Sergio García, que tuvo un día mediano (+1 en la jornada), lleva un acumulado de -1 y posición vigésimo segunda a nueve golpes del líder.
Rafael Cabrera Bello sufrió como pocos suelen padecer. Comenzaba su participación en el viernes con un cómodo -4. Pero se le cruzó el hoyo 3, un par 4 al que le hizo un 7. Le hizo un siete en sentido literal y en sentido figurado: un verdadero roto en su tarjeta.
Y llovía en Río. Y el campo no era fácil. Y todo se ponía cuesta arriba. Junto a Rafa, el tailandés Jaidee Thongchai y un serio Henrik Stenson que estaba jugando su mejor juego. El sueco está dando en Rio una lección de pundonor y deportividad de la que no podrán presumir quienes, por A o por B, “renunciaron” a participar en el golf olímpico. Volveremos sobre esto de las incomparecencias y sus efectos.
Henrik Stenson se subió al tercer puesto con un -3 en la jornada (3 bogeys por 6 birdies) para un total de -8. Y Rafa Cabrera Bello pienso que se vio beneficiado por convivir con el juego formal y competitivo del sueco. Sumó a eso su coraje –un coraje sereno que viene exhibiendo en los últimos meses – y terminó los primeros nueve sin más errores, aunque sin birdies.
Aquel -4 del principio era ahora -1. Y llovía en Río. Y el campo se resistía. Pero el estado mental del grancanario lleva día en modo “perfecto uso”. Después de hacer birdie en el hoyo 10, armó su juego y descerrajó 3 birdies 3 a los tres últimos hoyos. Rafael “No-Me-Rindo” Cabrera Bello cosió el siete a su tarjeta y le hizo además un bordado para terminar con un acumulado de -5, a cinco golpes del líder.
Y ¿quién es el líder? Pues como dicen los políticos, “me alegro de que me haga esa pregunta”. Y, como los políticos en periodo electoral, no voy a decir su nombre sino tras un rodeo. Le llaman contextualizar, pero no es más que un poco de rollo.
Así pues, contextualizo: es el número 90 del Ranking Mundial. Le quedan 2 años para cumplir los 40. En toda su vida profesional desde el 2002 sólo ha triunfado en tres torneos del Circuito Europeo. En esta temporada sólo ganó en febrero el Maybank Championship de Malasia; fuera de eso no ha llegado más allá del puesto 21º en cualquier campeonato; del PGA Tour no tiene ni tarjeta. En la Race to Dubai viaja en vagón de Segunda, Asiento 34º. Casado con Carly, tiene dos hijos de 7 y 5 años, Archie y Lily.
Y nuestro héroe es… Marcus Fraser. Es australiano, y si podemos verle jugar en Río es porque quienes tenían derecho preferente a venir en representación del país oceánico decidieron no venir. Me refiero a los siguientes, con expresión del número que ocupan en el Ranking Mundial. Jason Day (1º), Adam Scott (7º), Marc Leishman (46º) y Matt Jones (87º).
Cuatro profesionales que no quisieron defender la bandera austral en la competición olímpica. ¿Insectos? ¿Calendario? ¿Dólares? Vaya usted a saber.
Pero cuando no vienen los primeros destacan mejor los segundos. Marcus Fraser hizo -8 la primera jornada y -2 en la segunda, para un total provisional de -10. Me quito el sombrero ante tanto segundo del mundo que hace el trabajo de los primeros. Soldados con bastón de mariscal en la mochila. Maletillas que cortan oreja a un Miura. Héroes del silencio.
Caballeros leales a su patria y a la profesión que eligieron como un Harry Feversham sin cuatro plumas de acusación echándose el mundo a la espalda. O un Beau Geste que se pone en el frente que otros temen o desprecian.
Todos conocemos a personas que se consideran medianas, poca cosa, un cero a la izquierda del cero a la izquierda pero que, sea por principios o por sentido del deber, llega una hora en la que asumen un repentino liderazgo que sirve de emblema o de ejemplo rompedor para una familia o una nación.
Ojala gane un español la Medalla de Oro de los Juegos Olímpicos. Pero si no pudiera ser así, que se la cuelguen a alguien que fue a Río porque alguien renunció a Río. Por ejemplo, Seamus Power de Irlanda (por renuncia de Rory McIlroy y Shane Lawry).
O que triunfe Marcus Fraser con su juego sereno y preciso.