Se abría el portón de toriles para el duelo en el I Torneo de Golf Toreros contra Ganaderos.

Por mi parte, he tenido un desencuentro con mi prima Margarita en el curso del cóctel que se le celebró en “El Chozo” del Real Club Pineda para la entrega de premios. Es seguro que mis fieles lectores comprenden mi reacción cuando le he dicho que iba a titular mi post “¡Hemos ganado los toreros!”.

– ¡Anda ya!, primo querido, si tú no has visto un toro más que en un cartel de la Feria….Esta dura expresión puede parecer un simple desahogo de familiar confianza. Pero no: es una afrenta. Incluso lo de “primo querido” no puede suavizar la gravedad lesiva de la expresión jocosa y despectiva “¡anda ya!” con que mi pariente despachó mi valía como torero.ç

No tuve más remedio que adoptar una postura firme y decidida para cortar de raíz, en medio de tan selecto y taurino público que nos acompañaba, cualquier sombra de duda hacia mi capacidad para enfrentarme a un astado.

– Prima querida -dije diplomático pero severo-: estás invitada a ojear mis álbumes de fotos familiares (excluido el volumen que contiene mi foto de niño en la bañera con un patito amarillo de goma) y verás la instantánea en que me enfrento con el capote a un morlaco en un cortijo de Huelva.

– ¡Ay chico! No lo sabía – concedió –. Lo veré en tu casa, pero que vengan estos toreros y ganaderos y nos sirves de este fabuloso champán. Jajajaja.

– Así se hará, prima – concluí.

Los de mi estirpe no somos rencorosos y acepté invitar, a mi costa y en mi sala estar, al champán Gobillard con el que la organización nos agasajaba en esos momentos. Desde luego era un caldo de primer nivel y, como me informé gracias a Roberto Lorente, importador allí presente, el viñedo está situado en una finca junto a la abadía de Dom Pérignon, con un ajustado reparto entre uvas Chardonnay, Pinot Noir y Pinot Meunier.

Todo esto ocurrió por la tarde, pues durante la mañana se disputó el I Torneo de Golf Torero vs Ganaderos. Los partidos se organizaron por parejas. A cada torero le acompañaba un amateur y a cada ganadero otro. A los del equipo de Toreros nos obsequiaron con un polo color capote de torear y al de los Ganaderos con uno azul.

Entre los toreros teníamos fichajes de valor reconocido como Manuel Escribano –su hermano Curro iba en mi partido- , Cesar Girón, Manuel Caballero, Eduardo Dávila Miura y Pepín Liria. Entre los ganaderos personajes de los principales hierros, como Iván Bohórquez, Carlos Núñez, Fernando Sampedro o Jerónimo Astolfi.

La perfecta organización de Dropate Event, con Gimena Velao como coordinadora visible, puso todo lo necesario para que se cumpliera el objetivo que se proponía, que, según me parece, era doble. Uno, el recaudar fondos para el comedor social San Juan de Acre, sostenido por la Orden de Malta. Algunos de los agraciados con premios del sorteo lo subastaron entre los asistentes, con lo que pudo aumentar la cantidad recaudada.

El otro fin es unir en el deporte del golf a los dos sectores clave de la fiesta nacional: quienes crían los toros y quienes los lidian en la arena.

Para ambas dedicaciones han sido años difíciles, como pude saber chalando con unos y otros. Víctor Barrio, ese gran torero segoviano, pudo darme algunos detalles con la sonrisa de quien ni en las duras ha perdido la gallardía ganada en la maduras.

Esta primera edición del Toreros vs Ganaderos nos ha parecido el paseíllo que puede dar inicio a una Ryder Cup de la Lidia, donde los equipos luchen deportivamente con bravura en un combate muy positivo: la imagen de la Fiesta. Marcelo Cabrera, de Andalucía Golf con el que compartí partido, él en el equipo de los ganaderos, coincidía conmigo en algo, por otra parte evidente: la comunicación de los toros, con su bagaje de arte, historia, belleza, color, armonía y valores humanos necesita llegar a más gente y con particular intensidad. Sobre todo a los jóvenes, a quienes se le quiere sustituir el conocimiento taurino por eslóganes contrarios y desfiguradores de la fiesta.

Y es que los toros son como el golf: hay que jugársela. Así lo planteaba el torero malagueño, Fernando Cámara al decirnos en un corrillo que todos podemos torear. Cuando alguien le objeto que hace falta un plus ya que los toros matan, añadió con cadenciosa voz que la muerte está en cualquier trabajo…cuando se entrega al vida. Parecía querer alumbrar a que la realidad que a cada quien le toca lidiar tiene, en síntesis, dos alternativas: o la chapuza o jugársela para hacerla con temple y rematarla sin descomponer la figura, sin arrugarse, o sin dejar que la vida te arrugue.

Luego en casa, pensé en tantos que con este evento no se han arrugado, sino que han dado un paso al frente: desde Fernando Parias Merry y con él otros responsables de esa obra de generosidad que es el comedor social de la Orden de Malta, hasta los infatigables de Dropate Events, pasando por los ganaderos y figuras que han cambiado su agenda para esta iniciativa y terminando por los patrocinadores y su amable altruismo. Su entrega, dinero o especie, prende estas pequeñas grandes hazañas que no tienen asegurado un retorno contable inmediato.
¡Va por ustedes!