Como es sabido por los jugadores de golf la modalidad Match Play se juega a ganar hoyos; en eso se diferencia de la modalidad Stroke Play que se juega a hacer menos golpes en el total del recorrido. Por eso, la modalidad Match Play es apta para dar por metida en el hoyo una bola de tu oponente que está tan cerca del agujero que es inusual fallarla.
Dar una bola, es decir, no obligar a tu oponente ponerse con el putter a trabajar un golpe fácil, se considera un gesto de deportividad. Los caballeros del golf lo hacen sin darle importancia. En ese caso el propietario de esa bola cercana al hoyo levanta la bola y se apunta el golpe sin necesidad de darlo.
Que me den el golpe es opción discrecional de mi oponente. En ningún caso debo pedirlo, ni mucho menos exigirlo pues no es un derecho. Un caballero acepta un gesto generoso con serena humildad, pero bajo ningún concepto limosnea la dádiva.
Antes de entrar en el conflicto sucedido entre García y Kuchar hay que subrayar algo más que tiende a olvidarse: un caballero en competición debe, por su honor, luchar con diligencia para ganar el envite: competir es batallar con honradez por vencer. Dejarse ganar no entra en el Libro de Caballería.
Pues bien, Sergio García jugaba un putt de 2,5 metros para ganar el hoyo 7 y empatar el partido. No lo metió; la bola se quedó a 2 pulgadas, o sea, nada. El español con frustrado gesto golpeó la bola con el revés del putter. A esa distancia siempre entra la bola en el hoyo; pero un golpe tan mal dado produjo que se alejara del hoyo.
Sergio García sin levantar la cabeza, con gesto brusco levantó la bola perdiendo el hoyo y provocando que Matt Kuchar le aventajara en dos golpes.
Y, entonces, ¿dónde estuvo la polémica? Pues en que para algunos Matt Kuchar debió por caballerosidad dar el putt que se había quedado a dos pulgadas.
Sin embargo, mirando con atención las imágenes ofrecidas por televisión, se aprecia que el norteamericano por la rapidez de la actuación de Sergio García no tuvo tiempo de decir “that’s good”, ni oportunidad de hacer visible ningún gesto de aquiescencia, pues el español ni siquiera le miró.
Inmediatamente, el árbitro pregunta a Matt Kuchar si había dado el hoyo. El americano responde que no. Y ahí vuelve a surgir la polémica, pues para algunos tendría que haber dicho que sí, ya que en circunstancias normales de juego es patente que todos dan golpes tan extremamente pegados al hoyo. Pero lo cierto es que si no se dio en su momento, no permiten las Reglas darlo con efectos retroactivo.
Una tercera polémica surge cuando algunos manifiestan que Matt Kuchar había obtenido un hoyo como fruto, no de la lucha normal, sino por aprovecharse de modo ventajista del arranque de ira no controlada de su rival. Podría, dicen haber, restablecido el equilibro deportivo de la justa, dando un putt en el hoyo siguiente, en el hoyo 8. “Eso es lo que tendría que hacer un caballero”, sentencian.
Debemos admitir que hubiera sido un gesto de alto valor deportivo, conceder un putt en el hoyo 8, ya que, aunque sin querer, se había aprovechado de que “un golpe dado”, no había tenido tiempo de darlo: lo hubiera hecho, eso no lo duda nadie, pero no lo hizo y ahora tenía en sus manos el ser un caballero y elevar el nivel de nobleza del juego.
Pero claro, se argumenta de contrario, que un caballero puede ser generoso y debe sopesar que su oponente cometió un error; sobre todo un error perdonable, una reacción no reflexiva. Ahora, ¿hasta que punto debe un jugador poner sobre sus hombros la falta de autodominio de su oponente? ¿Cuántas veces tendrán que soportar los compañeros competidores de Sergio García sus reacciones faltas de etiqueta?
Sin dejar de insistir en que a Matt Kuchar le hubiera elevado su dignidad hacer una concesión en el hoyo siguiente, cabe pensar que el golf profesional ha de ser modélico y ponerse en guardia frente al emotivismo, la falsa compasión y las conductas de un injustificado igualitarismo que vemos en otros deportes.
En ciclismo se ha llegado a parar el pelotón porque el líder de la clasificación se ha caído y hay que esperarle: ¿se hace igual espera si el caído es el número 147º de esa clasificación?
En tenis, y eso nos parece bien, un jugador al que le conceden un “out” injusto de su contrincante, cede el siguiente punto, pero ningún equipo de fútbol mete gol en propia meta sólo porque el equipo contrario lo haya hecho en la suya.
Un caballero, una dama, cualquier persona puede entender y practicar lo que decía G.K. Chesterton: “tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”.
Y Kevin Kisner, un humilde caballero del golf, doblegó sin despeinarse en semifinales al imbatido Francesco Molinari, y en la final, sin polémica, a un tenaz Matt Kuchar.