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LAS ÉLITES

Primera piedra de la Escuela de Golf de “Miguel Ángel Jiménez” de Torremolinos

Con pocos días de diferencia se producen dos inauguraciones que tienen que ver con el aprendizaje y la extensión del golf en la geografía española. ¿Popularizar el golf?

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Cómo con las sevillanas, vamos con la primera: el pasado lunes se inauguró en Elche (Murcia) la Escuela Municipal de Golf con asistencia, entre otras dignidades del presidente de la Federación Valenciana de Golf, Andrés Torrubia. La estrella invitada fue el profesional Sergio García, reciente ganador en Catar y noveno actualmente en el Ranking Mundial.
 
La Escuela Municipal de Elche ha supuesto un inversión de 1,4 millones de euros desembolsados por las Federaciones valenciana y española; tiene nueve hoyos cortos, ocupa una extensión de 53.000 metros cuadrados cedidos por el Ayuntamiento ilicitano y está equipada con putting green, chipping green y campo de prácticas.
 
El otro acto inaugural es el de la colocación, el viernes 7 de febrero de 2014 de la primera piedra de la Casa Club de la Escuela Municipal de Golf “Miguel Ángel Jiménez” de Torremolinos, escuela que fue inaugurada el 13 de febrero de 2013. Digo yo que sería deseable que la segunda piedra no tarde también un año en colocarse como la primera, pues en vez de Escuela de Golf va a parecer una ACP: Academia para la Construcción de Pirámides. Además, si ponen una piedra por año ¿cómo van a tener autoridad moral para enseñar a ir a buena velocidad por el campo golf? En fin, quizás tanta demora se deba a cuestiones de licencias, estudios proyectos o agenda del Pisha, que merece, eso sí, un homenaje por este apoyo al crecimiento del golf.
 
Jiménez ha declarado: “Quiero acercar este deporte a personas que aún no lo conocen, a través de cursos gratuitos de “Toma de contacto con el Golf” para niños, jubilados y desempleados”. También espera que el proyecto sirva a “aspirantes a profesionales prestándoles el apoyo tan necesario en los comienzos de su carrera”.
 
De estos actos me interesaron dos ideas: la primera, expresada por Miguel Ángel Jiménez en la que decía que “debemos esforzarnos en atraer a nuevos jugadores ofreciéndoles instalaciones como ésta, donde pueden aprender y disfrutar sin requerir tanto tiempo”. Enhorabuena: aprender y disfrutar.
 
La segunda idea se la escuché en el programa televisivo On the Tee al presidente de la Federación de Golf de la Comunidad Valenciana. El dirigente esperaba que la Escuela – la de  Elche – “sirviera para popularizar el golf” y “quitarle esa aureola de elitista que tiene el golf y que ya no debe de existir”.
 
Durante el aperitivo, guarecidos del inclemente tiempo en una terraza cubierta, he leído estos comentarios a mi prima Margarita y a mi tía Alicia, la primera recién llegada del desierto y la segunda a la que muchos desean se pierda en otro.
 
No me ha sorprendido la reacción de ninguna de ellas. Mientras Margarita se encogía de hombros y se comía una aceituna manzanilla, mi tía Alicia ha vocalizado a cámara lenta con el más pausado de sus tonos educados. En su caso, cuanto más educado y más pausado es el tono, más cortante se manifiesta y revela su mayor grado de indignación:
 
.- Al parecer ese valenciano se ha fumado la moqueta o tiene la sesera carcomida por los microbios patógenos de la ignorancia: si el golf deja de ser elitista, deja de ser golf. Lo que tienen que hacer esas autoridades no es popularizar el golf, sino “golfizar” al pueblo.
 
Intento meter baza:
.- No sé, tía quizás…
.- Calla y escucha, querido zopenco de mi alma – me corta mi tía (ahora ya sé de quien ha sacado mi prima Margarita ese apelativo cariñoso: “zopenco”)-, escucha para tu edificación.
.- Sí, tía.
.- Todos los caballeros que juegan al golf tal como el golf es, se comportan de modo educado y respetuoso en el más alto grado que cabe…
.- Sí, tía – digo yo sin querer citar a un socio concreto de mi Club.
 
.- Si es así – prosigue mi anciana pariente -, no se trata de rebajar el golf, mezclándolo con las costumbres populacheras, sino de hacer que el pueblo, aparte de dar golpes a una bola con un palo, mejore el resto de sus hábitos. El pueblo ama convertirse en élite. ¡Todos queremos ser de la élite! Por eso es un error, propio del lenguaje políticamente correcto hablar como los Morancos en TV3 y  decir “hay que popularizar”: lo que hay que hacer son élites: cuántas más mejor. Elitista es el “que se comporta como miembro de una élite, que manifiesta gustos y preferencias opuestos y de mayor calidad que los del común”.
 
.- ¿Entonces? – pregunto yo, que me he perdido en la segunda frase.
.- Entonces, querido sobrino, no se trata tanto de convertir el golf en común, popular y vulgar, sino de que la gente sea deportista, distinguida y excepcional.
.- O sea…
.- O sea, que ir a favor de corriente es fácil, pero una Escuela de Golf o mejora a las personas o degrada el golf. ¿Verdad Margarita?
.- Verdad tía – contesta la mas bella de las primas, que sabe latín y, tras tomar un sorbo de Alfonso, añade-: “Corruptio optimi, pessima”.
 
Por la tarde leo en mi diccionario: “la corrupción de lo mejor es lo peor”.
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