Para avanzar rápido, Michelle Bachelet sabe que tendrá que andar despacio. Tras recibir la banda presidencial de manos de la presidenta del Senado, Isabel Allende, hija de Salvador Allende -primera mujer en presidir la Cámara Alta y con un protagonismo político lleno de significado-, Michelle Bachelet centró las prioridades en lucha cerrada para reducir las desigualdades en Chile.
Tras su primer mandato (2006-2010), el desafío para esta pediatra de 62 años, tras cinco lustros de democracia, es el de la plena modernización y transformación de la sociedad chilena con el alto reto de asumir la gran transformación educativa. Chile ha sido admirado por su crecimiento y estabilidad política. Michelle Bachelet desea que lo sea también en un inmediato futuro por la extensión a la sociedad de un impulso educativo que suponga un cambio profundo, accesible y de extrema calidad.
Para los primeros 100 días, la presidenta fijó 50 medidas que son llave de reformas y transformaciones apuntando a tres sectores: la reforma educativa, la reforma tributaria y la reforma constitucional. Es su desafío personal y la escena en que se va a medir en este segundo regreso a La Moneda. Para este gran esfuerzo necesitará tacto personal y apoyos muy amplios a la derecha y a la izquierda. Lo importante en Chile es que el fenómeno de indignados asumió que debía no marginarse para cambiar el sistema desde dentro. En las imágenes de la nueva etapa abierta en Chile, Camila Vallejo con su bebé colgado en el pecho. Como diputada del Partido Comunista (PC) forma parte de la nueva coalición gubernamental. También en el equipo de la presidenta, Claudia Pascual, ministra de la Mujer. El Partido Comunista no ocupaba ninguna cartera desde el golpe contra Salvador Allende de 1973.
Desde un primer momento, Bachelet está bajo la presión de una opinión pública que espera lo mejor, y además de forma rápida. La presidenta tuvo que renunciar a cuatro miembros de su equipo. “Porque tenemos urgencia, no podemos apresurarnos”. insistió al comenzar su mandato. A subrayar en los actos en el Congreso Nacional de Valparaíso el grado de madurez de la sociedad chilena.
En 2012, Michelle Bachelet entregó la banda presidencial a Sebastián Piñera. Fue ahora la hija de Salvador Allende quien presidió un momento histórico que contó con la asistencia de los presidentes de Ecuador, Rafael Correa; Uruguay, José Mujica: Argentina, Cristina Fernández de Kirchner; Brasil, Dilma Rousseff: el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden; y el Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón y Grecia. Entre las ausencias, Nicolás Maduro. La crisis de Venezuela ya es el primer conflicto interno en el nuevo gobierno por quienes condenan a Maduro y los que le defienden.
Sebastián Piñera dejó La Moneda con un 50% de aprobación y respaldo a su gestión (asunto que destacó Hechos de Hoy). Antes de ponerse al volante de su automóvil, autorizó al equipo saliente que se pudieran borrar los e-mails personales. Quiso borrón y cuenta nueva, algo que a algunos no gustó. No empañó sin embargo un relevo que es un modelo para América Latina. Para Michelle Bachelet los altísimos desafíos de su mandato van a poner a prueba su coraje y nervio templado. Tendrá que caminar por la ruta de los consensos y no olvidar que todo lo logrado en Chile fue porque se quiso evitar siempre la ruptura y la fractura.
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