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Mi prima Margarita, también anda buscando la tarjeta, pero ella la Visa Signature, esa que le da crédito sin límite en todos los comercios del mundo y con la que un concierge le hace las compras. También la emplea para entrar como VIP en Augusta National. Y ahí la vemos revolviendo muebles, cojines y alfombras.
Y es que tener crédito lo es todo: cuando no tienes dinero, porque el crédito es su más apreciable sustituto y cuando tienes abundante, como es el caso de mi prima Margarita, porque parece que tienes más. Pecuniam non parit pecuniam, pero fiducia parit fiduciam.
Dicho de otro modo la mejor manera de obtener un préstamo es presentar abundantes avales y garantías que demuestren sin mayor esfuerzo que el préstamo no se necesita para nada.
En el golf es lo mismo pero por vía meritocrática, esa que no les gusta a mis amigos progresistas del igualitarismo fullcredit. Para jugar en el Circuito Americano de Golf tienes que demostrar con tarjetas –de juego, no de crédito– que tus resultados están entre los mejores del mundo. Es decir que estás por lo alto en la lista de ganancias. Vamos, eso que se llama la Orden del Mérito, que aquí no es un bien moral sino contable en dólares, ganados con el sudor de la frente, el talento de la mente y el swing de los hierros.
Para estar en la lista de unos 200 que pueden jugar en el PGA Tour de manera ordinaria, dejados aparte los 100 profesionales que tienen ese derecho por haberlo ganado en triunfos en grandes, un profesional tiene que estar entre los 125 con mayores ganancias en la temporada precedente. Y eso se hace o bien ganando un buen torneo o acumulando puestos en Top5 en varios.
Desde luego el sistema puede ser duro, pero es objetivo y da una igualdad de oportunidades, que sólo se convertirá en efectiva selección por el mejor juego real. Como el golf se juega al aire libre, no hay enchufes. Los aficionados tienen a su vez la garantía de que por el precio de la entrada verán sobre la bermuda deportistas que tienen acreditada una mejor forma y un mejor estado de juego que los que no juegan.
Lo mismo podría decirse de las televisiones que pagan derechos de emisión. Otra cosa es lo que luego resulte en el partido concreto, que hasta el mejor maestro echa un borrón.
Y en esa carrera por obtener la tarjeta están Álvaro Quirós y Rafael Cabrera-Bello en el Trump International Golf Club (Río Grande, Puerto Rico). El viento a favor viene de que las grandes figuras que podrían hacerles sombra estarán esos mismos días jugando el World Golf Championship Cadillac en el Doral Golf Resort – Blue Monster. Y la motivación económica no es desdeñable: 650.000 dólares para el ganador, que lo catapulta para el Tour.
El viento en contra lo pondrán el resto de competidores con los que se encontrarán ambos españoles. En la lista de inscritos se leen nombre temibles como Marciel Siem, Ryo Ishikawa, Nicolas Colsaert y el argentino estrella del momento, Emilio Grillo.
A este lado del Atlántico, en Kenia, comienza una carrera más larga y muy sufrida, el Challenge Tour, que a lo largo de 27 torneos visitando 21 países facilita una reducida cantidad de tarjetas para el Circuito Europeo de 2015. Por parte de España, empiezan esta gesta Jordi García Pinto, Álvaro Velasco, Agustín Domingo, Pedro Oriol, Carlos Aguilar, Jordi García del Moral y Jesús Legarrea. No es el golf para cobardes ni para gente ya cansada en la salida, sino para caminantes de una senda contra la gravedad y el destino.
.- Pero primo ¿es que vas a quedarte ahí escribiendo tonterías sin ayudarme a buscar la Visa Signature? – me interrumpe la más bella de las primas.
De mi estirpe no puede decirse un solo nombre de caballero que no haya salido en socorro de almas femeninas en apuros y, aunque calificar de dama apurada a las más rica de mis primas y su Visa Signature es estirar mucho el adjetivo, levanto la vista con noble gallardía y le sugiero.
.- ¿Has mirado en el bolso?
Mi prima pega un taconazo enérgico y con la barbilla alzada y a punto de disparársele me suelta casi gritando:
.- ¡Zopenco de primo: es el primer sitio donde miré!
.- Mmmm – respondo yo con actitud de profunda reflexión y mirada de inteligente concentración.
.- Deja de decir todo el rato “mmmm”, levanta tu aristocrático trasero del escritorio y ayúdame a buscarla, inútil.
.- Tus deseos son órdenes, querida prima – respondo a su amable invitación.
Me levanto. Voy al sofá. Cojo su bolso Loewe Doble Pouch en color mandarina ácida de piel de ternera y abriendo la cremallera exterior, entre los dedos índice y corazón extraigo su preciada tarjeta Visa Signature.
.- ¡Oh!, primo eres un mago, eres un Copperfield, eres lo mejor: perdona mis improperios, pero te juro que había mirado.
.- ¡Bah!: no es nada – le contesto digno y displicente, ocultándole que había visto cómo se equivocaba de bolsillo al guardar la tarjeta mientras despedía a la enervante tía Alicia – No es nada, dear cousin, pero te toca pagar unos whiskies en el Club.
Y para allá vamos para brindar por las tarjetas que cuestan: las de golf.