Tantas suspensiones del juego por las inclemencias meteorológicas les obligaron a salir dos veces al campo en el mismo día y los que estaban en mejor forma y en puestos de cabeza lo aprovecharon. Uno lo aprovechó más que nadie: Dustin Johnson.
El texano había completado las dos primeras vueltas con cinco golpes cada una, y para las siguientes rondas había tomado una especie inercia victoriosa.
¿No les ha ocurrido eso alguna vez? Ya sea en el golf, en las relaciones personales, en el trabajo, ¿no les ha pasado que empiezan muy bien y cuando se dan cuenta siguen mejor? Es como si, tocados de una gracia especial, entran en la fiesta con un comentario que cae bien y las chicas y los chicos se ríen.
Y después un chiste majísimo y la gente se arremolina para participar. Y usted está hecho un brazo de mar. Todos son sonrisas alrededor y nadie quiere que usted se vaya. Más al contrario, parece que si usted se fuera se eclipsaría el sol, sangraría la luna, y hasta Venus enlutaría en un fulgor más sombrío. Eso es inercia victoriosa.
O llega el lunes al trabajo y en la primera reunión acierta con un enfoque original, brillante y cuajado de prometedores beneficios. Todos están de acuerdo usted ha dado en el clavo. Y no son más que las 9:15. A las 10:00 llega el Director General – usted no sabía que vendría – y coinciden en el ascensor; son unos cuarenta segundos en el que usted, con toda naturalidad, sin la artificiosidad del pelota, formula una sincera y sencilla felicitación a este jefe por la fusión culminada el viernes pasado.
"Ha sido una medida genial – le dice -, y producirá sinergias sobre todo en ingeniería y proyectos; nos ha llenado de alegría”. Y a su Director General la cuadra una sonrisa en la boca al mirarle de frente con complicidad y decirle. “Cuánto me alegra: esa era efectivamente la clave: por eso nos atrevimos”. Se despide con una apretón que está cerca de la amistad.
Y a mediodía comiendo con colegas se ha sentido tan a gusto que al volver a la oficina ha hecho un trabajo que era de un compañero; y lo ha hecho sin que el otro se entere, para no humillarlo. Eso es inercia victoriosa.
O cuando el día declina, llega a un aparcamiento y ve en la máquina de pagar a un pobre hombre, acaso un extranjero, que no acierta a operar para sacar el ticket porque la dichosa máquina no admite el billete que el sujeto insiste en emplear. Y usted le paga con moneda. “No. No es nada” responde a las muestras de agradecimiento. Y sí lo es, a la vez. Porque el corazón sabe que sí es algo. Las cosas son grandes antes en el corazón que en las manos. Eso es inercia victoriosa.
Tengo para mí que muchos de esos continuados impulsos acertados, de gestos triunfadores seguidos, de hazañas de poca monta exterior no son casualidades, no son muestras de serendipity, esa facultad de encontrar cosas valiosas no buscadas. Más al contrario, aunque recibimos muchos regalos de la vida que ella nos da sin haberlos pedido, los más efectivos son los que vienen precedidos de decisión y repetición.
Así, si Dustin Johnson es desde este lunes el Número 1 del Ranking Mundial se debe, qué duda cabe, a dones y capacidades innatas que Dios le ha dado. Y entre ellos su magnífica esposa, Paulina. Pero el texano lleva años aplicado a mejorar su juego.
Sus ojos siempre tristes se hacen más claros dejando la vista en el suelo hasta ver despegar la bola pegada con el driver a mas de 300 yardas. Su gesto recogido en su interior sabe de pasarlo mal y empezar de nuevo una y otra vez. Pero lleva una temporada de éxito que se alarga como la sombra de los árboles que permanecen en pie en la tarde de Riviera.
Sí, existe la inercia victoriosa. También existe un spin-off de la victoria a la felicidad personal. Esta depende de la meta que cada uno proyecta para su vida y su coincidencia con el mejor de los planes. Encontrarlo y seguirlo es un tesoro alcanzable.
Y con ese -10 empezó la tercera jornada que, como hemos dicho se jugaba en domingo. El texano presentó al terminar esa ronda un -7 para un total de -17. En ese momento llevaba 50 hoyos sin cometer bogey. Sin duda tal número de hoyos con acierto revela que estábamos ante la mejor versión de Dustin Johnson.