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TERCER DÍA EN TEXAS

Webb Simpson (-9) lidera con seriedad el Dean & DeLuca

Jon Rahm (-5) y Sergio García (-4) tienen opciones. Han pasado una jornada regular y ahora toca pedalear con más ahínco y más acierto. Es posible para ambos.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Resulta extremadamente difícil hacer buena tarjeta con un pantalón de color morado. Y al filo de lo imposible si además tiene brillos o irisaciones. Esa es la razón de la marcha penosa de Sergio García en la tercera jornada del Dean & DeLuca Invitational que se juega en Fortworth, Texas.

Hay quien piensa que el castellonense está muy bien, pero que aún flota en la nube de su gran éxito del Masters. Otros piensas que aquello fue un espejismo y que no tiene consistencia para lo que queda de temporada.

En mi opinión unos y otros están errados. Sergio García es un consistente jugador que ya tiene asimilado su triunfo en Augusta y asumido su roll de líder. Pero lo mismo que Herodes cayó rendido ante el encantador baile de Herodías – con trágicas consecuencias para el apóstol Juan -, así el español ha debido quedar cautivado por las sugerencias de alguien con trastorno de reconocimiento cromático.

Ya les conté que tengo un amigo que suele decir: “¡qué sería de las personas de mal gusto si no existiese el amarillo!”. Desde luego es opinable esa  sentencia. Pero si han visto cómo cubría sus piernas Sergio García reconocerán que alguien no le quiere bien.

En un primer momento pensé con toda lógica que, tras una noche de copas y francachela con su amigo Ian Poulter, éste le habría presentado a su sastre. Pocas personas como este inglés y su sastre para elegir colores y combinaciones que son una patada en el ojo. Pero Poulter no está en Texas.

Descarto, así mismo, que la mala influencia venga de su reciente esposa Angela Atkins. La periodista no tiene el glamour y buen gusto de una Audrey Hepburn, pero desde luego no anda falta de finura y discreción. Podría reprochársele que haya dejado salir de casa al de Castellón con un pantalón color pancarta de Podemos.

Pero seamos comprensivos: los dos son mayorcitos y una esposa tiene más cosas que hacer que estar pasando revista cada mañana a un esposo antes de que abandone el hogar conyugal.

Así, que descartado lo obvio – el sastre de Ian Poulter y la periodista moderna – hay que ir a lo pragmático, al dólar, a la pasta, al patrocinador: Adidas. La marca alemana podría haber desviado su estilo de los cánones europeos en cuestión de indumentaria de golf para competir con su rival más directo, Nike. Y puestos a llamar la atención, nada como un color morado rodeando posaderas, muslos y pantorrillas de un deportista de élite:  es un reclamo de magnitud 10 sobre 10. Si es así, parece claro que no han deparado en que también distrae al golfista. En fin, sigamos porque la vida sigue.

El mismo Jon Rahm, con el mismo patrocinador hizo par en la tercera jornada, para totalizar -5, a cuatro golpes del líder con una jornada por terminar. En su caso podría pensarse que el color rosa del polo y del cinturón le habría impedido hacer más birdies. Pas de tout, que dicen en Francia.

El polo rosa, con cinturón a juego y un pantalón blanco no sólo no distorsiona el swing, sino que aporta armonía: una bella socia argentina de mi Club y yo jugamos de compañeros. Resultado: Premio a la Elegancia que otorga una conocida marca de coches de lujo; estábamos guapísimos, como reconocieron público y crítica.

Pero si estás en el Dean & DeLuca Invitational, en Texas, chico-por-favor, ponte algo serio para competir; no sé, algo así como un polo a rayas violeta oscuro y blanco con pantalón negro y gorra a juego. O sea lo que vestía Webb Simpson que con -9 lideraba con serena autoridad la tabla.

El americano, natural de Raleigh (Carolina del Norte), manchó su tarjeta con un solitario bogey en el hoyo 8, pero la cubrió de resplandor con cuatro birdies en los hoyos 1, 10, 11 y 12.
Su aspecto tímido, todo elegancia, podría engañar a los incautos, pero Webb Simpson – nada que ver con los horrorosos personajes amarillos de lo dibujos animados – esconde un tesoro de buen juego.

Estuvo desaparecido de las ceremonias de entrega de premios, pero no olvidemos que entre los años 2010 y 2012 fue una amenaza global para sus competidores, ganando ese año el  US Open. Y ha vuelto.

Nada está terminado. Esperemos que Sergio García (-4) , octavo, y Jon Rahm (-5) sexto – adecuadamente elegidos los colores de su indumentaria – metan presión en la última jornada, la del domingo, al serio líder Webb Simpson (-9).

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