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PROBLEMAS ESPACIALES

Barack Obama y su plan de golf y descanso en Martha´s Vineyard

Informa Sara Brown en Vineyard Gazette que un portavoz de la Casa Blanca ha confirmado que la familia Obama estará ahí desde el sábado 6 al domingo 21 de agosto disfrutando de unos días de vacaciones.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Se escribe Martha’s Vineyard pero se lee The Vineyard, como se escribe Sotogrande, pero decimos Soto; como se escribe Real Sociedad de Golf de Neguri, pero se dice La Galea.

Pues, The Vineyard es una isla del condado de Duke, al sur de Cabo Cod en Massachusetts, destino durante décadas del descanso de distinguidas familias estadounidenses, preferentemente de la costa Noreste. También de otras celebridades.

Sólo por asistir a los más olvidadizos de mis lectores recordaré que fue allí donde se produjo el accidente en el que murió Mary Jo Kopechne; cruzaba en coche el puente de Chappaquiddick junto al senador Edward Kennedy; otro Kennedy, John F. Jr., viajando en su avión privado hacia The Vineyard se estrelló muriendo él, su esposa Carolyn Bessette y la hermana de ésta, LauraJacqueline Kennedy, viuda del llorado presidente, tuvo casa en la isla, en Aquinnah  hasta el día de su propia muerte.

En The Vineyard se rodaron el Tiburón de Steven Spielberg y sus secuelas; y viven o son visitantes asiduos celebridades como el expresidente Clinton y su esposa-candidata, Hillary; por allí pasan Beyoncé y Jay-Z, o la actriz Meg Ryan.

Hay una importante colonia de influyentes judíos norteamericanos y una profusión de yuppies, abogados, médicos, ingenieros y arquitectos de renombre y poderosos de todos los orígenes: por ejemplo lo más granado y prescriptor del mundo afroamericano ha poblado los veranos las playas de Oak Bluffs, hasta el punto de que ese paraje es conocido por el apelativo The Inkwell (“El Tintero”).

Pese a tanta celebridad, como pasa en algunos parajes “it”, estos personajes viven con discreción su descanso y no suelen ser vistos públicamente, y menos en masa. Cada uno en su casa y Dios en la de todos.

Lo que no hay en The Vineyard – literalmente “El Viñedo” – es una sola viña, ni más uvas que las que importen los fruteros locales para sus ilustres visitantes. No hay viñedo, no hay viña, no hay uva, ni su licuación natural, el mosto.

No hay vino local, aunque en 1985 unos caldos de  Martha’s Vineyard  consiguieran ser incluidos como American Viticulture Area, como denominación de origen; la aventura del vinatero Chimaca terminó en 2008 con el cierre del negocio.

Y entonces, en un lugar de vacaciones “avec beaucoup de charme”, pero sin vino propio ¿qué hace un presidente como Barak Obama?

Pues lo mismo que hizo las siete veces que ha ido antes: “play golf”. En cuanto le nombraron presidente, soltó un par de discursos, besos a unos niños en Chicago, soltó algunas perlas políticas y legales para que se peleasen en el Congreso. Luego, cogió a su augusta esposa Michelle y a las niñas y debió decirles “¡Hala!, majas: a empacar que nos vamos para The Vineyard”.

Y ¿saben que es lo más importante que va en la bodega del Air Force One? No, el Teléfono Rojo no va en la bodega. En la bodega van los palos de golf.

Vamo a ve, para que me entiendan: en agosto, la bodega del Air Force One camino de The Vineyard no difiere sustancialmente del maletero de su Renault Laguna camino del Puerto de Santa María (Se lee “El Puerto): es un espacio amplio, pero no de chicle.

Cierto: tienen que entrar los bañadores, el cubo, la pala, el flotador, la canoa inflable con sus remos, la sombrilla, las toallas de playa, los bronceadores de protección 50, trajes de día, de noche (por si nos invitan a la fiesta de los Ortiz de T. y P de Q), el iPad, el iMac, veinte novelas, los deberes de verano de las niñas, la cuna del bebé, dos toneladas de pañales, los sombreros de paja, el balón de fútbol y el coñazo de las palas de playa.

Todo eso ha de entrar. Y entrará, que nadie lo dude: ese es el cometido, si no único sí principal, del pater familias. Pero lo primero de todo, la piedra angular del maletero del coche y de la bodega del Air Force One, el “sine qua non” del Plan de Urbanismo del Maletero (PUM, o AFOUS en sus siglas americanas por  Air For One Urbanization Scheme),  lo que no admite discusión, si me entienden lo que quiero decir, es la bolsa de palos de golf.

Una vez acomodada la bolsa de palos, todo lo demás entrará sin más problema. Muchos zozobras matrimoniales han comenzado por problemas espaciales, cuando alguien no ha entendido el orden natural del cosmos. No lo escribo por usted, sensato lector; tampoco por usted, señor Presidente, pero si uno decide condicionar las vacaciones al espacio disponible en el maletero (o en la bodega del Air Force One) para el inflador de la canoa, entonces sí que es una asunto de Estado; entonces sí habrá que echar mano del teléfono rojo.

Señor Presidente, que disfrute con su juego. Dado que tenemos parecido hándicap, estuve tentado de invitarle a jugar juntos en Sevilla. Desgraciadamente su agenda se vio alterada por graves acontecimientos y no pudo venir. Le hubiera gustado perder un Martini con Casera y bebérnoslo en amigable charla en la Terraza Oeste de la Casa Club, del Real Club de Golf de Sevilla. Para usted, El Real.
 

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