Una agonizante estrella a 5.500 años luz del planeta, nos cuenta sobre el posible futuro de nuestro Sol. La nebulosa planetaria conocida como Abell 30 aloja a la moribunda estrella, de hecho, hace unos 12.500 años, la agonizante estrella tuvo su primer roce con la muerte y las consecuencias no se hicieron esperar, sin embargo, los astrónomos nos cuentan que hace 850 años, la estrella se recuperó un poco y comenzó a “toser violentamente nudos de helio y material rico en carbono”.
Pero vamos por partes. Una estrella como la emperatriz del Sistema Solar o, como en este caso, con menos de ocho veces la masa del Sol, se hincha y se convierte en una gigante roja al final de su vida y sus capas exteriores son expulsadas a través de pulsaciones y vientos.
De hecho, un viento estelar lento y denso provocó aquel primer roce con la muerte de la estrella en Abell 30, este fenómeno induce a que la capa exterior sea eliminada y se expanda hacia el espacio. Lo que no es una buena noticia para todas las rocas que dependemos de la vida de la estrella.
El breve renacimiento de la estrella que tosía helio produjo más expansión de sus capas que volvieron a contraerse en un espacio de 20 años provocando un efecto dominó de la aceleración del viento de la estrella. Ahora, la palabra dinamismo le queda pequeña a la región. La velocidad actual del viento de la estrella es de 4,000 kilómetros por segundo; más de 14 millones de kilómetros por hora.
Así que imagínense estos vientos rápidos interactuando con el lento y con el material expulsado, los astrónomos nos dicen que se forman estructuras complejas, incluyendo delicadas colas de cometas que se ven cerca de la estrella central en esta imagen.
Se piensa que la imagen refleja un poco el final del Sistema Solar en unos millones de años. “Cuando nuestro Sol emita sus jadeos finales de vida, su viento estelar y radiación arruinarán y evaporarán cualquier planeta que haya sobrevivido a la fase primera de gigante roja en la evolución estelar”, escribieron los astrónomos para ESA.
“Si alguna civilización distante está mirando este fenómeno a través de telescopios de alta potencia de rayos-X, en ese preciso momento, podrán ver cómo se iluminan los planetas como brasas, ya que están inmersos en el viento estelar”.
– Glenys Álvarez, psicóloga y periodista científica, reside en República Dominicana y publica más temas interesantes de ciencia en Editora Neutrina y Órbitas Científicas.