En los dos primeros días del Volvo China Open, torneo del Circuito Europeo, Pablo Larrazábal jugó como nunca. Son poco más de 55 horas en Pekín en que hizo dos rondas de 64 y 66 golpes respectivamente que le dieron el liderato y -14 en la pizarra. Sacaba tres golpes a Alexandre Levy, segundo con -11.
Pero sobre todo sacaba a todos una gran diferencia en determinación; llevaba la victoria posible por la senda épica de lo probable.
En la película “55 días en Pekín” hay un diálogo entre el Mayor Matt Lewis y Sir Arthur Robinson acerca de un prometedor hombre de armas:
Mayor Matt Lewis (Charlton Heston): Es un buen soldado cuando sabe por lo que está luchando.
Sir Arthur Robertson (David Niven): Es fácil cuando es algo que puedes ver: un muro, una colina, un río, pero ¿cómo puedes explicarles cuando es por un principio?
Mayor Matt Lewis: No puedes. No aquí en China, es demasiado lejos de casa.
Hay una cierta nota de cinismo en esa sentencia. Acaso de fatalismo. Si hay algo de mi estirpe que me ha quedado claro – además de las excelencias del dry Martini – es que los principios siguen a la persona y no al territorio. Por eso, estés en Sevilla o en Pekín luchas cuando la meta es clara y honorable.
Por ejemplo, y perdón que hable de mí, los principios que me guían bastaron para acompañar esta mañana a tía Alicia al aeropuerto, renunciando a un partido de 18 hoyos con otros zánganos. Es cosa de estirpe, como les digo. Era yo un joven mozo cuando mi padre me instruyó sobre qué hacer cuando tía Alicia terminaba su visita a nuestra casa:
.- Hijo, acompaña a tía Alicia a la puerta, por dos razones. La primera por cortesía.
.- ¿Y la segunda, papá?
.- Para asegurarnos de que se marcha.
Pues con estos principios cogí el coche y sin fiarlo a las manos del mecánico, deposité a mi vetusta pariente en el aeropuerto de san Pablo. Vamos, que le acompañé hasta las inmediaciones del arco de seguridad.
.- Una ordinariez – sobrino – esto de quitarse cinturones, zapatos, y de que me registren el bolso. ¿Es que no saben quien soy? ¡Al que tenían que registrar es a ese etarra de los pendientes!
.- Sin duda, querida tía, sin duda – y le di un beso en cada mejilla bajo la atenta mirada de una pareja de la Guardia Civil.
Luego medio a escondidas verifiqué que enfilaba la puerta de embarque y en pleno hall de aeropuerto di un jovial salto lateral chocando en el aire los tacones. Ya me entienden.
Esta Feria de Sevilla, prolongada por votación popular, miau, no tendré que ir a la caseta de una tía que no está para sacar a bailar a las pegajosas amigas que la frecuentan.
No son 55 días en Pekín. Es poco más de una semana para ir donde me plazca, bailar – o no bailar – con Margarita y pasármelo pipa.
De momento tengo torneo el sábado en mi Club con opción de ir a la final que se juega en Isla Mauricio. ¡Oh que sueño sacar los palos en Four Season o esos hoyos a pie del Indico Ile aux Cerfs Club! Luego, el lunes 18 hoyos con unos amigos portugueses y cuando se tercie a la Feria. Pero eso, todo eso, si vale algo es porque no hay tía Alicia por medio.
¿Existe la felicidad completa? Indudablemente no en la tierra, pero la semana se presenta como indiscutible sucedáneo.
Y algo así debió pensar Pablo Larrazábal que tiene que luchar contra su particular “tía Alicia” en forma de su propio temperamento. No lo había pensado antes, pero es posible que lo mismo que tenemos un ángel de la guarda cada terrícola padezca de sus personales “tías alicias” sea en la insufrible realidad física de un pariente difícil, sea en los monstruos que pueblan la mente.
Antes de empezar el Volvo China Open, el barcelonés Pablo Larrazábal estaba el 106º del Ranking Mundo y el 18º en la Race to Dubai. En esta temporada su mejor puesto fue el 2º puesto en enero en Abu Dahbi. Tiene un total histórico de cuatro victorias en el Circuito Europeo, pero la última data de 2015, en el BMW International Open celebrado en Múnich.
Pudo haber otras, pero soplan dentro de él impaciencias, gritos internos que rizan en gestos externos. Mejorará y podrá despedir sus inquietudes.
Cuando escribo es de noche en China. Cuando usted, amigo lector, amiga lectora me lea, Pablo Larrazábal habrá terminado su tercera vuelta y sabremos si está más cerca de la victoria final. Esa victoria se decide en domingo, madrugada en Europa.
En un momento de 55 días en Pekín, el embajador español hace gala de la caballerosidad y arrojo que distinguía a sus ciudadanos:
.- España está con usted, Sir Arthur – dirá el embajador en apoyo frente al próximo ataque.
Nosotros podemos decir ahora: España está con usted Sr. Larrazábal.