fjrigjwwe9r1_articulos:cuerpo
En Golf Costa Adeje (Tenerife) está jugándose el
Tenerife Open de España Femenino, torneo perteneciente al Ladies European Tour. La sudafricana
Connie Chen y la galesa
Amie Boulden (-9) lideraban la tabla al terminar la jornada del sábado.
Carlota Ciganda (-7) terminó a dos golpes.
Jugar en las Islas Canarias es un privilegio para los amateur y, en este caso, un cita profesional para las damas europeas. Hacerlo en estas fechas de final de calendario puede añadir un plus de presión a las jóvenes españolas que en esta temporada no han cosechado tantos triunfos como en las pasadas.
El golf, masculino o femenino da igual, tiene estos movimientos como el mar, como las mareas. Para algunos es como el vuelo de las águilas o como la misma vida que, como ya sabe usted, gusta de copiar al golf.
Seguro que le habrá pasado que durante temporadas más o menos largas todo lo que le ocurre parece diseñado por un enemigo que sólo desea sus males. No me refiero a esa cuesta arriba tan de enero, tan de los lunes, tan de la llegada de la suegra a pasar unos días para ver a los nietos (en mi caso, una visita de tía Alicia puede tener parecidos efectos). Esos lunes, esos eneros, y esas visitas forman parte de la estructura vital. Menos explicable es lo de la “depre posvacacional” sobre todo en un país con un 24,47 por ciento de su población en paro.
Lo que quiero describir no son esos bajones que vienen de fuera, sino esos duraderos estados de ánimo, que nos fabrican un swing desconstruido, una puntería descompuesta y un nivel mental atormentado y – ahí la clave – que vienen de lo más dentro de uno mismo.
El frío acero que descoyunta nuestro trabajo está oculto en un pliegue de la mente al que no somos capaces de llegar por mucho que le demos vueltas. Y dudo que haya muchos profesionales – psicólogos, psiquiatras – que tenga una lente con capacidad siquiera de entrever qué nos sucede.
El hombre es él mismo para los demás y permanece desconocido para sí mismo. Evidentemente la mujer pasa por idénticos abismos, con el agravante de que siendo de ordinario mayor su sensibilidad se le aparecen más monstruosos los dragones que causan el hondo pesar de los días.
Pero, de pronto, una buena mañana ¡ya es primavera! Las cosas cobran sentido. Lo que vivimos como un drama adquiere perspectivas de mera sombra que hace más resplandeciente el hoy. Y el mañana nos está llamando sonriente desde la siguiente esquina. En la familia surgen esperanzas. Aquel amigo no se había marchado definitivamente sino, como el mar como la marea, como el templado calor del primer estío vuelve y regenera confianza.
El trabajo se orienta abriendo un archivo nuevo, una cita – inesperada en nuestra desesperanza – que rearma la hoja de ruta hacia ese final que es necesario porque es positivo, porque es bueno y porque está en nuestras manos. Me gusta constatar, con mi admirado Carlos Andreu, que hay una conspiración universal para que usted – y él y yo – seamos felices.
En esas mareas altas hoy podemos navegar sin darle excesivas vueltas al origen del viento, pero sí tomando nota en nuestros gestos de que no éramos el fracaso que nos habían pintado un pariente amargado, un jefe amargado o una imaginación tenebrosa sobre lo que decimos, hacemos o jugamos. Sólo es golf.
Ese me ha parecido el estado de combate de
Carlota Ciganda (-7) en Tenerife. Va a los objetivos que al frente se divisan. Tiene la capacidad de juego y la energía de sus baterías bien llenas. Se encontraba el sábado a 2 golpes – sólo 2 golpes – a falta de jugar 18 hoyos. La navarra no tiene miedo a nada y tira a ganar. No especula. No hace metáforas: si puede hacer eagle no se conforma con el birdie. Si está para birdie no se perdonará hacer un par.
Y estando tan cerca de un premio del Circuito Femenino Europeo perder por un golpe ni se la pasa por la cabeza.
Sólo es Golf. Sí, pero en manos de Carlota Ciganda en plena marea alta canaria es una batalla a ganar. ¡Aúpa!