La administración Trump perdió una de sus principales iniciativas y bandera de campaña electoral que era la revocación de la Ley de Protección de Pacientes y Asistencia Asequible, conocida como Obamacare, puesta en marcha por el presidente Barack Obama en el 2010 y oficializada el 23 de marzo 2012.

La Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos la ratificó el 28 de junio, de 2012. Esta Ley busca dar cobertura de seguros médicos a millones de ciudadanos estadounidenses sin acceso a este vital servicio, asegurando hasta la fecha  a más de 20 millones de personas  de un universo estimado de 45 millones de ciudadanos sin seguro de salud.

Más de 60 años tardó en cambiar la antigua Ley por esta nueva legislación –Obamacare – duramente criticada por los republicanos a todo lo largo de su espinoso calvario antes de convertirse en ley.

El presidente Donald J. Trump, que asumió un compromiso de campaña de revocar el Obamacare, una vez ganara la Presidencia, sufrió un duro golpe al retirar el proyecto de reforma por la pérdida de apoyo legislativo.

El pasado jueves 23 de marzo, una coalición de casi 30 legisladores conservadores y ultraconservadores acordaron abortar la iniciativa trumpista, obligando a la presidencia de la Cámara de Representantes controlada por los republicanos a retirar el proyecto de reforma sanitaria  minutos antes del baloteo congresual.

El mercado del Chicago Board Options Exchange reaccionó con nerviosismo escalando de 11 a 14 puntos y de forma volátil ante las expectativas en el Congreso. Este ha sido el primer knock-out político de importancia que Trump ha tenido desde que asumió como inquilino de la Casa Blanca el 20 de enero pasado.

Contrario a las predicciones republicanas opuestas al Obamacare, éste ha cobrado apoyo y popularidad entre millones de estadounidenses sin seguro médico. Con el Obamacare florecieron miles de pequeños negocios.

Estados que votaron por Trump, no han visto con buenos ojos ahora el sentir de la Casa Blanca de revocar este seguro de salud que socorre a los más desfavorecidos de la sociedad norteamericana.

Entre los beneficios que busca el Obamacare se encuentran los objetivos de mejorar el cuidado de salud de toda la Nación, ofrecer planes más asequibles a la gente sin seguro o a la gente que no le gusta su plan actual. También, cambiar la manera que los proveedores y aseguradores ofrecen sus servicios, poner en práctica reglas de honestidad de los proveedores y aseguradores, disminuir los gastos inflados de las compañías de seguros, así como disminución de impuestos a las empresas para que puedan asegurar a sus empleados, entre otros propósitos.

Obamacare va para largo, sentenció el speaker Paul Ryan. Está por verse ahora qué nuevas fórmulas ingeniará la administración de Trump para impedir una reforma dirigida a asegurar a un universo estimado de 45 millones de ciudadanos americanos sin posibilidades hoy y quizás mañana de tener una cobertura digna de seguro de salud  del llamado primer mundo.  

El tiempo nos dirá, quién entonces tiene la razón si el Obamacare o el Trumpcare.