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LA VIDA SIGUE IGUAL

Llega Jon Rahm al Circuito Europeo cuando un amigo se va

El golf es lo que ocurre mientras nos distraemos con otras cosas. Pero esas cosas son las que dan sentido, las que interpelan, las que nos hacen volver a pensar en quienes pasan junto a nosotros, a veces muy cerca.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Si yo fuera Julio Iglesias en este momento, apagada la vela de un silencio, cantaría aquello de unos “unos que nacen otros morirán”.

Recibo en mi buzón el mail con la noticia de que Jon Rahm se ha inscrito en el European Tour. Unos que vienen.

Tintinea una entrada en whatsapp sólo para decirme que se ha marchado Cristóbal Jaenes; ¡qué pocas letras tiene la palabra adiós! Ha fallecido este compañero del Club. Otros que se van.

Entradas y salidas, holas y adioses, llantos de vida en el que nace y llanto estremecido por el que muere. Saludamos el primer latido y despedimos el duelo. Es ley de vida o ¿es ley de muerte?

Vamos con la primera: “Rahmbo”, disputará el WGC-Mexico Championship, que arranca este jueves en el Club de Golf Chapultepec, como miembro afiliado del Circuito Europeo.

En los 19 torneos jugados en el PGA Tour entre 2015 y lo que llevamos de 2017 ha pasado 17 cortes, haciendo doce Top 25, seis Top ten, un tercer puesto un segundo puesto y una victoria: Farmers Insurance Open. Es un recién nacido al golf que llora las alegrías de su victoria con sólo 22 años.

A punto de saltar al campo en México declara: “siempre he querido ser miembro del Tour Europeo y jugar la Ryder Cup, pero nunca imaginé que lo conseguiría tan pronto. Significa mucho para mí. Estoy muy emocionado y con muchas ganas de salir a jugar; la verdad es que estoy ilusionado con que éste sea mi primer torneo que cuente para el European Tour y espero hacerlo bien”.

Uno que viene.

Otro que se nos va. En mi Club hay un grupo de una veintena de jugadores que se autodenominan, con fino humor sevillano – el más joven de ellos frisa los 60 -, “Frente de Juventudes”.

El Frente de Juventudes tiene en mi Club una competición propia que llena cada temporada de septiembre a junio. Celebran su torneo quincenal los jueves y se acumulan los resultados como en un liga. Dos o tres veces al año disputan los partidos en un campo distinto. Van y vuelven en autobús.

Y tanto se juegue en casa como fuera, después de los 18 hoyos se juntan para comer, reír, hablar, a veces cantar y siempre hacerse mejores amigos cada vez. Por la tarde, unos juegan al dominó. Paco y Antonio se fuman un puro en la Terraza Oeste de la Casa Club hablando del Betis, transcendencia esencialmente pura.

Otro Paco, de caminar pausado y larga mirada, lleva al campo no pocas veces chorizo, morcilla y algo de vino extremeño que reparte entre los de la partida. José Luis saca las fotos. Rafa y Chema se encargan de la comida. Félix negocia condiciones con otros clubes.  Juan te hace olvidar un pena con un chiste enorme. Y Mariano, y Eloy, y Antonio y todos los demás lo pasan de miedo bajo la sutil dirección organizativa de Pepe y Andrés.

Son amigos: qué más decir.

Y uno de ellos era Cristóbal, que acaba de partir. Ya no veremos sus pasos por la hierba del campo. Ni su peculiar manera de jugar el putt con la cara del palo mirando a Utrera, su pueblo. Ni su certero approach. Ni su calculada astucia para acometer cada hoyo, que le mereció la victoria final del Frente de Juventudes en la temporada 2105.

Los últimos años se había acentuado su devoción rociera. Ya en Navidad, se pasaba por la mesa a la hora de comer vendiendo participaciones de lotería para aliviar al costo de la Hermandad. Se acentuaba la devoción y menguaba su aferramiento a cualquier cosa.

De hecho, su victoria de 2015, quedó a un golpe de no ser tal porque Cristóbal prefirió ir en busca de la Blanca Paloma antes que asegurar su triunfo: no jugó aquel jueves de mayo, y por tanto no sumó puntos. No sumó… aquí abajo.

Yo lo miraba un día y me pareció uno de esos hombres que se han echado la vida a la espalda, que llevan las contrariedades con un encogimiento de hombros y un sereno humor. Sí, unos de esos hombres sencillos que han alcanzado a entrever tras las nubes del cielo “esas marismas azules”.

Esta tarde las campanas de su parroquia de Utrera sonaban con el monótono toque de difuntos, que ya no se escucha en las ciudades más aglomeradas. Su eco más allá del firmamento se oiría como el de aquella sevillana:
“Tiempo detente,
Que es tan grande el consuelo
Que mi alma siente,
Que duren mi anhelos
Eternamente.”

¡Cielos, Cristóbal!: ¿quién hubiera podido ver tu cara esta tarde mientras se la cantabas a la Señora por encima del frío sol de este invierno?

Al menos dos mil ángeles utreranos habrán acompañado con sus palmas tu entrada en el campo infinito.

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