No puedo imaginar aquella hecatombe hace casi dos mil millones de años, los cerebros terrestres tenemos limitaciones para contemplar tales magnitudes. De hecho, recuerdo cuando entendí que el Universo estaba “hecho” de algo; de espacio y tiempo aseguraban, pero eso fue una cucharada más difícil de tragar.
El asunto es que todo lo que es masa afectará al espacio-tiempo a su alrededor y cataclismos como dos agujeros negros colisionando crean ondas, y aquí viene la metáfora que a lo mejor has leído varias veces: es como tirar una piedra en medio del lago y ver las ondas que se forman a su alrededor y se disipan en la distancia.
La teoría de la relatividad de Albert Einstein las predijo hace un siglo y hace aproximadamente medio que las andan buscando. En el 2015 se detectaron las primeras gracias al LIGO, dos interferómetros que se encuentran en Estados Unidos y que son capaces de revelar disturbios en el espacio realmente minúsculos. Sin embargo, aunque son llamados observatorios realmente no observan porque son ciegos, están diseñados más bien para escuchar, podríamos inventar la palabra “escuchatorio” para LIGO.
LIGO tiene dos brazos, cada uno de 4 kilómetros de largo posicionados en forma de L. Por cada brazo corre un láser que pasa por unos espejos gruesos de una pureza que dan ganas de llorar; (recomiendo que busques un video del LIGO en YouTube) estos espejos se encuentran al final de cada brazo y su trabajo es crear un patrón de interferencia. De esta forma, forjan un tipo de “magia” tecnológica que permite que los brazos del interferómetro trabajen como si fueran 280 veces más largos de lo que son.
Pero regresemos al comienzo de la historia. La colisión ocurrió a 1.800 millones de años de aquí, es decir, que cuando esas ondas llegaron al planeta Tierra ya eran realmente diminutas, millones de veces más pequeñas y menos perturbadoras; y ¡qué suerte!, ¿no?, porque ninguno de nosotros estaríamos aquí si hubiésemos estado cerca.
De hecho, cuando las ondas gravitacionales de la primera detección llegaron a LIGO, la cantidad de oscilación espacio-temporal que generaron fue miles de veces menor que el ¡núcleo de un átomo! Y es esa escala la que maneja LIGO, mediciones tan pequeñas que son inconcebibles, sin embargo, estos “escuchatorios” lo han hecho ya cuatro veces.
La inclusión de Virgo en Pisa, Italia, es sólo la primera de muchas. De hecho, ya hay planes para comenzar a detectar las ondas gravitacionales desde el espacio con un interferómetro espacial conocido como LISA que estará trabajando en unos 20 años.
Con Virgo, por ejemplo, los científicos han obtenido una visión tridimensional que les ayuda a entender cómo el espacio-tiempo se sesga al formarse estas ondas. Además, con más interferómetros lograrán conocer los orígenes de estas ondas y en cuáles galaxias están ocurriendo estas extraordinarias colisiones.
No olvides que otros eventos, como supernovas, estrellas púlsares y hasta la misma Gran Explosión, también crean estas ondas gravitacionales. Lo especial para todo el estudioso del Cosmos es que no están formadas de radiación electromagnética, son un fenómeno completamente distinto que podrá hasta descubrir para nosotros una imagen de un agujero negro, y eso sería exquisito.
Otro detalle sobre estas ondas es que casi no interactúan con la materia, por lo tanto, viajan sin obstáculos por todo el universo lo que nos regala una visión más clara del mundo cósmico, sin distorsiones ni alteraciones. El ser humano observa, escucha y analiza el Universo de maneras admirables y complejas; y es que vale la pena pues los resultados son verdaderamente descomunales.
Y qué mejor conclusión que las palabras del mismo Einstein:
"Lo que veo en la naturaleza es una magnífica estructura que sólo podemos comprender muy imperfectamente y que debe llenar a una persona pensante de un sentimiento de humildad".
Si no has escuchado cómo suena una onda gravitacional, ve aquí: https://www.youtube.com/watch?v=9aJ1pmBNmA8