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Según mis consocios del Club de Golf ayer llovía mares. Para mí, se trataba solamente de una persistente niebla líquida. Para la mujer del tiempo de TVE, a quien pude escuchar por la noche con un combinado en la mano (yo, no ella), había caído tal cantidad de agua que al parecer tuvo que ser medida en galones y no en centímetros cúbicos.
Se ve que la afección sobre el ser humano del agua que cae del cielo es tan subjetiva como el color de corbata para una cena de gala, o como el diámetro de una pamela en una boda en Sevilla.
El caso es que ayer, después de una demora de media hora, fue finalmente suspendido en mi Club un torneo de la llamada Liga Sénior. Nadie en mi estirpe me puede tachar de insolidario. Lejos de mí despreciar las canas y las calvas. Los mayores tienen sus sitio en mi corazón y en la Sala de Estar de mi Club, para lo que tengan menester.
Pero, si uno convoca una competición de golf en un Club serio, de una ciudad seria, a una hora del todo formal como las 9:30 horas de la madrugada, sólo la invasión de los Hunos, un terremoto de 7,5 en la escala Richter como el de Caucete (Argentina) en 1977, o, lo que sería horrible, la aparición de mi tía Alicia en intempestiva búsqueda de un socio deudor justificaría un aplazamiento de una competición. Estos sí parecen motivos juiciosos para aplazar un compromiso tan formal como la cita de varias docenas de jugadores seniors – a quienes se levanta al amanecer de la cama – para disputar un torneo.
¿Liga Sénior? ¿De verdad? ¿No sería más acertado llamar a una tal reunión “Seniors Sin Fronteras? Sería una buena ONG de auxilio a jugadores que ante un poco de humedad atmosférica cambian los palos de golf por unas fichas de dominó. Vamos, si por unos cuantas gotas, 23 litros/hora arriba y abajo según la chica del tiempo, se aplaza un campeonato, ¿qué irán a hacer cuando nieve en Sevilla?
Ni que decir tiene que por un poco de niebla líquida un servidor no se sumó a la rendición. Valor y Compromiso deben figurar en la cabecera de mi árbol genealógico.
Los historiadores discuten sobre los orígenes de la caída del Imperio Romano. Para unos fue cosa de los políticos: ya se ve que siempre tiene que haber políticos a mano a quienes pasarles el muerto de la propia inercia. Para otros el motivo fue que los centuriones dejaron de tener hijos, y eso, vista la decadencia europea actual, podría ser un explicación plausible.
Pero investigaciones más recientes y fundadas, y desde luego más dignas de consideración, concluyen que el derrumbe del mayor imperio de la Edad Antigua se debió a que sus oficiales – generales seniors y resto de cadena de mando – se hicieron los longuis y no salían de sus tiendas a combatir cuando, como en mi Club ayer mismo, chispeaba un poco.
Claro, los llamados bárbaros, habituados a los chaparrones y al aguanieve de Centro Europa, comprendieron el grado de debilidad de sus enemigos y les atacaban con mayor fiereza y determinación los días de lluvia con brisa del Norte. ¡Ah, si César hubiera vivido entonces! ¿Qué hubiera dichos a aquellos generales y a estos seniors que creen que el fuego del hogar o el dominó les dará tranquilidad? Pues algo así como fere libenter homines, id quod volunt, credunt (“los hombres fácilmente creen lo que ellos quieren creer”).
En fin, ni que decir tiene que personalmente, fuera de la competición aplazada, con una pequeña patrulla de aguerridos seniors me hice a la mar – es un decir –, adentrándonos por la embocadura del hoyo 1 hasta completar un recorrido y finalmente exclamar “veni, vidi, vici”, o algo parecido.
Y es que las generaciones que vienen detrás también tienen derecho a ejemplos de cumplimiento y valor. Así lo ha debido entender la Federación de Golf de Madrid que ha organizado para los más pequeños dos actividades ejemplares. La primera es el I Campeonato Interescolar por Equipos.
La segunda es el campeonato Un niño, un libro, que se jugará el 20 de diciembre en el Centro de Tecnificación de la Federación de Golf de Madrid y en la que podrán participar alumnos de los 29 centros escolares adscritos al programa Golf en Colegios.
Gran desafío y también altruista, pues se ha pedido que cada niño lleve un libro que haya leído. Los libros, coincidiendo con la Navidad se entregarán a una ONG. Pues, querida Federación de Golf de Madrid, si les sobra alguno, por ejemplo Capitanes Intrépidos, envíenlo a mi Club para que mis Seniors Sin Fronteras ocupen los días de lluvia en algo más cultural y virtuosamente estimulante.