Después de una degustación en mi club del vodka Goose Gray con tónica llegué a la conclusión que me gustaba. Al día siguiente envié a un propio a adquirir un ejemplar.
Estaba en la biblioteca de casa inmerso en la lectura de la prensa deportiva cuando me anunciaron la visita del mi bellísima prima Margarita y de mi tía Alicia. Lo de que me anunciaron es un modismo. Realmente entraron como una exhalación sin apenas dejarme opinar ni retirar de la vista el Goose Gray, ni el Marca.
.- Lo que me pensaba – soltó mi tía Alicia tirando su bolso sobre el chester que hay a la altura del estante de Clásicos Españoles -: aquí está este holgazán dedicado a la bebida y la lectura frívola sobre esos ordinarios deportistas.
.- Hola tía: bienvenida…
.- No seas así, tía – intervino la Comisaria Universal Para La Pacificación Familiar, o sea mi amada prima Margarita – : el duque tiene que documentarse serenamente para escribir en su blog.
.- Pamplinas – quiso cortar la vetusta pariente –: para escribir no hace falta beberse un litro de Dry Martini.
.- No es un litro, ni es Martini – proferí defensivo; luego intentando que la conversación se dirigiera hacia horizontes menos cenagosos que mis preferencias sobre líquidos leí del Marca en alta voz lo siguiente:
“Hay estudios científicos que afirman que el ejercicio físico en compañía conlleva beneficios en el cerebro”.
.- ¿De dónde sacarán esas mamarrachadas? ¿Qué científico puede pensar de ese modo? – inquirió mi tía Alicia llenándose, sin preguntar, una copa con mi Goose Gray.
.- No es un modo de pensar, es más: es una tesis conclusión académica –repliqué yo mientras veía aterrado que también Margarita también atacaba el Goose Gray, con su hielo y su tónica – . Escuchad lo que sigue: “La Universidad de Princeton llegó a esa conclusión a través de un experimento con ratas. Cuando corrían acompañadas, la regeneración de sus neuronas era mayor que cuando corrían solas”.
.- ¿Ratas dices? – preguntó tía Alicia más para sí que para nadie.
Margarita, con una sonrisa llena de bella malicia, si eso es posible, añadió.
.- No sé, no sé: primo Gonzalo cabalga acompañado y no veo que se le hayan regenerado sus neuronas…
.- Para que algo se regenere tiene que haberse generado primero – añadí encantado de que se hubiesen olvidado de mí –: son sus caballos, los que mejoran en inteligencia.
.- ¿Ratas dices? – volvió a repetir tía Alicia – Ahora entiendo la sonrisa estúpida de algunos que se unen para fastidiar al prójimo: han activado esa parte de neuronas que les hace feliz corriendo juntos para destruir lo que estaba unido y pacífico.
Y ahí se quedó callada. Nosotros dos respetamos un silencio que se prolongó lo que parecía una eternidad. Luego, se sirvió un segundo turno de mi Goose Gray. Yo callé y disimulé: no iba a echar piedras sobre el tejado de mi asignación de rentas y todo eso, si quieren entenderme.
.- Y ¿dice algo más sobre la actividad al aire libre en compañía? – añadió tras sorber de la copa y darnos la espalda pasando un delicado índice por los lomos de “Obras Completas de William Shakespeare”.
.- Pues sí, precisamente: “un análisis de la Universidad de Carolina del Sur determinó que quienes hacen ejercicio al aire libre junto a amigos, pareja o compañeros de trabajo se sienten más felices”.
.- Claro que dependerá de qué hagan esos amigos o esa pareja o esos compañeros.- aclaró Margarita -. Por ejemplo en golf, que da tiempo para charlar es cierto que te lo pasas bomba si no te lo tomas todo a la tremenda.
.- Fíjate lo de este domingo entre Hend y Fitzpatrick…
.- Estuvimos hace tres Navidades con unos primos Fitzpatrick de Essex. – interrumpió tía Alicia ya cerca, nuevamente de la botella que retiré con suavidad.
.- No, tía: éste es Matthew Fitzpatrick de los Fitzpatrick de Sheffield, a 180 millas de los Fitzpatrick de Essex.
.- Bueno – cortó Margarita: ¿qué ha pasado con esos chicos? ¿Jugaban el Omega European Masters, no?
.- Eso es. Scott Hend ya había encarrilado su partido pero Matthew Fitzpatrick hizo un solo bogey por cuatro birdies, para un total de -6 en el día y le llevó al desempate. Jugaron tres veces el hoyo 18 y, finalmente el joven inglés ganó al veterano australiano.
.- O sea, que después de tres hoyos de desempate serán más felices y con un cerebro más desarrollado… – ironizó tía Alicia tomando posesión del vodka Goose Gray y sirviendo una postrer copa – Brindemos por la compañía, la felicidad y la inteligencia.
Se me cayeron dos lágrimas al ver el Goose Gray a nivel de pertinaz sequía.
.- Sobrino, un consejo de tía materna: menos Goose-como-se-llame, menos Marca y más Shakespeare– me dijo al despedirse.
De regreso a mi biblioteca, tomé el volumen que había tenido tía Alicia abierto y señalado en unas palabras de Hamlet en el Acto III de Hamlet: “¡Dichosos aquellos cuyo temperamento y juicio se hallan tan bien equilibrados que no son en los dedos de la Fortuna como un caramillo que suena por el punto por el que a ésta se le antoja”.