El Circuito Europeo de golf se juega en Europa que, como todo el mundo, sabe se extiende a estos efectos hasta donde llegó Marco Polo. Aclaración para estudiantes de la LOGSE: Este Marco no tiene nada que ver con Ralph Lauren, salvo su dedicación al comercio, aquel con la seda, éste con la confección de prendas en algodón.

El último andén del Circuito Europeo está en una nueva estación verde que te quiero verde, toda ella rodeada de arena menos por el istmo de asfalto que la une con la ciudad donde, como un vigía del infinito, erecta y atenta, se alza la mayor torre del mundo, el Burj Khalifa (828 metros).

El norirlandés, Rory McIlroy ha ganado el DP World Tour Championship, en el recorrido de Jumeirah Golf Estates, torneo que pone fin a la temporada. La pizarra dubaití ha deparado guarismos maravillosos: Sergio García igualó el récord del campo (64 golpes) que incluyen dos eagles (dos golpes menos que el par del hoyo); pero, como diría un cuñado mío is not long the joy in poor’s home, o sea la alegría dura poco en casa del pobre y Justin Rose estableció un rato después el nuevo récord en otra cota casi imposible (62).

Además el ganador, McIlroy termina el año bastante alejado de la pobreza extrema pues al reciente contrato de patrocinio firmado con Nike (dicen que por 20 millones de dólares), sumaremos que su triunfo le sitúa en cumbre de la Orden del Mérito de Europa y América y se convierte en el segundo jugador de golf en lograrlo, después de que el año pasado lo obtuviera Luke Donald. Con esto se convierte en el que más dinero ha ganado con esta actividad en un solo año, título que poseía Tiger Woods, y que Rory ostenta desde 2012 con la cantidad de 9,2 millones de euros.

Pero el dinero no lo es todo, ni mucho menos para el que tiene tanto. Por eso McIlroy -que humildemente desea mejorar sus resultados el año que viene- ha jugado como los ángeles, en el supuesto improbable que estos espíritus puros practiquen el noble deporte: bastante tienen los angelitos con asistirnos para practicar el bien moral y encontrarnos – al menos a mí – un aparcamiento en el centro en hora punta.

Él mismo ha sido algo ángel con su colega y compatriota Shane Lowry:
¿Qué le pasaba a este jugador norirlandés? Pues que llegó pocho de su anterior cita deportiva -me parece que en Portugal- a causa de un malestar que no le apartaba del cuarto de baño, provocándole una severa deshidratación que le llevó al hospital ya en el emirato.

No necesito, me parece, ponerme escatológico para dramatizar el asunto, pues en la vida todos habremos pasado por situaciones menos serias pero igualmente desoladora en un viaje o de otro modo sin poder salir de la habitación menos honorable del edificio.

En el caso de este Lowry, la cosa no mejoró y como cuenta en su web el propio Shane esto fulminó sus deseos de terminar la temporada entre los 50 mejores del mundo con un buen resultado en Dubai: “Obviamente estoy destrozado… Es una gran semana y un gran evento, pero dada la manera en que me encuentro en este momento simplemente no hay manera de que pueda jugar. Honestamente, ni siquiera podía tenerme de pie en el tee de salida, ni mucho menos jugar 18 hoyos”.

Y en estas, el que a la postre sería el ganador y ya supermillonario, popular y novio de la tenista Carolina Wozniacky, en vez de centrarse sólo en su partido y en su fama, coge el Iphone y escribe un cariñoso tweet al, de nuevo, hospitalizado, Shane Lowry “Shout out to @shanelowrygolf… Hope you feel better very soon mate!” Es decir algo así como “nota para Shane Lowry…Espero que te sientas mejor muy pronto, colega!”
Sencillo, ¿verdad?

Y es que nos pasan dos cosas: llegamos en nuestros perjuicios a pensar que la gente que tiene dinero tiene que ser egoísta e intratable; lo cierto es que quienes no posean más información sobre lo ricos que una somera imagen de mi tía Alicia tienen toda la razón del mundo para pensar así, si salieron vivos de lance lo que no es habitual.

Pero fuera de esto carece de todo fundamento esta versión sobre la gente adinerada: en este segmento de la población el reparto de la virtudes es estadísticamente similar a otros. Por no hablar de mí, mencionaré las dádivas y entrega de mi prima Margarita y los apoyos a distintas obras de mi queridísima amiga y segunda fortuna de la provincia Trici.

El otro error que sufrimos los humanos es pensar que ser generoso es complicado, enrevesado y que al final hay que rellenar un montón de papeles de Hacienda o dar vueltas y vueltas con las palabras. Y, no: basta una sonrisa, un tuit de menos de cien caracteres, mirar a la cara y escuchar sereno o acercar con el coche a casa a ese compañero de juego que salió sin paraguas justo antes de caer la tormenta.

Si le quitas la soledad está bien; mejor si le das tu compañía ; ese parece ser el lema de este grande del golf, McIlroy que apenas tiene 23 años, buen humor y un corazón más grande que la isla que lo vio nacer.