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Era yo modestamente consciente del éxito de mi blog, Golf&Manners, pero no tanto como para pensar que un post mío, el publicado hace diez días sobre la victoria de Ashun Wu en su propio país, pudiera modificar la práctica del golf en China. Por eso, queridos lectores, entenderán mi sorpresa de esta misma mañana.
Después de jugar penosamente, lamía las heridas de mi abatido espíritu en la Terraza Oeste de la Casa Club con un martini en una mano, unas olivas sobre la mesa y mi mirada perdida en la orilla del lago del hoyo 18, donde una señora pata parecía aleccionar a sus patitos acerca del arte de la extracción de bolas de golf del lago, antes de que se les adelantase algún socio con caña.
En fin, amigos, era uno de eso momentos de apacible quietud que un caballero espera disfrutar sin más sorpresas que el rítmico devenir del camarero de turno, para cambiar la copa vacía por una llena. Y en el aire una templada brisa del sur. Y en el aire un trino de vencejo (Apus apus). Silencio, serena cadencia de los minutos y un tiempo para olvidar el penoso putt de 6 pies fallado en el último hoyo.
Pero nunca es duradera la paz del guerrero. Un arremolinarse de socios en la terraza; un siseo de curiosos comentarios; cabezas que se alzan; gordos que meten tripa; calvos que se alisan la calva – si eso fuera posible –, y un alegre gorjeo de socios seniors comportándose como adolescentes, me preanunciaban que mi prima Margarita completaba el último tramo de escalera que da acceso a la terraza.
Sucede siempre igual cuando la más bella de mis primas entra en escena. Se podría decir que ella sola es como un completo desfile de modelos de Lorenzo Caprile en vivo y en directo. No es que no sea capaz de pasar inadvertida, no. Es que su sola presencia produce el efecto de estar asistiendo al rodaje de una espectacular cinta de Hollywood.
La joven atravesó entre murmullos las mesas hasta aparcar su luminosidad en la silla que había a mi lado. Yo, comme il faut, me había levantado para saludarla, y me sentaba ahora junto a ella.
.- Querida prima, aquí me ves, rumiando mi derrota.
.- Tu derrota no es nada al lado de la que has armado con tu post del 26 de abril y tus halagos al crecimiento del golf en China. – disparó la más tierna de mis parientes.
.- Jajaja – reí yo con mal disimulada inmodestia -. Nada, nada… unas letrillas: ya sabes.
.- Pues al presidente chino Xi Jinping tus letrillas le han debido saber a letrinas – espetó mi prima, y acto seguido, sacando su mini-iPad del bolso Duchess de Carolina Herrera, me enseñó un artículo de Alma López Figueiras para El Mundo.
El sugerente título, “El Golf, políticamente incorrecto en China”, no traslucía toda la carga explosiva de la información de más abajo. Les resumo: el golf significa para el Partido (es fácil saber cuál: allí solo hay uno) una lacra, una peste, una muestra de decadencia que es preciso combatir: la autora afirma que los jerarcas del país han recuperado la retórica de los tiempos de Mao cuando estuvo prohibido por ser “deporte de millonarios”. Las últimas expresiones de Xi Jinping incluyen al golf entre los vicios – sí, vicios – a extirpar para acabar con la corrupción y la decadencia dentro del Partido.
Ya se han cerrado 66 campos y se estigmatiza el disfrute del golf como “opio verde”. Si Karl Marx pudo escribir en 1844 aquello de que “Die Religión ist das Opium des Volkes” (la religión es el opio del Pueblo), los comunistas orientales podrán escribir en mandarín que “el swing es el opio verde de la Humanidad”.
Un horror, amigos, un horror. Ni que decir tiene que para fundamentar su odio a este noble deporte repiten los mismos clichés que se oyen en estas latitudes de boca de ignaros, sedicentes progresistas y ecoflautistas: que si es elitista, que si es contrario al medioambiente, etc.
Lo cierto y demostrado, y creo que ahí está la almendra, es que cuanto más juega un chino al golf, igual que un andaluz, menos caso hace de las consignas del Partido, de los telediarios de lo “políticamente correcto”, y más comprensión libre adquiere de las personas, las cuales para él ya son algo más que simple “gente”. Entonces procura que este disfrute sea comprendido como lo que es, un paso importante para la Humanidad, no sé si como la rueda y el fuego, pero bastante más grande que cualquier Plan Quinquenal o rollo asambleario.
La cronista ha contactado con algunos jugadores del Club Yaowahu de Pekín y recoge entre otros el testimonio del Sr. Cao, socio de ese Club: “somos gente normal; no vemos nada malo en jugar al golf”.
¡Pues claro que no, hombre! Es sano, protege la Naturaleza con hierba verde, invita a hacer amigos y – muy importante – vacuna contra frases como la de Liu Schao-Chi, veterano del partido que sucedió a Mao Tse-Tung como Presidente de la República del Pueblo el 27 de abril de 1959. Escribió Liu: “el miembro del Partido debe cuidar de no pensar más que en el Partido y en el interés del Partido y no en sus intereses individuales”.
En China, o aquí mismo, menudo Liu.