Dada la diferencia horaria con Malasia a la hora que usted lea esto ya se sabrá si Nacho Elvira ha ganado el Maybank Championship. Se juega en Kuala Lumpur y el sábado era líder por dos golpes. Está en forma. O en racha. Ya quedó segundo hace dos semanas en Catar.
Pero como escribir sobre el futuro sólo lo hago una vez al año y en otro blog, vamos a centrarnos en lo que tenemos al alcance: el Valspar Championship.
Es éste un torneo del Circuito Americano que se juega en el Innisbrook Resort (Copperhead, Florida). En esta edición participan tres españoles y los tres han pasado el corte: Jon Rahm, Sergio García y Rafa Cabrera Bello.
Sergio García fue el que más retrasado terminó el sábado: +2. Rafa se queda como estaba, es decir al PAR, lo que será insuficiente para aspirar a los puestos de cabeza en la ronda final.
¿Y Jon Rahm? Usted se preguntará, ¿se habrá repuesto del sopapo del pasado fin de semana en The Players? Tuvo la victoria a mano, pero un batido de nervios y mala decisión, sobre todo en el segundo golpes del hoyo 11, le explotó en la cara para dejarlo tendido en el suelo por debajo del Top 10.
No toques lo que funciona es un principio de sentido común. Ese fue, probablemente el consejo de su caddie: había que evitar un golpe de riesgo con bola de gancho (hook) por encima de un lago; era mejor sacar la bola a calle y, al ser un par 5 renunciar al eagle para, como mal menor, obtener el par. Que si quieres arroz Catalina…golpe al agua y bogey en ese hoyo 11 y el principio del fin.
Es cosa de percepción. El jefe es él, el jugador. Y si él lo ve, pues él lo hace. Ya no es cosa de llorar por la leche derramada. En golf, como en la vida, rige la Ley del Dentífrico: es fácil hacerlo salir del tubo, pero imposible devolverlo al interior.
Sí cabe aprender. Sí cabe adquirir experiencia y analizar lo que tus ojos perciben. John Dalton dio nombre a una disfunción visual por la que ojo no distingue determinados colores – rojo y verde, más frecuentemente- , o no distingue ninguno de modo absoluto.
Distinguir colores es importante para no entrar en riesgo, incluso para no caer en conductas inapropiadas, como le ocurrió al propio John Dalton que padecía la disfunción visual que él mismo había desvelado. Hombre prudente y discreto en el decir y en el vestir, en 1832 acudió a saludar a SM el rey William IV con un imponente traje académico de hiriente rojo cereza que para él, así lo veía, era de apagado color gris nube londinense. Desde luego sorprendió y llamó la atención, cosa que nunca hubiese deseado.
Lo hemos dicho: la vida imita al golf donde hay una patología parecida. En golf no se trata de colores, se trata de percibir correctamente con la vista de la mente cuál es el momento. ¿Hay que atacar? ¿Hay que jugar defensivo? ¿Debo arriesgar con una bola por encima de árboles y hectáreas de agua? o, ¿no será mejor un prudente approach por la derecha del green?
La realidad es la que es. Nuestro ánimo está como está. Si el ánimo, un sexto sentido acerca del peligro y la ventaja, no está afinado la victoria no llegará. Hay un daltonismo mental, siquiera efímero, cada vez que hace aparición una distorsión cromática acerca las propias posibilidades en un golpe. O en varios.
Todos hemos sido, o hemos conocido, ese amateur que intenta dar un golpe directo a bandera queriendo – contra la evidencia de la impenetrabilidad de los cuerpos sólidos – que su bola atraviese un bosque de robles y se pose con suavidad cerca de la bandera.
Se podría decir que las retransmisiones de televisión han acentuado hasta niveles mórbidos este daltonismo mental. El golpe desde el aparcamiento de Seve Ballesteros en el Open de 1979 en el Royal Lytham & ST. Annes; el de Bubba Watson en el hoyo 16 del Masters Augusta 2012; o cualquiera de las genialidades de Phil Mickelson, por ejemplo, actúan en la mente del amateur como un decolorante de la realidad.
Entonces no se ven las cosas con sus tonos verdaderos sino con las grisuras matizadas de la fantasía, donde lo improbable parece cosa de niños.
Paul Casey, líder de la tercera ronda con un acumulado -9, tuvo esta semana, durante los entrenamientos un gesto con un chaval para ayudarle a ver mejor los colores de la realidad. El chico que es daltónico acompañó al profesional inglés en el hoyo 18.