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EL INFIERNO DE SIRIA

Aylan Kurdi, la muerte a los 3 años huyendo de guerra y martirio inaceptables

Publicar la foto y callar sobre el drama de su huida es pornomiseria. Movilizarse contra la sanguinaria tiranía de Bachar El Asad, la guerra civil siria y la lacra de Estado islámico es una obligación.

Hechosdehoy / Juan-Fernando Dorrego Tíktin
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Siria es un infierno bajo Bachar El Asad. Sin esperanza ni tregua en la persecución de mujeres y niños, hombres y ancianos, los más débiles y frágiles.

Una matanza indiscriminada y continua. En estos escombros de terror nació la guerrilla suní radical de Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS). Todos son culpables. Han arruinado los proyectos de vida de millones de personas en un sufrimiento atroz en el que no se quieren testigos.

Bachar El Asad es el aliado privilegiado de Rusia. Cuenta también con el apoyo de la República Islámica de Irán. El papa Francisco lloró al denunciar en una de sus homilías en su residencia de Casa Marta esta lapidación de inocentes que nadie para.

Ahora, ante la próxima llegada de un invierno que puede ser el último, hay una estampida humana de una clase media diezmada. Tratan de llegar a islas del mar Egeo para proseguir su ruta a lo que intuyen, más bien esperan, que será un mundo de fraternidad.

Aylan Kurdi tenía tres años. Era un niño de Kobane, la ciudad asediada por Estado Islámico, en la frontera de Siria y Turquía, que resistió heriocamente pero lo pagó con sufrimiento, destrucción y muerte. Aylan apareció en la turística playa turca de Ali Hoca Burnu. Con las olas lamiendo su cuerpo sin vida, como dormido, con su camisetita roja y su pantaloncito, conmovió y agitó al mundo. Suscitó infinta compasión en las redes sociales.

Nunca antes otra imagen golpeó con esta fuerza mostrando la vida truncada de Aylan Kurdi. Su familia buscaba huir hasta Canadá del infierno en que se convirtió Oriente Medio. Su sueño se rompió.

Salió en la noche del martes 1 al miércoles 2 de la península de Bodrum (suroeste de Turquía) con destino a la isla de Kos. Nunca llegó. Murió también su hermano, Galib (de 5 años), y su madre, Rihan Kurdi (de 35). Sólo su padre, Abdullah, logró sobrevivir. Había pagado 2.050 euros por cada miembro de su familia a los traficantes que organizaron el viaje de la costa turca a la isla de Kos.

Deleznable los nuevos negreros que operan en Libia y Turquía con plena impunidad. Incalificable el apoyo y protección en el Consejo de Seguridad de Rusia y República Popular China a la locura de Bachar El Asad. En Turquía hay una marea de refugiados de Siria de 2 millones; en Líbano, 1,1 millones sobre una población de 4,5. 

La Unión Europea reaccionó con máxima energía para evitar la bancarrota de Grecia y su contaminación. Es incapaz sin embargo de rebelarse contra la bancarrota moral. Tuvo que morir Aylan Kurdi, el niño que quería ser feliz, para que se comprenda que no puede haber dignidad sin un compromiso de ayuda y solidaridad a las victimas de la pesadilla siria, inaceptable lacra en Oriente Medio.


– Ver en Hechos de Hoy, Hungría se lava las manos y tacha el caos de refugiados de "problema de Alemania".

 

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