El domingo por la mañana, mientras estábamos parados en la escalera que baja a la cabaña, sopló un viento muy fuerte. La bandera de Cuba que pusimos después del 11J, ondeó un largo rato. No solo nos dio tiempo a contemplarla, orgullosos, sino que pudimos buscar el celular y retratarla.
Entonces recordamos que estábamos en la víspera del 15N y que este lunes, por amor a nuestro país, nos uniremos a los cubanos libres de República Dominicana y marcharemos en solidaridad con Yunior García, con Archipiélago y con todos los compatriotas que hoy el régimen oprime.
Viví 33 años en Cuba y nunca participé en ningún acto de masas. Siempre logré escabullirme. Eso no quiere decir que juzgue a los que lo hicieron, porque la mayoría de las veces no te dejaban opción. Nadie nos ha pedido que acudamos el lunes a la plaza dominicana de José Martí.
Marcharemos por primera vez y no lo haremos ni siquiera por nosotros o por nuestros hijos, porque el destino ya nos puso en otra parte. Marcharemos por nuestros amigos que aún están atrapados en la isla y por sus hijos, que nacieron en un lugar sin acceso al futuro y donde no se respetan los más elementales derechos.
Cuando Cuba sea libre, estemos donde estemos, también nos habremos liberado de un oprobio que va con nosotros a todas partes. Solo por ese día, tenemos dos camisas blancas y dos banderas en el espaldar de una silla, esperando a que amanezca.