Qué cerca estuvo. De hecho en el hoyo 12 sacaba dos golpes de diferencia a su compañeros del partido estelar. Jorge Campillo está realizando un año de ensueño: en sus seis últimas apariciones ha logrado 5 Top 5. Que suena a cartel de toros pero son resultados: dos segundos puestos, dos terceros, y un primero, el de la victoria de la semana pasada en Marruecos.
Uno de los terceros puestos ha sido el de hoy en el Volvo China Open. Un tercero que sabe a segundo, pero que perfectamente pudo ser primero. Dos malas salidas consecutivas con el driver en los hoyos 14 y 15, le lastraron muy cerca de la meta. Y a ello hay que añadir el buen papel de Benjamin Hebert quien perdió en el hoyo de desempate con el ganador Mikko Korhonen.
Y verán, aquí tengo yo el problema familiar. Y usted, benigno lector (benigna lectora) me preguntará ¿qué problema tiene usted con el jugador finlandés?
Pues le agradezco que me haga la pregunta; mi problema no es con el profesional, sino con mi acaudalada tía Alicia – de sobrenombre “Terror” – pues no puedo ni pronunciar el nombre de tan insigne deportista nórdico, ni menos escribirlo sin tener cuidado de por dónde anda tía Alicia y por donde piso yo.
Les cuento. Todo viene del año pasado cuando el Andalucía Valderrama Masters se jugaba -es un decir- bajo un indecorosa lluvia más propia de San Sebastián. Aquello sufrió un sin fin de suspensiones. En una de ellas, nos hallábamos en el hall del hotel, mi más bella prima Margarita, tía Alicia y un servidor. Nos disponíamos a tomar unos tonificantes cócteles cuando entró en escena el golfista finlandés a quien saludé pues lo conozco de mis tareas de comunicación.
.- Hyvästit ystävä, Korhonen – que, como usted ya sabe, significa “adiós amigo Mikko”.
Pues algo de eso no debió entender mi querida tía Alicia pues enseguida, con esa mirada que ha arruinado imperios económicos y su más cruel acento de hielo me dijo:
.- Cuídate de decir palabrotas delante de tu prima y de mí – joven lenguaraz.
Iba yo a replicar que no había nada de impuro en mi jovial salutación en finlandés cuando una ceja enarcada en señal de alarma de mi prima Margarita me hizo frenar mi discurso justificativo. “Nunca contradecir a tía Alicia”, es el lema de los supervivientes que esperan heredarla. No es una divisa valiente, pero sí eficiente.
El resto de la tarde lo pasé pesaroso en el Casino de Puerto Banús al que me llevó el chofer de mi tía mientras ella dormía la siesta. Entre ficha y ficha de la ruleta meditaba melancólico acerca de la poesía finesa y lo poco que es apreciada; es incluso despreciada por espíritus cultivados de mi propia familia.
“¿Qué tienen de malo los vocablos “hyvästit ystävä?” me preguntaba yo. Todo el poema es hermoso cuando sigue – traduzco – “No adiós pero adiós, y fortaleza para los próximos días”.
En fin, así son las cosas: la lírica no es siempre popular y yo no sabía que hacer, cuando de repente salió de mi boca una exclamación:
.- ¡Eureka!: ya lo tengo.
Mi grito de júbilo espontáneo coincidió con la serena, monótona sentencia del crupier:
.- Diecisiete, negro, falta. – y dirigiéndose a mi con el montón de fichas que acababa de ganar con mi apuesta continuó -. No sé cómo pudo adivinar que la bola iría al 17.
.- No, amigo, mi grito no es por el premio… es por otra cosa.
Y esa cosa era un tema puramente fonético.
No hay más que escuchar al comentarista Javier Pinedo cuando nombra a Mikko Korhonen, aspirando la “hache” en “jota”: no dice “Koronen”, sino “kojonen”. Como suena. El hecho de que la aspiración fonética esté admitida y sea de uso común en comarcas enteras de Andalucía y Extremadura, se ve que no le sentó ni pizca de bien a mi amada tía Alicia “Terror”.
Ya le puede usted decir que incluso la RAE acepta indistintamente voces con ambas consonantes, como “bajuno” y “bahuno”; “jaca” y “haca” o “jolgorio” y ·holgorio”. Diga lo que diga, la fina piel acústica de mi vieja pariente no consentirá que usted aspire la “h” de Korhonen. Ni yo lo haré. Cuando en su presencia me vea obligado a hablar de él diré “Mikko”. Sólo Mikko, aunque suene a bombón helado.
Bueno, pues el Mikko “Bombón Helado”, jugó frío como un ídem. No cometió errores graves – sólo un bogey en el hoyo 8 – y se aprovechó de los tres – hoyos 4, 14 y 15 – en que incurrió el español para, finalmente torcer la mano al francés en el “playoff” y ganarle por un golpe. Pero…
Qué cerca estuvo. Qué a mano tuvo Jorge Campillo redoblar su victoria de una semana antes. No lo logró, pero sí mostró que esta temporada puede dar alegrías a los que nos encantan sus victorias. Con su actuación de hoy se encarama, además, al segundo puesto del premio de la regularidad del circuito europeo, la Carrera a Dubái.
O sea que Korhonen se come este helado del Volvo China Open, pero Campillo está más cerca de alcanzar la Corona. “Kruunu” en finlandés.