Los meses de verano en Galicia son una constante invitación festera. Los pescados y mariscos de sus costas tienen cada uno sus celebraciones en las que se cantan las excelencias de esos productos. Pocos conocen sin embargo la "Festa da cebola", que reúne en Sanxenxo a los que cultivan esa liliácea que en esas tierras tiene un morfología y sabor diferente. Allí estuvimos celebrando esta singular y festiva costumbre.

La taberna Villalustre no es un restaurante al uso. Tampoco es lo que por estas tierras se denomina un loureiro o furancho. Estas denominaciones se quedan para bodegas familiares, no industriales, que venden directamente excedentes de vino sin ser especialmente bares y con una normativa legal particular.

Aquí estamos en Padriñán, en las afueras de Sanxenxo en pleno frescor de la huerta. La bodega es familiar. Está junto al viñedo, donde crece la uva de la variedad albariño. Se completa con una amplia propiedad donde ahora, por ser su estación, crecen los estupendos y carnosos tomates, los pimientos, las apreciadas patatas, las sandias y las celebradas cebollas.

Allí, respirando naturaleza y en un cobertizo bien diseñado, con paredes de piedra de granito y ventanales de cristal, se ha instalado una parilla de grandes proporciones y trazado singular, con un dispositivo que permite acercar y alejar las viandas para darles el fuego de carbón de encina que merecen en cada momento. Es un negocio familiar que llevan dos hermanos Javier y Mari Carmen. El uno, en la parrilla; la otra en las cocinas del chalecito aledaño. Los troncos de pino arman la estructura interna del comedor donde reptan por las paredes las petunias que rivalizan con las hermosas hortensias que marcan la linde con la huerta.

Para abrir boca nada mejor que unos choricitos criollos recién hechos a la parrilla y como acompañamiento una hermosa ensalada, fragante con una lechuga de escasas pero jugosas hojas, un tomate entre rosada y rojo, carnoso que sabe de verdad a tomate y la cebolla partida en gajos con ese sabor de toque dulzón que caracteriza a esta variedad hoy celebrada. Tiene forma de disco ,pues es aplastada y con un sabor característico .Parece que la huerta se contagia con el plato. La placidez del lugar se apodera del comensal que puede degustar esta sencilla y prosaica combinación vegetal con una calidad de materia prima infrecuente.

No puede faltar el pulpo "a feira" con su pimentón, buen aceite y sal gorda, ni los pimientos de Padrón, que son de Herbón. Tampoco las croquetas de bonito, jamón o de grelos, éstas últimas una novedad para el foráneo; hechas con mino, tiempo para batir bien con la varilla que es con lo que hay que preparar la besamel.

Javier pasó parte de su vida en el País Vasco, de ahí su pasión por la parrilla pero también por Asturias y junto a los platos de la tierra, como la buena y jugosa tortilla de patata, prepara su hermana una buena fabada, que, en los días morriñosos en los que la lluvia o el orvallo se adueñan del lugar, entra de maravilla. Bien hecha y mejor acompañada del compango ilustrado es un plato contundente.

Lo mejor está en la parrilla. Un carne seleccionada de ternera gallega de calidad y en carnes rojas: una vaca vieja, que es lo que se conoce por buey hoy. Javier le ha cogido el tranquillo y sabe darle el punto que el cliente quiere. Su buen hacer y su proverbial simpatía consiguen que siempre la carne, que es de gran calidad, quede jugosa y a gusto del consumidor. Por estas latitudes hay furor por el churrasco. El costillar bien de ternera o de cerdo. Carne jugosa que junta la vertebras y por tanto es mas gelatinosa y menos seca. Se acompaña con la típica salsa chimichurri.

Otra cosa es el chuletón de vaca vieja. Un extraordinario corte que consigue con maestría Javier dar el punto sugerido por el cliente. Las carnes se acompañan de raciones muy generosas de patatas fritas, muy bien fritas, por cierto, también de la cercana huerta.

No podemos dejar a un lado el lomo de atún rojo que sella en la parilla consiguiendo dejar encerrados los jugos de este magnífico pescado. La mano de este hombre para la parrilla es magistral .Quedan en carta la ventresca de bonito, el bacalao que su hermana prepara a la vizcaína o la merluza que recibe tres tratamientos culinarios diferentes: sidra, gallega o plancha.
Como remate además de la dulcería casera: flan de café, tarta de chocolate o piña, está el típico queso de tetilla acompañado con el dulce de membrillo.

La carta de vinos cumple y bien. Parte de la cosecha de uva proveniente de la finca se vende a la bodega Eidos, que elabora dos albariño de notable calidad: Eidos y Contraparede. Este último fue el que nos acompañado durante el almuerzo. Es un vino de guarda, ya que aguanta, como los buenos albariños, el tiempo. De color amarillo intenso, refrescante en boca con aromas a hierba fresca y frutas y un paladar suave con una buena acidez marcada, que demuestra la bondad de su mosto bien elaborado.

Que nadie pida florituras en esta casa ni manteles especiales, Pero la cubertería es digna, los cuchillos de sierra cortan bien la carne, las copas de vino son respetable y el servicio está formado por jóvenes que suplen algunas carencias con su buen trato y disposición amable. Y además está la brisa cercana del mar y un escenario de huerta !Qué más se pide al final del verano!

Taberna Villalustre
Rúa do Vento, s/n
36960 Padriñán, Galicia
Teléfono 986 69 17 71