jugaba el otro día al golf un torneo teniendo de compañero competidor a un ex del fútbol profesional. Gran persona, recién operado de una rodilla no terminó el recorrido. Pero en los hoyos que compartimos volví experimentar la extraña satisfacción de estar respirando un aire de calidad superior con una gran persona.
Confieso que esa sensación la he tenido conversando con pocas personas: con toreros, los hombres que miran a la muerte a los ojos; con algún líder empresarial, no necesariamente de gran corporación, que sabe que lo importante no es a la postre la estrategia, sino ejecutar lo decidido. No acobardarse ante la acción, pues el cobarde muere dos veces: cuando teme el peligro y cuando el peligro le secciona la vida.
Pues entre golpe y golpe este futbolista me confirmó que el profesional del deporte – golf, tenis, fútbol o el que sea – mientras se debate en la cancha no tiene la cabeza en el premio económico, sino que se mete en lo que está haciendo: “si no lo hace así perderá el partido además del dinero”.
Un golfista profesional no puede estar en el dólar y en el approach; en la plata y en la caída del putt. Acaso sí en el aplauso posterior al golpe, como un artista. Ya lo escribió Agatha Christie en Diez Negritos donde pone en boca de un personaje que “ningún artista, ahora me doy cuenta, puede estar satisfecho sólo con el arte. Hay un deseo natural de reconocimiento, que no de ganancia”.
Y en la tercera jornada del Tour Championship hay méritos para muchos. Empecemos por Rory McIlroy que con 66 golpes, mejor resultado compartido del sábado, se alzó a la tercera posición (– 4 en el día), con una trayectoria de cuatro birdies y ningún error. Sus posibilidades para hacerse con el trofeo de la regularidad pasan por quedar primero y que el actual número uno, Dustin Johnson quede segundo empatado o peor.
Pero podemos continuar el pliego de reconocimientos con el novato Emiliano Grillo. Sus merecimientos en este su primer año de competición en el PGA Tour nacieron hace casi un año cuando ganó el Frys.com Open. Después fue diploma olímpico, (8º puesto) en los juegos Olímpicos de Río de Janeiro, representando a Argentina.
El 28 de agosto quedó segundo en el primero de los Playoffs, The Barclays. En todo el año ha cosechado además nueve Top 25. En este último torneo eliminatorio en el que están los 30 mejores, el está en el tercio primero de esos mejores: al acabar el sábado era 10º en el torneo y 11º en la FedEx Cup.
No va a ganar ese trofeo de la regularidad, pues otros están inalcanzables, pero no se le puede negar el coraje a este profesional que pone acento argentino a una temporada brillante.
Solo le falta sonreír un poco más. Estamos en Atlanta, la patria del Coca-Cola, que apadrina el torneo y, por tanto, podría muy bien corresponder con aquel eslogan de la compañía de refresco: Emiliano, hijo: “Destapa la felicidad”.
Sin embargo, en justicia, el reconocimiento mayor está reservado para los que, tras la tercera jornada, comparten la primera plaza con un acumulado de -8: Dustin Johnson y Kevin Chappell.
Desde el primer momento del primer día parece como si se estuviesen marcando el uno al otro. En la primera ronda los dos hicieron 66 golpes. En la segunda, Dustin hizo 67 golpes y Kevin 68. Por tanto, el de Columbia ganaba por un golpe al de Fresno.
En la jornada del sábado, Dustin Johnson parecía menos centrado: en los primeros nueve hoyos hizo tres birdies y un bogey; su oponente en el partido, Kevin Chappell, hacía todo pares.
Pero en los segundo nueve hoyos, Dustin Johnson hacía dos bogeys que compensaba con otros dos birdies. Y, de pronto, cuando sacaba dos golpes de diferencia, se le cruzó el hoyo 16 con un infortunado doble bogey mientras que Kevin hacía birdie en el mismo hoyo y se ponía de líder en solitario a la salida del hoyo 17. La enorme potencia de Dustin y su habilidad desde el bunker de green logró empujarle a empatar en el último hoyo con un extraordinario birdie.
A ambos les quedan 18 hoyos para terminar con tensión de once meses. 18 hoyos terminales para desenchufarse de la competición, al menos hasta dentro de unos días. 18 hoyos para firmar la paz con su físico y con su ánimo. Es también de Agatha Christie y también de Diez Negritos la afirmación de que “eso es la paz, la paz verdadera. Llegar al final, no tener que seguir… Sí, la paz”.
Y mientras llega nos queda la última batalla: el domingo, ronda final.