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UNA CINTA NARANJA QUEMADA

Dolor de Matt Kuchar y victoria bajo presión de Chris Kirk en el Deutsche Bank Championship

Del segundo torneo de los Playoffs de la FedEx Cup sólo 70 pasarán al tercero. Gonzalo Fernández Castaño (82º) buen torneo, no estará. Pero el dolor también jugó en este campo bostoniano.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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En el tee de salida los jugadores y caddies aparecen concentrados. Por un momento – ¿será sólo una intuición? – tengo la impresión de que están más concentrados de lo normal. Los labios de alguien se mueven como si estuviese musitando. Otro acaba de colocarse la gorra de golf. Una gorra negra con una inscripción – “Angela” – y prendido un lazo naranja. La cámara barre el espacio circundante y veo más lazos naranjas. Luego continúa la retransmisión y otros caddies con gorra negra, y otros jugadores con cinta naranja. Intento recordar si es un día en el que se celebra algo en Estados Unidos. Nada: solo el lunes es The Labor Day, pero eso no da para lazos.
 
Total que vía Twitter pongo un mensaje privado a Canal Plus Golf: “@canalplusgolf Buenas noches, ¿por qué el lazo naranja en las gorras de los jugadores? Gracias” A los pocos minutos oigo por la televisión que el profesional y comentarista Álvaro Beamonte dice mi nombre y cita mi tuit, dando tan amable la respuesta: “es por la muerte de la esposa del caddie de Matt Kuchar”.
 
Luego hemos podido conocer más detalles: el miércoles murió repentinamente Angela, mujer de Lance Bennett, 39 años y madre de una hija de 4 años, Emma Grace. Desde luego se palpa el dolor y se conmueve la comunidad de golf. Su marido ha volado junto a su mujer y el bueno de Matt – “La Eterna Sonrisa” – tiene el gesto pellizcado desde dentro: “pensé en ella en cada hoyo, en cada golpe”. Su mujer, Sibi comenta: “Los chicos y yo elevamos nuestros pensamientos y nuestras oraciones por Lance y Emma Grace en estos devastadores momentos”.
 
Kuchar en un comunicado refleja su dolor: “Angela era una amiga querida, una esposa maravillosa y una madre cariñosa que causó una gran impresión en todos los que tuvieron la suerte de conocerla, y que echaremos mucho de menos”.
Ya con otro caddie toca volver a la “oficina”, porque la vida continúa y el Deutsche Bank, segundo de los playoff está en juego.
 
Mientras ellos se aprestan a la tarea, yo brujuleo por Internet algo mosca por lo del color naranja. ¿Por qué ese color y no otro para expresar el solidario dolor? ¿Por qué no el negro? Me encuentro la explicación en el New York Times: no es color naranja a secas, es naranja-quemado en honor de la Universidad de Texas, el equipo favorito de Angela Bennett.
Cuando ustedes lean estas noticias esta dama habrá sido enterrada en el cementerio Rose Hill de Kaufman, Texas.
En la tercera eliminatoria de la FedEx, dice adiós Gonzalo Fernández Castaño con su +3 en el día, -2 en el acumulado y, eso es lo malo, puesto 82º en la clasificación de la FedEx Cup que le apartan de la carrera: el león le ha devorado sus posibilidades, pues al siguiente torneo, el BMW, únicamente pasan los 70 primeros. Experiencia es lo que se lleva.
 
En la cabeza, Geoff Ogilvy descansaba líder en Casa Club. La diferencia no parecía y no fue suficiente – pero su fuerte escalada en la FedEx, del puesto 100 al 20, es una aventura para ser contada como de un “Cocodrilo Dundee” del golf de este australiano de perfil quijotesco.
 
Los líderes que venían por detrás parecían presionados por prensas de acero de distinto tonelaje: el cheque de 1.440.000 dólares; el primer lugar en la carrera para la regularidad del mejor circuito del mundo y, para más de uno, la eventualidad de que el capitán del Equipo Americano de la Ryder Cup, Tom Watson, le elija para formar parte de la escuadra que en poco más de tres semanas viajará a Escocia.
 
Y estos líderes presionados eran Russell Hanley, Billy Horschel, y Chris Kirk. Jóvenes jugadores que buscan su proyección a la historia del golf de un Continente. Y eso explica que la primera vuelta de cada uno de ellos fuera mejor que la segunda; o que a Horschel le saliera casi todo, y que ese “casi” cobrara protagonismo cuando en el approach del último hoyo, con un wedge y menos de 100 yardas, tirase la bola al obstáculo que tenia delante, desbaratando de un golpe sus posibilidades de un birdie y la victoria.
 
También esa presión multiforme provocaba que Hanley se pasase de palo en los últimos hoyos, poniéndose él mismo la zancadilla en la carrera para el trofeo, o que Chris Kirk (-15), que finalmente fue el vencedor tirase fatal sus golpes cortos que luego enderezaba con el putter – el drive da la gloria, el putt la victoria -. Todo lo metía. ¿Todo? Menos el último de metro y medio, muy fácil y que debió dejarle un gusto algo amargo.
 
Pero la victoria sabía dulce, siempre sabe dulce cuando los objetivos propuestos se alcanzan. Ya tendrá tiempo para otras cosas, porque esta noche templada de Boston se acuesta nº 1 en la FedEx Cup y la semana que viene, en Colorado, Dios dirá.
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