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A PARTIR DE 2018

El lento adiós a los billetes de 500 euros y dudas sobre su efectividad

Son muchos los que nunca han tenido uno en sus manos y eso que hay en circulación 600 millones de ellos. Las posibilidades para poder ver o tener uno, van a ser muchos menores.

Hechosdehoy / Antonio Gallardo
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El Banco Central Europeo (BCE) adoptó la decisión de dejar de imprimir nuevos billetes de 500 euros el pasado 4 de mayo y con ello, aceptó la recomendación de los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (Ecofin) pero con un punto más cerebral y equilibrado. Los ministros de Economía de la UE, en el mes de febrero, analizaron el origen de las fuentes de financiación del terrorismo y otras actividades ilícitas, y señalaron la importancia de los billetes más grandes de euro en este tipo de actividades. Con ello solicitaron que el BCE estudiara “con cautela”, la posibilidad de retirada, por su papel de realizar grandes pagos sin dejar rastro en el sistema financiero, algo que ha finalizado en la decisión tomada hace escasos días.
 
Qué supone para el ciudadano
 
El BCE ha optado por una medida, lenta y para nada drástica. En primer lugar por las fechas, su desaparición no será, inmediata. La institución que preside Mario Draghi ha anunciado que estos billetes dejarán de emitirse a finales de 2018. ¿Por qué esperar más de dos años? La razón está en coste y seguridad.

El BCE ha empezado a reemplazar sus billetes por modelos mucho más seguros. En concreto este cambio ya se ha producido en los billetes de 5 euros, 10 euros y en los últimos meses, en el de 20 euros. El siguiente, para el 2017, será en uno de los más importantes por su uso extendido, el de 50 euros pero no será hasta finales de 2018, cuando toque hacerlo con los de 100 y 200 euros, los que sustituirán principalmente al de 500 euros.

Si se decretara ya la desaparición de el de 500 euros se haría con unos modelos obsoletos con un horizonte de circulación de poco más de un par de años. Si tenemos en cuenta que imprimir cada billete cuesta entre 8 y 9 de céntimos, sería directamente tirar el dinero.

 
Pero llegado el momento, tampoco será un cambio traumático para el poseedor de los billetes de 500 euros ya que seguirán siendo de curso legal. Con ello su utilización está garantizada sin fecha de finalización, se podrá seguir usando como medio de pago o de ahorro y canjeados siempre en los bancos centrales (en nuestro caso en las oficinas del Banco de España), sin ningún problema. Lo que se hará es como ahora con los billetes antiguos de 5, 10 o 20 euros. Los bancos los mandan al BCE y los retiran de circulación. La diferencia es que si estos se sustituyen por otros más modernos pero del mismo valor, con los de 500 euros no será así.
 
Un coste importante, una medida incompleta
 
El billete de 500 euros por su alta remuneración sorprendió mucho en su concepción de origen. En países como España, donde la denominación más alta era de 10.000 pesetas (60 euros al cambio), billetes 100, 200 y 500 euros supusieron un cambio radical que, por la tradición de usar y acaparar mucho dinero en efectivo fue acogido rápidamente. Pero su alto valor no sólo lo fue con respecto a monedas locales, lo fue también a nivel global. La moneda más usada, el dólar, tiene como denominación más alta al billete de 100 dólares, lo que hace que sea más discutible esta elección y más argumentos a favor en su fin.  
 
La retirada de los mismos no genera mucho gasto, ya que el poseedor del billete lo seguirá usando igual, no tiene que ir a ningún lugar obligatoriamente para hacer el canje. El coste estará a la hora de producir los nuevos billetes, la mayoría de 100 y 200 euros, que como se ha mencionado estará entre 8 y 9 céntimos por unidad. Esto elevaría la factura en unos 500 millones de euros.
 
Asumido el mismo ¿Se disminuirán las transacciones con fines ilícitos? Seguramente el impacto de la medida será limitado, más propagandístico que real, siempre que no le acompañan otras medidas. Se sustituirán los billetes de 500 por billetes de 200 y 100 en muchas transacciones en efectivo sin que esto suponga un problema mucho más importante que intercambiar más billetes.

El problema está más en los límites de control en efectivo. Por ejemplo, en España el límite de pagos en efectivo está en 2.500 euros y sí se busca un mayor control de las mismas, se tendría que considerar una reducción de los mismos. Esto, desde luego chocará con los que defienden la libertad de hacer pagos con efectivo o acaparar libremente billetes en su casa.

El crecimiento y fomento de nuevos medios de pagos electrónicos, además de sencillez y comodidad se encamina justamente en esto, en disminuir este tipo de transacciones por otras más controlables. Pero por mucho que disminuya el flujo en efectivo, su sustitución total parece más que lejana.

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