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El hoyo 18 del antiguamente llamado Monarch´s Course es el menos jugado en estos partidos en parejas matchplay (por hoyos), en los que, por pura lógica el juego termina cuando una pareja lleva perdidos más hoyos de los que le que quedan para poder empatar y se expresa, por ejemplo, 3&2, es decir gana de 3 una pareja y sólo quedan dos hoyos por jugar: imposible siquiera igualar. De hecho, en las estadísticas de la Ryder Cup, sólo uno de cada seis partidos se decide en ese hoyo 18.
Este buen hoyo 18 Dun Roamin’ guarda, sin embargo, el mensaje codificado del juego por equipos, el trabajo colaborativo y la unión en la adversidad, siempre necesario en la vida que en esto también aprende del golf.
Dun Romain’ tiene a la derecha del fairway, a la altura del drive, un bunker a evitar y, unos pasos delante de la trampa, un árbol inspirador de lo que quiero advertir. Se trata de un Pino de Escocia. El Scott Pine es el único conífero nativo original de los Highlands, quizás junto al Fortingall Yew.
Pero el Scott Pine del hoyo 18 de Centenary presenta unas características especiales que se expresan en sus ramas y en sus hojas: el tronco se yergue enhiesto, y las ramas que dan al noreste, combatidas por los vientos se muestran peladas de ramas. El lado noroeste ofrece en cambio una frondosidad de hojas que apuntan al green y señalan el camino seguro.
Esto ocurre en las parejas buenas de golf. No es frecuente que ambos miembros del equipo estén en las mismas condiciones físicas, con una moral alta y con la confianza el su punto cumbre. Esa rareza sólo se ha visto en la presente Ryder Cup en la pareja americana formada por Jordan Spieth y Patrick Reed. Al menos en tres de los cuatro partidos, en que les salía todo a los dos rookies.
Lo normal es que uno de los dos jugadores que forman un pareja de golf tenga que bregar con unos demonios internos – falta de concentración, resurgimiento de un gesto viciado, desorientación con el putter -, mientras que el otro jugador resuelve con brillantez sus compromisos o al menos no “cantan” tanto sus errores. Cuando sucede esta disparidad de juego, no es raro que redes y comentaristas de ocasión carguen las tintas y los tuits contra el que no está fino: “menudo petardo”, “que malo está”, “no mete la bola ni en una plaza de toros”, etc.
Pero hemos podido contemplar cómo las buenas parejas, cómo los buenos socios en los negocios, los buenos amigos o los amantes fieles, saben armar la cualidad de la complementariedad.
Lo mismo que mi Scott Pine, hay una parte que sobrelleva su caminar mientras le combaten los vientos de la contrariedad, pero encuentra en la otra parte un alivio en ese señalar la meta sin desfallecimiento. Cuando esto sucede, si no se alarga en exceso, la vida cobra un color especial de compenetración, de mutua comprensión, en el que los socios ven el alma de la unión y eso es un premio interior que a uno lo hace más poderoso sin restar vigor al otro: una pareja así, perderá un hoyo, dos partidos, pero ganará el torneo y, más importante, soldará de modo indestructible la amistad, el buen juego, el amor o el negocio o lo que sea de que se trate.
Si hay una modalidad donde esto se ve más claramente es el matchplay foursome: juegan los dos la misma bola, alternando entre ambos. Es decir, si uno sale, el compañero da el segundo golpe, dejando al que salió que dé el tercero; y esta alternancia se sucede hasta que se complete el hoyo.
Hay que ser de una pieza y de un interior fuerte para no reprochar al compañero los fallos y asumirlos como propios para seguir en la brecha. Las ramas del Scott Pine del hoyo 18 que señalan el green, sienten el viento que sus hermanas del otro lado de la copa sin hojas reciben y saben con gentileza persistir sin inmutarse en su misión. La carga negativa, el gesto más mínimo de incomprensión no tienen cabida en este jugar en equipo.
Y esto es lo que me ha parecido el juego de la pareja formada por Sergio García y Rory McIlroy en los tres partidos que han jugado juntos. Es verdad que aquí los dos iban necesitando la ayuda el uno del otro y el compromiso deportivo era mutuo. Y ese espíritu ha cuajado por fin en su encuentro Foursome de la tarde del sábado contra Jim Furik y Hunter Mahan.
Los europeos han sabido salir adelante, soportando uno su propio momento no tan bueno, para que el otro rematase los hoyos. Y al final el abrazo victorioso en el green del hoyo 16 les ha dejado sin ver el Scott Pine, pero ellos tienen las raíces del European Tree, con ramas hasta la cima del mundo.
Cuando Amateur 1, contaba estas cosas del hoyo a Amateur 2, éste, con su inglés macarrónico, le suelta otro refrán:
.- Entonces, “The dead to the hole and the alive to the biscuit”. ¿no?
Resultados
EUROPA, 10 – ESTADOS UNIDOS, 6.
FOURBALLS
Justin Rose/Henrik Stenson ganan a Bubba Watson/Matt Kuchar por 3 y 2.
Jim Furyk/Hunter Mahan ganan a Lee Westwood/Jamie Donaldson por 4 y 3.
Jordan Spieth/Patrick Reed ganan a Thomas Bjorn/Martin Kaymer por 4 y 3.
Rory McIlroy/Ian Poulter empatan con Rickie Fowler/Jimmy Walker.
FOURSOMES
Lee Westwood/Jamie Donaldson ganan a Zach Johnson/Matt Kuchar por 2 y 1.
Rory McIlroy/SERGIO GARCÍA ganan a Jim Furyk/Hunter Mahan por 3 y 2.
Victor Dubuisson/Graeme McDowell ganan a Rickie Fowler/Jimmy Walker por 5 y 4.
Justin Rose/Martin Kaymer empatan con Jordan Spieth/Patrick Reed.