Tzipi Livni, ministra de Justicia -y con el rol de responsable en las conversaciones de paz con la Autoridad Nacional Palestina (ANP)-, mantuvo hasta el final su posición de rechazo a una invasión terrestre de la Franja de Gaza. El ala radical en el gobierno de Benjamín Netanyahu la precipitó. de perdedora a posible ganadora en los cálculos geopolíticos en la región.

Tzipi Livni destaca ahora la oportunidad que se abre en El Cairo se asentar la calma en el territorio de la Franja de Gaza, recuperar la imagen internacional de Israel -muy dañada por esta guerra cruel de destrucción sin límites- y, lo que es más importante, abrir pasillos de paz (bases de diálogo y acercamiento de posiciones para una negociación de paz duradera).

Tzipi Livni, que ha sido ministra de Exteriores y líder de la oposición, considera que las conversaciones de El Cairo no son negociaciones de cuestiones puntuales y pequeños logros. Está convencida de que hay intereses en juego para toda la región. Desde el punto de vista de Israel, lógicamente, pero también desde los enfoques de la comunidad internacional, llego el momento de plantear la desmilitarización total de la Franja de Gaza para que esta guerra cierre un ciclo y no abra otra espiral infernal de golpe y contragolpe con nuevos cohetes y túneles para secuestros y atentados sorpresa de comandos radicales.

Tzipi Livni tiene la percepción además de que se debe subrayar que estas conversaciones son con la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que lidera Mahmud Abas y no con Hamás -ni sus milicias armadas- ni tampoco con la Yihad Islámica. Insiste en que el nudo gordiano de estas conversaciones no es por tanto atender a las exigencias de Hamás sino a los intereses de la población de la Franja de Gaza.

El plan de Tzipi Livni es audaz y contundente, pero también sencillo: firma de cese final de combates y acciones armadas (todo tipo de hostilidades), envío de manera inmediata y masiva de asistencia humanitaria para la reconstrucción de la Franja de Gaza y reconocimiento a la ANP como el único poder. Esto significaría que todas las facciones palestinas en la Franja de Gaza tendrían que aceptar el liderazgo único de Mahmud Abas. Tzipi Livni mejor que nadie ha comprendido el error de haber negociado en el pasado con Hamás. Y de la equivocación aún mayor de que irrumpiera en la escena política en 2006 sin ningún tipo de condiciones. Se le abrió la democracia a una organización terrorista. Avanzar ahora sobre un enorme error es complejo.

Las conversaciones de El Cairo se celebran en un nuevo marco geopolítico. Por primar vez la Franja de Gaza tiene una frontera con Egipto que está militarizada. Al Sisi, tras enfrentarse a la cofradía de los Hermanos Musulmanes, no cede en el Sinaí a grupos yihadistas y mantiene el control fronterizo para evitar la entrada de armas. Aunque no puede surgir un acuerdo revolucionario en El Cairo -sería una enorme sorpresa-, Tzipi Livni sí ha recordado los principios rectors del Cuarteto (Naciones Unidas, Rusia, Estados Unidos y Unión Europea): Una Palestina que respete lo pactado, que abandone la violencia y el terrorismo como palancas políticas, y que reconozca el Estado de Israel.

Todo está por lo tanto abierto en El Cairo con la posibilidad de lograr un alto el fuego permanente, el objetivo del representante de Al Fatah, Azam al Ahmad, quen tiene que convencer a su vez a las delegaciones de Hamás y Yihad Islámica. La gravedad de la situación en Siria, el Líbano e Irak con la guerrilla suní radical de Estado Islámico, y su ferocidad contra herejes e infieles -asunto que destacó Hechos de Hoy-, pesa también en esta negociación. Hay hastío al yihadismo radical sin ninguna hoja de ruta, sólo la de la destrucción y el odio.