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SEÑALES DE ALERTA

Reconocer el riesgo de estrés en el cuidador de enfermos de Alzheimer

El enfado con el enfermo, la falta de concentración, la irritabilidad y el aislamiento son señales inequívocas del agotamiento o comienzo de depresión de los sufridos cuidadores.

Hechosdehoy / Ana Romaz
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Tras las festividades navideñas es posible que mucho cuidadores se encuentren cansados e, incluso, algo estresados. En estos días se dan con más frecuencia momentos que pueden irrumpir en la tranquilidad de la vida cotidiana, provocando alteraciones en el estado de ánimo de nuestro familiar enfermo de Alzheimer, para quien es tan importante el sosiego.

En otras ocasiones hemos tratado sobre como minimizar estos efectos no deseados y como evitar que se presenten estas circunstancias que se nos pueden ir de la mano, pero hoy me voy a centrar en como reconocer el riesgo de estrés en el cuidador. Con pautas muy sencillas podemos saber si hay un estrés acumulado que puede causar serios daños a aquellos que están atendiendo al paciente.

La primera señal de alerta sería el enfado con el enfermo, cuando no podemos evitar alterarnos ante sus preguntas reiteradas o la falta de colaboración para actos cotidianos como vestirse o comer. Este enfado, en realidad, no es más que la indignación ante la situación de falta de curación o de empeoramiento del estado general del paciente. O puede que nazca de nuestra incomprensión de lo que ocurre. No nos enfadamos con él si no con la enfermedad que les ha afectado.

Una segunda señal de estar sufriendo estrés sería la falta de concentración. Nos centramos tanto en la situación en torno al enfermo que no podemos concentrarnos en nuestras tareas cotidianas o sufrimos olvidos importantes a menudo. No hay que obsesionarse con la situación, más bien ir afrontando el día a día tratando de aplicar nuestra atención plena a lo que hacemos. Las técnicas de Mindfulness pueden ser muy positivas frente a este caso.

La tercera podría ser la irritabilidad, esos cambios de humor que nos hacen contestar mal o con desgana a las demandas de atención de nuestro familiar. No hay que sentirse culpables por ello,-estamos sometidos a una gran presión-, pero si debemos tratar de ver la situación objetivamente y no pagar con nuestro enfermo lo que él ni ha buscado ni se merece. Nuestras respuestas y acciones negativas solo empeorarán las cosas.

Y para terminar este post yo diría que una cuarta señal de alerta ante el estrés podría ser el aislamiento. Cuando dejamos de hacer las cosas que nos gustaban, de reunirnos con amigos y parientes, debemos plantearnos que nos está ocurriendo y buscar soluciones. El aislamiento no nos ayuda en absoluto, nos hace sentir más solos frente a algo que nos vence. Una vida social amable, con gente que apreciamos y nos aprecia y con la que, puntualmente, podemos hablar en confianza si lo necesitamos es la mejor medicina para un ánimo decaído. Tratar de mantener las amistades, de disfrutar de buenos ratos con ellas, es una vacuna inmejorable frente a la depresión… un tema del que hablaremos en el próximo post de Neuronas off-line.

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