De entrada, Elon Musk ha conseguido su objetivo. Un puñetazo sobre la mesa (de millones de dólares) para hacerse con el control de la red social de culto, Twitter. ¿Buena o mala noticia? De entrada. muchos temores.
Elon Musk, ¿es un ser humano o un extraterrestre que aterrizó en la Tierra? Es más que un chiste o una pregunta retórica.
Se convierte, como otros multimillonarios de la tecnología, en un peso pesado de los medios de comunicación. O más bien de los nuevos medios de comunicación, porque a diferencia de Jeff Bezos, fundador de Amazon, que compró en 2013 uno de los dos periódicos históricos de Estados Unidos, The Washington Post, por 250 millones de dólares, y del fundador de Salesforce, Marc Benioff, que compró en 2018 la revista Time por 190 millones, el fundador y CEO de Tesla y SpaceX se ha hecho con un medio novedoso (frágil y fuerte) como es la red social de Twitter.
En la actualidad, Twitter tiene más de 80 millones de seguidores y suma más de 217 millones de usuarios activos en todo el mundo. El objetivo declarado del actual equipo directivo de Twitter había sido hasta ahora de alcanzar los 315 millones de usuarios para finales de 2023
La junta lo aprobó por unanimidad
Twitter ha aceptado al final la oferta de Elon Musk que el magnate estadounidense ha lanzado sobre la red social.
Musk ofrecía 54,2 dólares por acción, lo que valora la compañía en unos 44.000 millones de dólares, lo que supone más de 40.000 millones de euros al cambio actual.
Según los detalles proporcionados sobre el acuerdo, la junta directiva lo ha aprobado por unanimidad y se espera que llegue a término tras la luz verde de los accionistas, los reguladores y otras condiciones habituales.
El consejo de Twitter estuvo reunido durante la madrugada del lunes con Musk para tratar de alcanzar un acuerdo. Lejos queda el enfrentamiento que siguió al anuncio de la operación por parte del fundador de Tesla, que calificó la oferta presentada durante el Jueves Santo como la “última” por la compañía.
El consejo de Twitter, por su parte, reaccionó activando las llamadas píldoras envenenadas, un mecanismo con el que cuentan algunas empresas estadounidenses para tratar de protegerse contra un intento de compra hostil, mediante la emisión de acciones a muy bajo precio que pueden ser adquiridas por cualquier accionista menos el opante y así se diluya su poder. Pero finalmente todas estas hostilidades no han sido necesarias.
Las acciones de Twitter reaccionaron a la noticia con optimismo. Ya antes de la apertura del mercado, en la poscontratación de Wall Street, los títulos subían más de un 4%. Al cierre de los mercados europeos, las alzas eran superiores al 3,5%, hasta los 50,8 euros por acción. A estos niveles, los títulos se encuentran aún un 6% por debajo del precio que oferta Musk, cuya intención es excluir de negociación la compañía cuando tome el control.
“Quiero hacer Twitter mejor que nunca al potenciar el producto con nuevas características, convertir los algoritmos en fuente abierta para incrementar la confianza, vencer a los ‘bots’ de ‘spam’, y autentificar a todos los humanos”, indicó el magnate.
El cambio de actitud de Musk ya llegó la semana pasada. Pasó de calificar a su oferta sobre Twitter como “la última” a abrir la puerta a una negociación con el consejo de la compañía en una carta que remitió al regulador estadounidense de los mercados, la SEC, donde daba cuenta de los detalles de la financiación de la oferta. En concreto, Musk afirmaba contar con 46.000 millones de dólares para la operación.
De esta cantidad, la mayor parte, 33.500 millones, la aporta el propio Musk, con 21.000 millones en capital y 12.500 millones en préstamos respaldados con sus propias acciones de Tesla.
El mercado especula que para recabar estos 21.000 millones el magnate se verá obligado a vender una parte de sus acciones de Tesla, que suponen un 16% del capital social.
También baraja entablar un acuerdo con algún gran fondo de capital riesgo que aporte el dinero necesario.
Musk también ha alcanzado un acuerdo con un conjunto de bancos de inversión, capitaneados por Morgan Stanley, para que aporten los 13.000 millones restantes. Esta deuda, que colgaría de la propia Twitter en una operación clásica de buyout, se divide en varios tramos: dos emisiones de bonos, de 3.000 millones cada una, un préstamo sindicado de 6.500 millones y una línea de financiación RCF de 500 millones.
Junto a Morgan Stanley también trabajan en este paquete de financiación BNP Paribas, Bank of America, Barclays, MUFG, Mizuho y Société Générale.
Musk emergió a inicios de mes como nuevo accionista de Twitter con una participación del 9%. El magnate -que además de ser dueño de Tesla es propietario también de Space Exploration Technologies Corp- afirma que con la opa busca aflorar “el potencial” que ve en la red social, a través de un giro en la política corporativa de la empresa que fomente “la libertad de expresión”.
Las dudas y las incertidumbres
Todo ha suceddo en un mes. El CEO de Tesla y SpaceX ha pasado de ser uno de los mayores accionistas de Twitter a comprar la compañía. Según los términos del acuerdo, los accionistas recibirán 54,20 dólares en efectivo por cada acción de Twitter que posean.
"La libertad de expresión es la base de una democracia que funcione, y Twitter es la plaza pública digital donde se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad. Twitter tiene un enorme potencial; espero trabajar con la empresa y la comunidad de usuarios para desbloquearlo", la primera declaración de intenciones de Musk.
"La junta directiva de Twitter llevó a cabo un proceso reflexivo e integral para evaluar la propuesta de Elon con un enfoque deliberado en el valor, la certeza y la financiación", dijo el presidente de la junta independiente de Twitter, Bret Taylor calificando el acuerdo como "el mejor camino a seguir para los accionistas de Twitter".
Atención al gran temor que hay, tras confirmarse esta venta de Twitter a que se pueda significar revertir parte del trabajo de la plataforma para frenar el discurso de odio, la desinformación, el acoso y otros contenidos dañinos.
Musk podría restaurar la cuenta del expresidente Donald Trump, que fue eliminada a principios del año pasado por violar las políticas de Twitter contra la incitación a la violencia tras la dramática ocupación y asalto del Capitolio. Seria preocupación a su impacto em las próximas elecciones presidenciales estadounidenses de 2024.
Aunye Twitter es más pequeño que algunos rivales de las redes sociales, tiene una gran influencia en los mundos en línea y fuera de línea porque es utilizado por muchos políticos, figuras públicas y periodistas, y en ocasiones ha actuado como modelo para otras plataformas sobre cómo manejar el contenido dañino.
No hubo un caballero blanco para frenar el desembarco y compra de la compañía. Indudablemente se pone fin a una década de caos en Twitter como empresa pública, a la pugna de directores generales, y al intenso debate por impulsar el crecimiento y monetizar con éxito su influyente base de usuarios.
No es una cuestión menor. Es bien cierto que Twitter tiene un propósito y una relevancia que impacta a todo el mundo. ¿Va respetar Musk el serio trabajo realizado y el rigor y la reputación de la red?