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Arriba a la izquierda

Arriba a la izquierda, la reina Isabel II en su soledad. (Foto: @RoyalFamily)

DESPEDIDA EN WINDOR

Enorme soledad de Isabel II en el entierro de Felipe de Edimburgo

Las lágrimas de la reina y del príncipe Carlos han emocionado durante el solemne funeral. A la salida, una imagen que hubiera gustado a su abuelo, el príncipe Guillermo y su hermano Harry, en animada conversación.

Hechosdehoy / Angelika Knüppel

En una tarde primaveral y soleada, la reina Isabel II vivió este sábado en Windsor su día más difícil y triste. En una solemne ceremonia marcada por la pandemia, y acompañada tan sólo de sus familiares más cercanos, tuvo que despedir al hombre que fue su apoyo, su sombra y el padre de sus hijos, su marido Felipe.

Tras 73 años junto a él, quiso esperarle sola, de rigurosísimo luto, sentada en un banco a la derecha del altar. Una imagen que transmitía una inmensa soledad y tristeza. En las pocas imágenes que se pudieron ver de la reina, siempre estaba con la cabeza agachada, excepto en una en la que al igual que su hijo Carlos no pudo evitar unas lágrimas.

El duque de Edimburgo, fallecido el 9 de abril, tres meses antes de cumplir los 100 años, había planificado su funeral hasta el último detalle. No quiso fastos, ni sermón en el que se hablara de él, ni que nadie, excepto el arzobispo de Canterbury y el deán intervinieran. 

Y así fue, sólo que a causa de la COVID-19, en lugar de 800 había 30 invitados en la Capilla de San Jorge. Y un coro de cuatro personas y el órgano que pusieron el marco musical, con obras también escrupulosamente seleccionadas hace ya años por el príncipe Felipe.

El féretro llegó sobre un Land Rover Defender verde, adaptado como coche fúnebre, flanqueado por representantes de diferentes regimientos militares. Detrás, sus cuatro hijos, Carlos -el eterno príncipe heredero de 72 años- con su mujer Camilla; Ana de 70; Andrés de 61; y Eduardo de 57. Junto al resto de la comitiva recorrieron el camino a pie desde el castillo hasta la iglesia. De luto, en silencio y con mascarillas negras. 

Entre los asistentes, el príncipe Guillermo, su hermano el príncipe Harry, y entre ellos, su primo Peter, el nieto mayor de la reina. Fue la imagen más buscada por las cámaras. En la procesión, también los dos ponis favoritos del duque, Balmoral Nevis y Notlaw Storm.

A las puertas de la capilla, coincidiendo con las cuatro en punto de la tarde, se guardó un minuto de silencio seguido en todo el país. El deán de Windsor y el arzobispo de Canterbury recibieron al féretro. Fue instalado sobre el catafalco mientras los asistentes se sentaron por familias en los lugares asignados, manteniendo la distancia social.

Se vivió una ceremonia muy íntima, marcada por la música y las lecturas. En su saludo, el deán hizo un énfasis especial. "Nos ha inspirado su lealtad inquebrantable a nuestra reina, su servicio a la nación y a la Commonwealth, su coraje, fortaleza y fe. Nuestras vidas se han enriquecido a través de los retos que nos presentó, el coraje que nos dio, su amabilidad, humor y humanidad".

Tras la ceremonia de apenas 50 minutos, emitida para todo el mundo por la BBC –y que se pudo seguir en el Canal 24 de TVE con comentarios de Anna Bosch-, toda la familia real, con Isabel II a la cabeza, asistieron al descenso del ataud en la cripta real. La última persona en ser enterrada allí fue la madre del príncipe Felipe, Alicia de Battenberg, en 1969.

Una vez concluido el funeral y la despedida del féretro, los invitados recorrieron el camino inverso, en grupos familiares. Fue el momento en el que las cámaras captaron una conversación que parecía amigable y fluida entre el príncipe Guillermo, el príncipe Harry a su lado, y su cuñada Kate Middleton a su derecha. Se trata de la primera aparición pública de los hermanos en más de un año. Incluso se les vio reír, algo que a su abuelo le hubiera encantado.

Una buena señal, según los medios británicos, tras los meses y meses de malas relaciones después de que Harry abandonara el Reino Unido para instalarse en California con su mujer Meghan Markle y su hijo Archie. La pareja espera en los próximos meses una niña, motivo por el que Meghan permanece en Estados Unidos.

Ha sido la despedida perfecta en tiempos de coronavirus. Acorde a lo solicitado por el duque de Edimburgo. El hecho de que apenas hubiera público le dio más solemnidad y dignidad. El no quiso boato, y no lo hubo. Si estuvo presente su otro gran amor, además de su querida Lilibeth, la Marina. 

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