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LOS CUIDADORES

Primeros pasos para cuidar al enfermo de Alzheimer como merece

Negación, miedo al futuro, falta de sueño y problemas de salud, paralización en nuestras reacciones, si cada inconveniente nos parece un mundo…quizás necesitamos ayuda profesional.

Hechosdehoy / Ana Romaz
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En posts pasados comenzamos a interpretar las señales que indican un posible estrés del cuidador. En esta ocasión vamos a recordar algunos otros comportamientos, con el mismo fin de identificar un posible caso de estrés.

Si tenemos un diagnóstico claro y no queremos reconocerlo estaremos ante la negación, que no nos permite afrontar ni la enfermedad ni los efectos que esta va a ir produciendo en nuestro familiar. Es muy importante, tanto para el enfermo como para el cuidador, que no incurramos en el error de no querer ver la realidad, por dura que esta nos resulte. La aceptación es el primer paso para poder cuidar en las mejores condiciones.

El miedo al futuro, a lo que vendrá, a lo que nos espera es un sentimiento incapacitante y paralizante. La mejor arma contra él es el conocimiento de la enfermedad, sus síntomas y efectos. Desde el conocimiento podemos racionalizar sentimientos destructivos y dar lo mejor de nosotros mismos a aquellos que nos necesitan.

La falta de sueño, asociada al miedo y a un exceso de preocupaciones, al impedirnos descansar en condiciones nos deja en una posición de debilidad para llevar adelante lo que es necesario. La mejor respuesta que podemos dar es desmenuzar nuestras preocupaciones e ir dándoles solución poco a poco, una cosa tras otras, sin dejarnos ahogar por todo el aluvión que se nos viene encima frente a un diagnóstico de Alzheimer.

Todo lo que se ha mencionado anteriormente,- si no somos capaces de trabajarlo bien-, nos llevará irremediablemente a la falta de salud. Nuestro cuerpo y nuestra mente se resentirán por todo el esfuerzo que estamos realizando y nos pasarán factura en forma de malestares y enfermedades que nos pueden acabar llevando a la depresión.

Si observamos que nos sentimos paralizados por los problemas que pueden surgir en el día a día, si nuestra capacidad resolutiva se ve mermada, si cada inconveniente nos parece un mundo…quizás necesitamos ayuda de un profesional.

No ayudamos a nuestro familiar si nosotros también enfermamos. Por su bien y el nuestro atender a nuestra necesidad de descanso, de ocio y, ¿por qué no? de diversión es la mejor manera de poder cuidar apropiadamente y dando lo mejor que tenemos: nuestra atención y nuestro amor.

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