Para ganar al golf hacen falta tres “erres”. Sin ellas no hay victoria. Ya la suerte no es un factor decisivo en golf: no olvidemos que un recorrido de golf tiene 18 Hoyos y se tarda más de cuatro horas en completar una vuelta.
No olvidemos tampoco que un torneo profesional de golf da ordinariamente cuatro vueltas al campo: 72 hoyos. Por eso hay que olvidarse de la “ese” de Suerte: el azar no es compañía cierta durante 16 horas de cambiante actividad. No, sólo nos queda mantener vivas las tres “erres”: Resolución, Resistencia y Resiliencia.
Este domingo en el Aloha Golf Club de Marbella, con ocasión del Andalucía Costal del Sol Open de España Femenino 2016, hemos visto las consecuencia negativas de su abandono y los efectos positivos de su despliegue consistente.
Entre las derrotadas del Open de España no hay gente rara. Son como nosotros. Algunas de ellas, como nos ocurre a nosotros muchas veces, no estaban resueltas a ganar. Los motivos pueden ser variados, pero todos ellos acaban cristalizando en la ruptura de la confianza en uno mismo.
Es, repito, algo común; a la hora de una entrevista profesional; a la hora de pedir cita a una chica para salir; en el momento de cerrar un negocio o un partido de tenis, el oído interior escucha la antipática voz del demonio de las Navidades Pasadas, el demonio de las Entrevistas Pasadas, el demonio de las Calabazas Pasadas o el diablo del Negocio Perdido en Ocasiones Pasadas.
Pocas cosas tienen mayor intimidad con el fracaso que no ser resuelto. La resolución de las cosas bien pensadas y ensayadas es efectiva; planificar y no hacer no lo es.
A otras profesionales que no llegaron al Top 10 les faltó Resistencia. A lo mejor se equivocaron en los primeros hoyos; o quizás tras un buen arranque se distrajeron y llegaron bogeys y doble bogeys que no supieron, o no quisieron atender. Son muchos minutos, muy parecidos y el cansancio acaba por rendir. Y, ya se sabe, el que se rinde nunca es el que gana. Gana el que resiste.
Finalmente, entre las que ocupaban los últimos hoyos había afectadas por ese mal que impide volver a ser uno mismo tras un incidente que contraría. Si uno abolla levemente una botella de plástico de Coca-Cola, puede hacer que vuelva a su perímetro original permitiendo que el aire empuje de dentro afuera el caparazón.
Del mismo modo, hay sociedades que recuperan su estado original después de haber sufrido una grave calamidad o desastre. Pienso ahora en la comunidad de negocios – empresarios, empleados, Administración – de Nueva York tras los atentados del 11S. Se unieron para decir al mundo aquí estamos, pero sobre todo para insuflar en sí mismo el vitalizante aire de la recuperación. Eso fue resiliencia.
Así, también hay personas individuales con ideas claras y ánimo entrenado que hacen limonada del limón, que se levantan sonrientes tras un fracaso, que soplan en su corazón el aire del deber, del poder y del querer para hacer lo que hay que hacer. La Resiliencia –rehacerse en la integridad de uno mismo tras un fracaso – es un exacta fuente de Felicidad.
Y este domingo pudimos ver en Aloha el ejemplo viviente, los efectos positivos de alinear en una misma actividad Resolución, Resistencia y Resiliencia. Quien nos los mostró fue Azahara Muñoz(-10).
En los días previos, en su blog de Ten Golf hablaba del Open de España que, para ella se jugaba “en casa. Pero encasa, casa. En el peor de los casos Aloha está a unos quince minutos de donde viven mis padres en San Pedro de Alcántara” y que por ello era “un arma de doble filo”.
Claro, venía de estar jugando mal y ahora le tocaba intentar ganar el Open de España con la responsabilidad añadida de hacerlo muy cerca de los que son más suyos: familia, amigos, compañeras de tantos años.
La última ronda salía a un golpe detrás de la líder Beth Allen (1986, California). Esa mínima distancia llegó en el hoyo 7 a la frontera de la tensión que son los tres golpes de diferencia: si dejaba que la americana le sacase cuatro o cinco golpes podría no llegar a alcanzarla antes del final. Con esos tres golpes de diferencia comenzó la segunda vuelta.
Aún quedaban nueve hoyos; luego ocho, luego sólo siete y seguía a tres golpes de sus rival. Entonces Azahara Muñoz venía poniendo intensidad en su juego; pero los putts no entraban y la presión crecía. Se rehízo. Parecía haber olvidado en cada hoyo la falta de acierto del anterior. Resiliencia y Resistencia que se trenzaban con una Resolución que nunca le faltó.
Con la inestimable ayuda de su oponente que hacía bogeys a los hoyos 12 y 13, más el propio birdie del hoyo 14 la diferencia se redujo a cero. Pero, nuevamente, una mala salida con su driver en el hoyo 15 – fuerte desvío a la derecha – le devolvía a la segunda plaza. Luego, par de ambas en el hoyo 16.
Y, entonces, cuando los putts le habían abandonado casi todo la jornada, en el hoyo 17 metió un putt largo que igualó la contienda.
Sólo un hoyo por jugar. Azahara se fue por la derecha con su drive. Y Beth Allen, quizás sin resolución, quizás rotas sus resistencias, cambió de táctica: cogió un hierro para asegurar calle en la salida. ¡Ay!: lo único seguro en golf es que no hay nada seguro. Un hook de salida envió la pelota de la norteamericana al lago de la izquierda.
A Azahara Muñoz, le bastó el par para ganar por un golpe el Open de España Femenino. Y, cosas de la vida, es la primera española en hacerlo. También esta victoria le convierte en la jugadora española de golf más laureada de la historia.
Brava, Azahara, brava.