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El general Nathanael Greene fue figura insigne del levantamiento de la colonia americana frente a la metrópoli británica. A este prócer de la milicia se le atribuye la frase “we fight, get beat, rise and fight again”, que resulta especialmente poderosa como para afirmar todo un carácter e insuflar motivación de la tropa.
Esta consigna puede enmarcar en sus justos términos lo que ha sido el último torneo antes de los Playoff de la FedEx Cup.
Sabemos que las oportunidades de victoria en un torneo del circuito americano son escasas, entre otras razones, porque, como en las oposiciones a registrador de la propiedad, las plazas convocadas son una exigua muestra frente al número de aspirantes. ¿Qué hay? ¿Una treintena de torneos? Y ¿cuántos pueden entre exentos, clasificados e invitados concurrir a ellas en una misma temporada? ¿200? ¿300? Y ahora a pelear con los experimentados y ambiciosos.
Por eso la presencia en el top 10 de la última jornada de tres luchadores de la América hispana cobra un relieve significativo. Ahí teníamos al argentino Andrés Romero, al venezolano Jhonattan Vegas y al colombiano Camilo Villegas. Muchas veces han estado en la pelea, han caído, han resurgido y vuelven a las posiciones cumbreras con valor recrecido.
Los comienzos de la última jornada de Jhonattan Vegas, Camilo Villegas y Andrés Romero les llevaron a compartir la tercera posición de la tabla, aunque, eso es cierto, todavía no habían salido a jugar los líderes que lo harían uno minutos más tarde. Pero los principios son importantes y todo jugador sabe lo que anima ir -2 en el primer tercio del recorrido y totalizar -10, a dos golpes, sólo dos, de la cabeza.
Y luego aparecía un récord: Camilo Villegas con -6 en la primera vuelta – 4 birdies y 1 eagle – hacía la mejor primera vuelta de su carrera profesional. En ese momento y con todos los partidos ya en el campo lideraba la tabla con un -16 empatado con Heath Slocum, un norteamericano, seguro que buena gente, pero con apellido que suena a personaje malvado de El Señor de los Anillos.
Durante la segunda vuelta de esta septuagésimo quinta edición del Wyndham Championship en la cabeza de la clasificación todo se apretaba: Villegas no hacía birdies e incluso falló algún putt asequible; en compensación recuperó un mala salida que se fue al rough de la calle en el hoyo 13 haciendo un approach genial y un putt certero. Por ahí, en la cumbre, donde el aire es más limpio, aparecían Bill Haas y Nick Watney, quien, mientras Camilo sólo hacía pares, él se ponía en solitario en la cúspide al meter un imposible putt en el hoyo 11.
En los últimos hoyos, jugando siempre el colombiano antes que el estadounidense, logró empatar en cabeza. Y así fueron hasta que Nick Watney en el hoyo 14, cometió bogey dejando a Camilo Villegas nuevamente solo en lo más alto.
¡Qué cuatro hoyos finales para los que estaban en los primeros puestos! Pero la imagen con la que me quedo es la de Camilo relajado y sonriente tras su portentoso drive en el hoyo que cerraba el recorrido. Él había hecho su trabajo y solamente unos pocos de los que venían detrás – Slocum, Haas, Jacobson, Watney – podían descabalgarle de la primera posición.
Él no iba a bajarse: tendrían que derribarlo. El honor por el trabajo bien terminado presidía su porte desde la sede de su alma y serenaba las tortuosas angustias de meses sin resultado. Él era el campeón en Casa Club con -17. Desde ese momento se inauguraban minutos de fuertes emociones pues media docena de jugadores tenían posibilidades de empatar y forzar el playoff.
De los de arriba, el siguiente en llegar al hoyo 18 fue Bill Haas que con su -16 necesitaba el birdie para empatar: y no lo hizo.
Después llegó Heath Slocum, que también tenía que hacer birdie y que tampoco lo logró. Ya iban dos fuera. Con él llegaba Freddie Jacobson que ya venía con -17: el par le abría el desempate y el birdie le hacía ser nuevo líder en Casa Club. Lo que ocurrió es de libro de ficción o de fantasía colombiana: Jacobson dio tres putt y cometió bogey. Tercero en caer.
Y mientras, en el partido estelar el único rival vivo, Nick Watney se suicidó en la salida del hoyo 18 enviando la bola con el driver fuera de límites y quemando cualquier posibilidad: terminó con un insuficiente doble bogey.
Si antes citamos al general
Greene, ahora citamos una máxima de la Marina de similar ímpetu y que describe el partido del ganador: “pega primero, pega más fuerte y sigue pegando”. Y
Camilo Villegas,que había pasado en Casa Club 40 minutos de infarto, triunfó en el Wyndham por derecho propio, coraje natural y talento del grande.