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SEGURIDAD EN UNO MISMO

A Dustin Johnson su victoria en el vendaval del Kapalua, Hawai, le da confianza

Esa confianza en uno mismo nace de poner en práctica un pensamiento orteguiano: "El que no pueda lo que quiera, que quiera lo que pueda". La Confianza vive en nuestro interior.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Al terminar su titánica batalla en el Plantation Course, en Hawai, primer torneo del año de la PGA, sexto triunfo consecutivo, Dustin Johnson, de 28 años, ha afirmado "me da mucha confianza para este año". Y es que la clave está en tener auténtica confianza a pesar del terrible viento que soplaba en Kapalua durante los días del torneo y que le obligó a buscar durante un buen rato su bola entre los matorales.


 
Mi tía Alicia ha llamado para hablar conmigo. No sé si usted, mi amigo lector, ha robado a escondidas caramelos del armario de la abuela o si usted, mi amiga lectora, se ha quedado ocultamente alguna vez con las vueltas de la compra que le había encargado su madre. Estas dos conductas delictivas crean un punto de remordimiento cuando son desenmascaradas.

La diferencia que puede hacer de usted un jefe de la mafia o un dueño de sí mismo estriba en que en el primer caso el remordimiento será por haber sido descubierto y en el segundo porque percibe que hay algo desajustado en su propia integridad; en el primer supuesto usted pondrá cuidado sólo en los mecanismos (medios) para no ser descubierto en el próximo atraco o estafa, mientras que en el segundo activará su arrepentimiento y propósito de enmienda para ser una persona honrada (fines).

Reconozco que cuando me llama tía Alicia, mi carácter jovial, mi fuerza mental y ese poderío interior que me mantiene habitualmente en pie en cualquier partido hasta el hoyo 18, se desvanece. Si me llama la tía Alicia y desea verme sin testigos, lo primero que pienso es que soy culpable. Si uno es descubierto culpable, lo primero que se viene a la cabeza es la barbaridad que ha hecho; luego vendrá como he dicho, atender a eliminar el problema (el engaño) o atender a solucionarlo (plan de corrección). Insisto y luego volveré sobre ello: no es lo mismo eliminar un problema que resolverlo. De lo primero tienen máster los malos políticos; de lo segundo son doctores los buenos maestros y las madres de familia responsables.

Así que cuando me llegó el recado de que tía Alicia quería hablar conmigo a solas, me reconocí en mi interior culpable. Lo segundo que hice fue repasar mentalmente mis últimas hazañas y darle mil vueltas a lo que había hecho estos días para encontrar algo que me señalase como el peor de los mortales; buscaba algo tan grave como para que, llegado a oídos de mi pariente, mereciese que su privilegiada atención se fijase en este pigmeo que, en ese momento, era yo mismo.

Para quienes tengan una idea superficial de tía Alicia pero hayan visto la serie televisiva Downton Abbey bastará decirles que es como la Condesa viuda de Grantham, lady Violet Crawley, pero en peor: algo así como si estuviese poseída simultáneamente por los espíritus de Atila, Genghis Kahn y Tito Flavio Domiciano en su versión más cruel. Sus educadas formas habituales pueden afilarse hasta el punto en que, según sus críticos, cuanto más despacio y educadamente te habla mayor será el daño que infringirá. Recuerdo con horror varias escenas, como cuando, silabeando a cámara lenta, se dirigió a una encargada de una joyería que había osado darle una lección sobre perlas.

Pues, la tía Alicia de todo golfista se llama Desconfianza. Cuando Desconfianza llama a la puerta de tu juego estás literalmente perdido. Si te habla muy despacito en tu corazón la cosa pinta negro tinta de calamar: no hay swing que se le resista; ninguna práctica es capaz de oponérsele; da igual lo experimentado que uno sea; su feo rostro se apoderará de su juego y lo reducirá a ceniza; se sentirá culpable y – ¡Ay de usted! – no sabrá de qué. Llegados a este punto descubrirá problemas que no existen sino en su imaginación, y empezará a acumular culpas de todo lo que hace y de todo lo que no hace.

¿Cómo actuar entonces? Las tías Alicias y las Desconfianzas no se eliminan: se resuelven. Eliminar un fenómeno que nos causa contrariedad puede hacerse de varios modos todos tan estúpidos como contraproducentes; hay gente que ante los problemas toma la actitud conservadora de vivir como si esos fenómenos no existiesen o la actitud innovadora de superponerles inventos no ensayados olvidando los principios.
La actitud más sensata y la que rendirá frutos sabrosos a su tiempo es encarar la contrariedad, mirar qué tienen que ver con nuestra realidad (no con nuestra imaginación), separar los anecdótico de lo categórico y aplicar el proceso de resolución e integración más acertado.

Frente a la Desconfianza, tendremos que ahondar dentro de nosotros y encontrar, porque lo tenemos, ese conjunto de talentos -¡verdaderas fortalezas! – que nos permiten afirmarnos con integridad y sin jactancia: en esto eres insustituible. Mi amigo y gran periodista Manuel Bellido ha tuiteado hoy mismo esta cita de José Ortega y Gasset: “la mayor parte de los hombres tiene una capacidad intelectual muy superior al ejercicio que hacen de ella”.

Si se cumpliesen siempre nuestros constantes peores augurios ni yo hubiera podido escribir esto ni usted leerlo. Por eso resolví dirigirme con sencillez y confianza a mi problema de hoy: tía Alicia. Resulta que, al final, sólo quería verme en secreto para “conspirar” conmigo en secreto, para encontrar una gran regalo a mi prima Margarita quien acababa de hacerle un inmenso favor.
Esa confianza en uno mismo nace de poner en práctica otro pensamiento orteguiano: “El que no pueda lo que quiera, que quiera lo que pueda”. La Confianza vive en nuestro interior.

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