El recorrido de la Ryder Cup 2016 es el de Hazeltine National Golf Club. (paréntesis: se escribe Hazeltine pero no se lee “halcetines” como mi primo Gonzalo). Y el recorrido como han recordado los comentaristas de televisión se prepara por el Equipo anfitrión. En este caso por Davis Love III, capitán del Equipo USA.
Y cuando a la 07:35 horas locales se iniciaba el campeonato, parecía claro que el asunto estaba oscuro. Oscuro para los intereses europeos, claro está.
El campo se construyó en un pueblo llamado Chaska (paréntesis: se escribe Chaska y se dice “chasca”, pero no tiene el significado peyorativo con que mi tía lo emplea para calificar a gente de bajo nivel: “la chasca esa…”). Y ese pueblo, Chaska, está al norte de los Estados Unidos.
Pero al Norte de verdad; está ubicado en el Estado de Minnesota, que es frontera con Canadá. Hombre, no voy a decir que con un drive la bola puede llegar a Ontario, pero que los osos polares deben bajar en invierno es casi seguro.
Pues a lo que iba, Davis Love III consiguió de salida una mañana fría, una niebla más que antipática y un lúgubre escenario para la primera mañana. Pedazo de recepción para los europeos. Abrigados, encogidos, enteleridos y acongojados iban pasando por salida (“On the Tee, from Europe…) para recibir, además, la bronca del público norteamericano.
Y, claro: de cuatro partidos jugados por la mañana, cuatro derrotas para los chicos de Darren Clarke.
El mal ambiente era más que notorio: era insultante. No sólo los gritos de U.S.A (que sonaba atronador en algunas salidas de hoyo “yu-es-ei, yu-es-ei”) sino las algaradas y gritos de algún aborigen cuando iba a golpear cualquier jugador europeo, o los gritos de satisfacción cuando fallaba.
¿Es toda la culpa de los fogosos suporters yanquis? Sostengo que ellos tienen la menor proporción de culpa. Son las sucesivas organizaciones de las ediciones precedentes las que tienen una responsabilidad mayor. Como esto siga así puede acabar como el tenis donde desde hace años, y contra todo código de honor, se aplaude el fracaso del adversario.
O como esos otros deportes que llegan a tal grado de violencia que han tenido que hacerse leyes y órganos especiales (En España la “Comisión contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte”).
El hoyo 9 se parecía más a la calle Ferraz en un 1 de octubre cualquiera, que a un lugar para el despliegue del talento en la más noble competición que existe. Al tiempo, pero esto se les va de las manos. “Pura Chasca”, que diría mi tía Alicia. Pero si la mecha estaba lista, la chispa en esta ocasión podrían haber sido las declaraciones previas y por escrito del hermano de Danny Willett contra los espectadores norteamericanos. Luego no hubo ni incendio ni explosión.
Sin embargo son del todo rechazables esas palabras de Peter Willett donde afirmaba que “los jugadores europeos tienen que callar a esos irritantes gordos, cebados de galletas y cerveza que sólo dejan de comer perritos para gritar ‘Baba booey’ hasta que sus grasientas caras se vuelven rojas”. Fin de la cita y del tema.
Si en la mañana se perdieron todos los hoyos, la reacción en los fourballs tuvo una espectacular dimensión.
Aunque se perdía el partido de Kaymer y Willett, los otros tres, con momentos no exentos de emoción, enseguida se pusieron de cara a los europeos. Henrik Stenson y Justin Rose devolvieron a Patrick Reed y Jordan Spieth el vapuleo de la mañana: ganaron por mayor diferencia, 5&4.
Por su parte Rory McIlroy iba con Thomas Pieters. El belga estuvo muy bien y metió putts decisivos: por ejemplo el embocado en el hoyo 13, para recuperar un 4 arriba contra Dustin Johnson y Matt Kuchar. El juego de Pieters ayudó a un Rory que, sin ser el del Tour Championship del fin de semana pasado, hizo un papel estupendo. Terminaron en el hoyo 16 con un gran golpe a green del norirlandés seguido de un putt con el cerró una victoria 3&2.
Pero quienes estuvieron en su papel desde el hoyo 1 al hoyo 16 en que terminó también su partido fueron Sergio García y Rafa Cabrera Bello que se enfrentaban a J.B. Holmes y Ryan Moore.
Vencieron los españoles con una paciencia bien gobernada. Técnicamente me parecieron irreprochables: cogían calles, más que sus oponentes; sus golpes de approach quedaban cerca de bandera, más que los de sus adversarios; metían los putts necesarios más que sus compañeros competidores.
La suma fue grande. Y el debut de Rafa “Nunca-Me-Rindo” Cabrera Bello un sueño de una tarde de otoño en un campo de golf de Minnesota, al Norte. Mas nunca es demasiado sueño, ni demasiado otoño, ni demasiado al Norte para un canario con ADN de vencedor.
Con el resultado de la tarde el marcador es 5 a 3 a favor de Estados Unidos.