Estados Unidos mantiene su doble intervención en Irak: militar y humanitaria. Con lanzamiento de paquetes de agua potable y alimentos trata de evitar una catástrofe humanitaria entre los miles y miles de refugiados yazidíes en el Monte Sinjar, en el noroeste de Irak, donde se encuentran atrapados.

 A la vez atacó la vanguardia de la actual ofensiva de Estado Islámico (EI, o ISIS) que se situó a 40 kilómetros de Erbil, la capital kurda. Es la batalla de Erbil, decisiva porque en esa ciudad se encuentra el segundo perímetro militar estadounidense de asesores y militares que hay en el país. Para analistas, como destacó Hechos de Hoy, Barack Obama, tras la frustración de no haber intervenido en Siria, quiere enviar a sus aliados en la región su capacidad de ayuda humanitaria y músculo militar -y por lo tanto político-. De nuevo la US Navy, con su capacidad aérea el elemento decisivo en esta nueva crisis bélica de Irak.

Que Estados Unidos intervenga no significa mucho menos que se vaya a implicar estrechamente con Nuri al-Maliki. Estados Unidos y Arabia Saudí han lamentado su falta de liderazgo y políticas sectarias. Sobre todo por no haber actuado con un gobierno de concentración efectivo en el mosaico que es Irak, construyendo alianzas entre chiíes y suníes, los dos grandes clanes políticos y religiosos de la región.

 Maliki despreció a los desheredados del sunismo radical -la guerrilla de Estado Islámico-. Ahora lo paga caro porque su Ejército es impotente para frenarlos. Como sucede en Siria, con Bachar el Asad, Maliki tampoco contrala la totalidad de Irak. En esta nueva crisis las fronteras levantadas tras la Primera Guerra Mundial quedaron pulverizadas.

Estado Unidos volvió a Irak no para convertirse en las Fuerzas Aéreas de Maliki sino para defender sus intereses y evitar que pueda producirse un genocidio. Barack Obama insistió en ello en Washington bajo la presión de las críticas republicanas por los errores acumulados en Irak.

En el campo de las nuevas operaciones, se produjeron dos fases de bombardeos en el norte de Irak. Participan aviones Hornet F/A 18 y drones -aviones pilotados remotamente-. Los ataques se están lanzando desde el portaaviones George W.H. Bush, situado a unos 1.000 kilómetros al sur, navegando en el Golfo Pérsico, donde se situó en el mes de junio en el plan de Chuck Hagel de observar la crisis antes de actuar.

Estados Unidos, que invadió Irak en 2003 y llegó a tener en ese país más de 120.000 soldados, completó en 2011 la retirada de sus fuerzas de combate. Mantiene ahora unos 700 militares, que en su mayor parte se dedican a la protección de su embajada en Bagdad y algunas oficinas cerca del aeropuerto internacional de la capital.

El Pentágono confirmó que en la capital del Kurdistán iraquí hay militares estadounidenses que trabajan en la coordinación y planificación de las operaciones. También se encuentra allí un consulado estadounidense. La crisis sigue abierta llevando a Barack Obama a cambiar sus planes. Intervenir de nuevo en Irak es sin duda para el presidente una frustración en su segundo mandato en la Casa Blanca.