Si los gobiernos de Reino Unido y Francia quería proteger tanto a los aficionados del fútbol , estaban ignorando lo que sucedía con la propiedad de los clubes, la prepotencia y opacidad en la gestión de FIFA y EUFA, la actuación de agentes, y precios desorbitados en fichajes. Un edificio que temblaba se vio de repente salvajemente sacuido por la COVID-19.
Es un escenario apasionante de marketing, desafíos, personalidades y lamentos. Si hay paz y pacto, se abrirá un escenario gigantesco pero con perdedores -que nunca serán aficionados ni jugadores pese al ruido y enorme polémica desatada-.
Atención a datos que no hay que olvidar sobre Manchester United, Chelsea, Arsenal, Tottenham, Manchester City y Liverpool. De los seis clubes del Reino Unido de la Superliga que juegan actualmente en la Premier League, sólo el Tottenham, cuyo multimillonario patrón Joe Lewis reside en las Bahamas, es de propiedad británica.
Tres de los seis clubes ingleses están en manos de estadounidenses que también tienen participaciones en franquicias deportivas de Estados Unidos.
El Manchester United está controlado por la familia Glazer, propietaria también de los Tampa Bay Buchaneers, campeones de la Superbowl, desde una controvertida adquisición en 2005.
El grupo deportivo Fenway, de John Henry, es dueño del Liverpool y de los Red Sox de Boston, y el multimillonario propietario del Arsenal, Stan Kroenke, controla los Rams de Los Ángeles y los Nuggets de Denver.
Los tres clubes se vieron perjudicados por que la Premier League inglesa optase sólo a cuatro plazas en la Liga de Campeones. El Manchester United quedó fuera de los cuatro primeros puestos en cuatro de las últimas siete temporadas.
El Arsenal, que es noveno en la Premier League, no se ha clasificado para la Liga de Campeones desde 2016 y el Liverpool se enfrenta a una batalla para hacerlo esta temporada.
La propuesta de la Superliga supone organizar una competición de 20 equipos, en que los 15 Socios Fundadores tendrían su participación siempre garantizada, lo que les asegura los ingresos de derechos televisivos y los de patrocinio comercial.
Un fondo de 3.500 millones de euros (4.200 millones de dólares), respaldado por el banco de inversiones estadounidense JP Morgan, debe servir a apoyar la inversión en infraestructuras de los clubes fundadores para compensar el impacto de la pandemia. En definitiva el plan se asemeja principalmente a la estructura de las grandes ligas deportivas estadounidenses.
A destacar también que el Manchester United, el Liverpool, el FC Barcelona y el Real Madrid, vieron socavada su posición dominante por la inversión de Abu Dhabi en el Manchester City y de Catar en el París Saint-Germain. Incluso el Chelsea, gracias a la riqueza de su propietario ruso Roman Abramovich ha dejado atrás a algunos de sus competidores en la carrera por los fichajes.
En su presentación, los fundadores de la Superliga aseguraron que “la competición se construirá sobre una base financiera sostenible y todos los clubes fundadores se someterán a un marco de gastos”. Esto permitiría a los propietarios obtener mayores ingresos sin la presión de dedicarlos a mayores salarios y fichajes de jugadores.
Atención también a la reacción de la Superliga a las amenazas de la FIFA y la UEFA. Ha advertido que tomaran medidas legales para proteger la Superliga. Carta de los Clubes Fundadores al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y al presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin. Han subrayado que la Superliga ya ha sido financiada por 4.000 millones de euros de una institución financiera.