Hay, en la complicada relación con los pacientes de Alzheimer, una serie de cosas que todos sabemos –por puro sentido común-. Sin embargo, y pensando especialmente en las fechas navideñas que se avecinan, quizás no esté de más recordar algunos puntos que pueden ayudarnos a que esa relación sea más gratificante tanto para el enfermo como para su círculo cercano.

Y, en esta ocasión, vamos a hacerlo desde los sentimientos de aquel o aquella a quien cuidamos y atendemos.

En primer lugar, yo creo que nos pedirían paciencia. Para estar ahí sin apresurarles, sin irritarnos ante las repeticiones, para acompañar aunque no haya respuesta, para ir supliendo amablemente las funciones que nuestro ser querido va perdiendo…

Después creo que nos pedirían conversación. Necesitan sentirse parte de lo que les rodea y de lo que –inevitablemente- se van alejando. Por eso, hablemos con ellos, contémosles, hagámosles partícipes de lo que acontece en la familia… aunque no haya respuesta.

En tercer lugar hagamos las cosas con amabilidad. A veces la lentitud o las repeticiones pueden saturar nuestra paciencia pero nunca debemos olvidar que su sensibilidad sigue ahí, mas necesitada de gestos y palabras amables que nunca.

Creo que algo muy importante es no olvidar sus sentimientos. Puede parecernos que no sienten o perciben –especialmente a medida que la enfermedad progresa- pero no es así. No podrán exteriorizar sus sentimientos pero estos no han dejado de existir. Tratemos de ponernos en su lugar.

Para mi hay algo fundamental –y mas con estos enfermos tan dependientes- respetar su dignidad y tratarles con respeto. No importa si no recibimos respuestas o parece que no hay comunicación. Ellos siguen siendo seres humanos en una de las peores condiciones de dependencia posibles.

En sexto lugar algo que puede ser un hermoso recuerdo compartido: recordarles el pasado. Ese es el lugar al que se va su memoria, ayudemos a revivir los buenos recuerdos, a disfrutar de todo aquello que está más vivo en su memoria. Y este es un buen camino para disfrutar de estar juntos a pesar de las limitaciones.

También debemos ser capaces de ayudarles a mantenerse en contacto con el presente. Que los lazos con la realidad se mantengan tensos tanto tiempo como sea posible. Podemos contarles las pequeñas cosas de la vida cotidiana, acerca de la familia y los amigos, que está pasando en las noticias…cualquier tema actual nos servirá para anclarles un poquito más en el hoy.

Quizás todo lo anterior está incluido en este octavo punto: pensar en ellos con empatía. Tratar de imaginar como nos sentiríamos de estar en su lugar, como nos gustaría que nos tratasen, el miedo, la inseguridad, la vulnerabilidad en que viven…imaginarnos viviendo eso es la mejor ayuda para encontrar fuerzas para cuidarles desde el amor y la ternura.

Todo se resume en algo tan sencillo como quererles y demostrarlo. No importa que no haya feedback, que no encontremos respuestas a nuestras preguntas o muestras de afecto. El amor está ahí y eso pueden percibirlo. El amor no puede curar pero si hacer del tránsito algo más llevadero. No añadamos a su difícil y duro estado el sentimiento de soledad.