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QUERÍA CONTARME LA PELÍCULA

Cuatro causas recurrentes de los partidos lentos en golf

"Jugar al golf no es un sprint de los 100 metros lisos, pero es hacer un deporte, es decir, ejecutar movimientos con vistas a una meta. Así que si uno está jugando al golf no tiene porqué ser lento. Cadencioso sí."

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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He preguntado al Marshall de mi Club cuánto es el tiempo estipulado para que un partido de cuatro jugadores complete nuestro recorrido. “Cuatro horas y media”, me ha respondido sin dudarlo.

 
Entonces – y esta pregunta es retórica -, ¿por qué tardan algunos entre cinco horas y cinco horas y media? Entre ellos no está obviamente El Llanero Solitario, ese señor socio madrugador que sale a jugar cuando no están puestas ni las nubes. Ese señor socio es como una jirafa, no por lo alto sino por lo poco que debe dormir. ¿Sabían ustedes que a una jirafa le basta un hora y media de sueño para estar como una rosa?; una rosa alta y africana, claro.
 
Pues nuestro Llanero Solitario, como su nombre indica, sale a jugar sin compañía alguna; marcha por el fairway a paso de carga, y después de haber completado 18 hoyos en menos de tres horas vuelve a casa con el deber – deber de jugar al golf – cumplido.

En el aparcamiento se cruza con otros señores socios que llegan en ese momento arrastrando su  sueño a meterse café y tostadas por el cuerpo antes de comenzar su partido. Son estos gente común, jubilados de los de antes de la reforma de las pensiones, grises tigres de zarpas recortadas: ¿Sabían ustedes que los tigres duermen una media diaria de quince horas? Ahora entiendo la voracidad con la que se abalanzan sobre el desayuno en forma de despistada gacela.
 

Bueno, pues lo dicho: dejando a salvo a El Llanero Solitario y algún otro Correcaminos mi club – y a lo mejor el suyo de usted – se ve colapsado por partidos que avanzan lentos como caracoles en día de descanso.
El asunto da para un Trabajo Fin de Grado (TFG) de la carrera de Deportes. ¿Cuáles son las causas de que haya juego lento?
 
Hay juego lento, porque no hay juego, dicho esto sin ánimo de pontificar sobre asunto harto opinable. Pero, si lo pensamos bien, jugar al golf no es un sprint de los 100 metros lisos, pero es hacer un deporte, es decir, ejecutar movimientos con vistas a una meta. Así que si uno está jugando al golf no tiene porqué ser lento. Cadencioso sí, lento no; armonioso y rítmico sí, lento nunca; prudente desde luego, pero visto el objetivo – que lleva en el mismo sitio sin moverse todo el día– lo único que hay que hacer es acometerlo.
 
Entre las causas de juego lento censadas en la Enciclopedia de Golf de la biblioteca de mi tía Alicia figuran docenas; las cuatro siguientes figuran como recurrentes:
 
1.- Llegar impuntual al tee del hoyo 1 y comenzar entonces con tanta calma como concentración a ejecutar ejercicios de calentamiento muscular y ensayos de golpes más propios de una tabla completa de gimnasia olímpica, retrasando así la salida de todos.
 
2.- Dedicar más minutos de los reglamentarios (5 minutos, Regla 27) a buscar una bola perdida en un matorral, sin dar paso al partido que viene detrás. Hay verdaderos espeleólogos entre mis conocidos, auténticos expertos en enredarse en el bosque, que buscan la bola con una pasión – y extensión horaria – similar a la de un alma en pena persiguiendo su salvación.
 
3.- Organizar sesudos debates en el curso del juego acerca de temas que nada o poco tienen que ver con el golf: asuntos de política las más de las veces; pero también Caza; Lugares de vacaciones; repaso pormenorizado de la listas de los mejores bares de tapas de Sevilla; Fútbol; poner a bajar de un burro a toda autoridad conocida, empezando por el Comité de Golf del propio Club; canciones de los 60 o Cine: el martes sin ir más lejos un compañero contrincante pretendía contarme la película que había visto la víspera y que opta a los Oscar.

¡Pero, Señor, si sólo quiero que coja su driver y dé a la bola! Aunque las damas son, por lo general, buenas narradoras, los que suelen detener el juego con su charla son mayoritariamente caballeros; ellas son capaces de jugar y hablar de modo simultáneo y armonioso.
 

4.- Discutir desmesuradamente acerca de reglas, suma de golpes dados y otras minucias. Es cierto que es legítimo instar un “golf ruling”, es decir cuestionar la interpretación y aplicación a un caso concreto de una regla (rule) de golf. Si uno piensa que alguien va a cometer un infracción es del todo noble entrar a deslindar cuál es la regla aplicable al caso y cómo hacerlo: el derecho abomina de la confusión. Pero una cosa es eso y otra querer abrir juicio oral con audiencia de las partes, exposición preliminar, réplica, dúplica, recurso, etc., en medio de un partido.

¡Señores que para emplear años en resolver asuntos sencillos ya tenemos el Tribunal Constitucional! Jueguen un segunda bola y sometan la cuestión al Comité de Golf.

Pero si quieren una opinión desinteresada, causas habrá muchas, pero motivo, como en tantas ocasiones cotidianas, sólo hay uno: el olvido de ley de oro: “trata a los demás, como querrías que te trataran a ti”.
 

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