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VOLÓ SU GOBIERNO

Benjamin Netanyahu, la aventura de imponer el Estado judío en Israel

Cesó a sus ministros de Finanzas y Justicia, Yair Lapid y Tzipi Livni. No ganó la guerra de Gaza ni la paz de los escombros. Fin a la coalición de 68 diputados en una frágil Knesset.

Hechosdehoy / Juan-Fernando Dorrego Tíktin
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Benjamin Netanyahu voló su gobierno. Es el desenlace en Israel de la nueva aventura política, la más peligrosa aún, de su primer ministro. Piensa que el Estado judío es la prioridad en lugar de construir la paz y dos Estados en el agitado corazón de Oriente Medio. La ley de Nacionalidad, que define al Estado de Israel como Estado judío o el Estado nacional del pueblo judío, encendió la polémica y precipitó la tensión y el choque.

Benjamin Netanyahu cesó a sus ministros de Finanzas, Yair Lapid, y de Justicia, Tzipi Livni, en lo que fue el primer movimiento para disolver la Knesset (el Parlamento de Israel). Acabó así con la coalición que gobierna Israel desde principios de 2013, con una mayoría de 68 diputados en una Cámara de un total de 120.

La ley de Nacionalidad –que ha propuesto y está en el centro de esta crisis política en Jerusalén- busca cambiar la Ley Básica de Israel en lo que sería imponer una Constitución radical. Supone además una huida hacia adelante de rendición ante la extrema derecha política y religiosa.

El cálculo de Benjamin Netanyahu -y son las encuestas que maneja-  persigue una mayoría absoluta con la unión del Likud, Hogar judío (Casa Judía) e Israel Beitenu, los defensores de la ley de Nacionalidad. De forma significativa de lo que representa y supone el carácter de esta ley, los diputados del Likud y de los partidos nacionalistas exigen que el hebreo sea la única lengua oficial del Israel, negando de esta forma al árabe que ha sido idioma cooficial durante más de seis décadas.

En las voces más firmes de la denuncia de este grave paso ha estado la de la cesada ministra de Justicia, Tzipi Livni, quien ha advertido del peligro de que los árabes de Israel, que representan un 20% de la población, sean discriminados o se conviertan en ciudadanos de segunda. En la gran controversia está también el rechazo a una iniciativa que anteponga el carácter judío del Estado al democrático.

El ministro de Finanzas, Yair Lapid, ha tenido el mismo coraje que Tzipi Livni en advertir a Benjamin Netanyahu de su aventurerismo político con leyes racistas. El choque personal de Netanyahu y Lapid -en un tenso encuentro personal entre ambos en Jerusalén según informaciones de Hechos de Hoy– precipitó esta seria crisis.

A una compleja agenda política en 2015 en Oriente Medio se unió la de elecciones que serán muy críticas. Por un lado, está la opción de impulsar el proceso de paz y políticas activas a favor de la educación, la salud y la ayuda social. Por otro, la elección de la retórica nacionalista y el extremismo, con un proyecto que podría convertir a los árabes israelíes  -junto con otras minorías étnicas- en ciudadanos de segunda, Tendrán derechos individuales pero no colectivos.

"No podemos aceptar que el carácter judío del Estado preceda al carácter democrático del mismo", ha sentenciado Tzipi Livni. Fueron a la vez palabras de pesadumbre, alarma y tristeza al visitar el colegio judío-árabe de Jerusalén en el que una de sus clases fue quemada por radicales, los judíos israelíes que se oponen a la coexistencia con los árabes. ¿Qué futuro para la única democracia de Oriente Medio?

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