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VINO Y ROSAS

Comienza el BMW PGA Wentworth Championship liderado por Johan Carlsson

El sueco ha hecho -6 en el primer día. Entre los nueve españoles que han salido, Eduardo de la Riva (-3) es el mejor clasificado. ¿Conserva Wentworth el glamour de nuestra juventud?

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Fue un año excepcional cuando la familia pasamos unos meses cerca de Wentworth. Tío Guillermo (en labores diplomáticas en Gran Bretaña), nos acogió en su propiedad de sesenta acres en East Horsley, en las estibaciones de Surrey Hills, a veinte minutos del campo de golf.

Andaba yo convaleciente de una rara enfermedad. Los médicos españoles decretaron reposo absoluto y ambiente campestre. Y allí nos fuimos con mamá, tía Gloria y la gloria de todas las primas: mi prima Margarita.

Para ser exacto, la más bella de todas las primas llevaba allí todo el curso en Woldingham School, “a Catholic boarding and day school for girls aged 11 to 18” decía la información del Colegio.

También añadía, traduzco: “su primera visita a Woldingham es inolvidable. La magia de Marden Park, con sus largas cimas arboladas y sus pendientes, se desenrolla para revelar la joya en su corazón: la escuela en su magnífica casa de campo, junto a instalaciones de educación de última generación y viva con la energía creativa de más de 400 niñas”.

Bueno, a la mejor de estas “creativas” criaturas, a Margarita, la llevaba allí diariamente el mecánico con el coche de tío Guillermo,  pero “me” la traía de vuelta para la hora del té.

Así disfrutamos un día tras otro con paseos entre robles, prados de verde hiriente, sándwiches de pepinillo, platos de brócoli, fuego en la chimenea en pleno mayo y esas cosas que deben curar hasta el hipo, con tal de volver a España.

Pero yo no deseaba volver, lo confieso. Eran días de vino y rosas, si me entienden. Cuando llegaba junio empezaba la temporada alta de golf y, como estrella principal el  Wentworth Championship.

Tío Guillermo, naturalmente, era socio del exclusivo Wentworth y pude acompañarle pero no a jugar. Yo me quedaba estudiando o escribiendo en la magnífica biblioteca mientras mi tío hacía unos hoyos.

Luego yo me tomaba un mosto, sin alcohol con él y sus socios ingleses, que bebían un Traditional Martini o Wentworth Sunrise sentados en el cuero verde de un chester del Burma Bar. Allí exageraban sus golpes de ese día, mientras dejaban caer alguna aceituna sobre la alfombra rallada. Eran días de vino y rosas, ya digo.

Sin embargo no pude asistir al Wentworth Championship pues el médico había dicho reposo absoluto.

Y “reposo absoluto” en el idioma de mamá, de tío Guillermo y de tía Gloria era un modo civilizado de significar confinamiento sin redención. Una cosa, decían, es un leve paseo hasta el lago de la finca para echar pan inglés a las ocas – o lo que fueran aquellos palmípedos blancos –  y otras las agotadoras jornadas llenas de emoción siguiendo a los jugadores por el fairway.

.- De eso nada, querido – me decía mamá – iremos y te lo contaremos, pero tú a tu lectura, a los discos y a ponerte gordo y fuerte, mi niño.

Y así fue como nacieron estos sentimientos encontrados en lo que toca a uno de lo mejores clubes de golf del mundo. No vi a los jugadores. Pero en cambio, al atardecer, en la sala de la chimenea, Margarita me desgranaba los detalles.
Siempre me admiró aquella facilidad que tenía y ha conservado para observar los detalles y darles palpitante vida.

Ahora todo ha cambiado. No es que seamos mayores, es que hasta el propio Wentworth Club, como ya explique en estas páginas, pasó en 2015 a manos del Reignwood Group – chino por origen, sede y capital – que exigió a los socios una derrama de 100.000 libras y elevó las tasas anuales por encima de las 20.000 libras anuales.

La mansiones de alrededor, que dan caché al entorno, se han llenado en lo últimos años de gente del cine, de la música pop, de comerciantes orientales de todo a 10 peniques y de genuinos mafiosos de las apuestas. Gente forrada que puede acceder  a ser socio con sólo abonar la ridícula para ellos cantidad de 125.000 libras. Directamente socios por pasta y no por manners.

A ellos como público objetivo, pensaban los antiguos socios, se dirigían esas medidas financieras. Lo cierto es que la reacción de la propiedad quiere reafirmar lo contrario y ha comunicado que la  “nueva estructura ofrece una oportunidad exclusiva para unirse a una comunidad multi-generacional (sic) de personas con ideas afines, para crear un "hogar lejos del hogar" para usted y su familia.

Para que coincida con nuestra nueva estructura de membresía, invertiremos un monto inicial de £ 20 millones para mejorar las instalaciones para diciembre de 2018.

Nuestra visión es asegurar que Wentworth Club se convierta en el mejor golf y club de campo privado del mundo”.
Ojalá sea así. Pero de momento en el Wentworth PGA Championship, flagship del circuito europeo, sólo se han inscrito 4 de los 20 mejores del mundo: Henrik Stenson, Justin Rose, Alex Noren y Tyrrell Hatton.

Y, también por el momento, después de los primeros 18 hoyos la clasificación la encabeza un sueco con selvas de pelo que desbordan su casco-gorra: Johan Carlsson. Seguro que si mi tío viviera y no hubiera vendido su finca en Surrey, diría que este sujeto parecía un tenebroso vikingo cosechador de cabezas civilizadas.

No voy a viajar a Wentworth. Probablemente no es posible regresar a los días de vino y rosas. También probablemente nunca olvidaré cuando Margarita y yo nos inventamos el  “worthonian”, un idioma hecho de palabras mitad español, mitad inglés, para decirnos nuestras confidencias.

Tomñana nos seemos at misme plagar.
 

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