No fue el pueblo quien evitó la caída de Recep Tayyip Erdogan. El poder popular simplemente no hubiera existido en la noche del viernes 15 sin los móviles. Sólo sacando los tanques a la calle no era la decisión que suponía un vuelco de poder en Turquía. Coincidencia en los análisis en que los militares pensaron y actuaron como en Chile en 1973.
Las redes sociales, los móviles (celulares), FaceTime y la cadena de mezquitas conectada -como si fueran enlaces de una web- ofrecieron información valiosa dentro y fuera de Turquía. Sin duda se convirtieron en el factor decisivo (ver en Hechos de Hoy, El hombre del tanque, de la Plaza de Tiananmen a Estambul).
Para analistas, los militares que protagonizaron el golpe de Estado actuaron como si estuvieran en Chile en 1973 o en Ankara en 1980. No comprendieron que estaban inmersos en el Estambul y Ankara de 2016, en el siglo XXI, donde los jóvenes se echaron a la calle movilizados con sus teléfonos móviles (celulares).
El plan era el de actuar aprovechando un largo fin de semana de vacaciones en Ankara con el presidente descansando en Bodrum, una población en la provincia de Muğla. Ubicada en la península de Bodrum, cerca de la entrada noroeste del golfo de Gökova, en frente de la isla griega de Cos.
El plan de la revuelta se centró en tomar el control del aeropuerto, cerrar el puente sobre el Bósforo en Estambul, movilizar tanques sobre el Parlamento en Ankara, y controlar los principales puntos de las dos ciudades. A la vez emitieron un comunicado por la televisión estatal declarando el toque de queda y advirtiendo a la gente que debía quedarse en casa. Fue justo todo lo contrario.
¿Cuáles fueron los errores que cambiaron la suerte de Turquía?
No deuvieron a ninguno de los líderes del partido en el poder. No hubo apagón de canales. No cerraron los canales de televisión privados, salvo CNNTurk. Pero su error estratégico capital estuvo en no comprender que los teléfonos móviles y las comunicaciones por las redes sociales entrarían en acción. Obviamente, en el plano estratégico, también fracasaron por acruar al margen de la cadena de mando.
Erdogan, látigo de redes sociales, prensa y televisión, pasó de crítico a converso. Comprendió que sólo de esta forma llevaría su mensaje a un país de 80 millones de habtantes. Reaccionó rápidamente al fuerte rumor de su huída del país así como de haber pedido aslo político a Angela Merkel.
Utilizó la función de video FaceTime para conectar con el teléfono de una periodista y transmitir su mensaje en directo a través de CNN Turk, la red privada de televisión que los golpistas no lograron apagar. "Reunámonos como una nación en las plazas", fue el mensaje de Erdogan.
Veinte minutos después de este mensaje, .el primer ministro, Binali Yildirim, anunció en Twitter que el alto mando de las Fuerzas Armadas no apoyaba la revuelta.
El equipo de Erdogan fue muy activo para enviar mensajes fuera de Turquía. El presidente estaba vivo y a salvo pese a que los soldados rebeldes habían ocupado la estación de televisión TRT. Abdullah Gul, el aliado político de Erdogan, también uso FaceTime en CNN Turk. El exprimer ministro Ahmet Davutoglu se movilizó llamando con su teléfono móvil a la cadena Al Yazira ppara anunciar el fracaso del golpe.
El golpe de Estado de Turquía no fue el 23-F de Erdogan. Los tanques y la aviación entraron en acción con ataques y bombardeos. Fueron matados a quemarropa policías y civiles. Las horas duras del golpe fueron cruentas y dramáticas.
A los soldados movilizados no se les dijo toda la verdad. No esperaban una resistencia popular. Se rindieron y abandonaron rápidamente la escena. Alguno quiso llegó a convertir en viral su mensaje de denuncia.
Por primera vez se empleo la red de mezquitas con sus altavoces como enlaces de una web para repicar el mismo mensaje.
El poder popular paró el golpe efectivamente. Pero no lo hubiera hecho sin la fuerza de la tecnología a todos los niveles. Sólo la información vía redes sociales movió a Barack Obama a pronunciarse rápidamente porque ya sabía el giro exacto de los acontecimientos.