Ojalá muchas naciones quieran disfrutar de la posición holgada que tiene la economía de un país como Dinamarca. Siempre se ha dicho de los países del norte de Europa que su nivel de desarrollo es tan elevado que sus ciudadanos paradójicamente se sienten en muchos casos "aburridos" porque todas sus necesidades de empleos bien remunerados, educación de calidad, servicios de salud, seguridad ciudadana, vivienda, electricidad, comunicaciones, transporte, cuidado del medio ambiente, excelente sistema previsional, están asegurados.
Los países de ese lado del mundo, se puede decir usando un adagio muy popular tienen “su comida aparte”. Muchos dominicanos conocemos a Dinamarca por sus productos lácteos y otros alimentos procesados. En varias oportunidades ha sido catalogado como “el país más feliz del mundo” por su elevado nivel de progreso en términos de desarrollo humano.
Con una población de 5,7 millones de habitantes, este país tiene un Producto Interno Bruto (PIB) nominal de un poco más de 347.000 millones de dólares. El ingreso per cápita es estimado en 62.000 millones de dólares. En materia de competitividad, está clasificado en la posición número 13 del ranking mundial.
A pesar de tener un sector agrícola bastante desarrollado, el subsector sólo cuenta con un 2% del Producto Interno Bruto, mientras que el sector manufacturero contabiliza un 25% sobre el PIB.
Dinamarca es de las naciones con mejores índices de libertad económica global. Dentro del contexto geopolítico es un portaestandarte de negociaciones de paz, resolución de conflictos y preservación del medio ambiente. Su Gobierno es una monarquía constitucional, es decir, una democracia parlamentaria.
Un reciente reportaje que publicó el rotativo The Wall Street Journal, se hace eco del bajo nivel de desempleo de los danese situado en un 4,3%, lo que es lo mismo que estar en “pleno empleo.”
Pero pese a ser una nación privilegiada donde sus ciudadanos cuentan con todo lo necesario para disfrutar de un alto nivel de vida desde que nacen hasta que mueren, el país enfrenta paradójicamente una situación incómoda de tener que zarandear por doquier trabajadores calificados para su pujante economía.
Dinamarca requiere para que su aparato productivo siga creciendo, emplear más trabajadores con buenas calificaciones. Puestos de trabajo en los campos de la tecnología de información, computación, ingenieros mecatrónicos, al igual que especialistas en carpintería, electricidad y otras profesiones técnico-vocacionales, son muy demandadas por las empresas, pero que –sin embargo- enfrentan limitaciones de reclutamiento y contratación.
Una gran paradoja para países como República Dominicana y otros países en el entorno subcontinental, donde existe mucha mano de obra calificada, pero sin oportunidades, teniendo que emigrar a otros países. Dinamarca es entonces, un ejemplo de progreso con libertad económica.