Punto de arranque en Kiev que puede poner fin a una larga y reciente historia atormentada. Polonia y Alemania, a la cabeza de la Unión Europa, lograron que hubiera elecciones en Ucrania pese al recelo, y abierta hostilidad de Rusia.
En los comicios sucedió lo mejor con una victoria contundente de Petro Poroshenko (oligarca para unos o magnate del bombón para otros) que asume con urgencias el poner fin a combates y pacificar el país, así como escuchar las reivindicaciones en zonas del este, las áreas prorrusas en las que el Kremlin atizó las pasiones tras su golpe relámpago para la anexión de Crimea a la Federación de Rusia.
Las vísperas de esta toma presidencial fueron importantes. En los emotivos y solemnes actos de Normandía, Vladimir Putin cruzo breves palabras con Petro Poroshenko. Angela Merkel actuó como muñidora tanto de este encuentro como el que tuvo Vladimir Putin con Barack Obama. El objetivo es el reconocimiento de Moscú a la sucesión de Víktor Yanukóvich.
En la toma de posesión del nuevo presidente en Kiev, Rusia estuvo representada sólo por el embajador en Ucrania, Mijaíl Zurábov, quien fue retirado por el Kremlin tras los disturbios de febrero. Al acto han asistido el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden; el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el ministro de Exteriores de Francia, Laurent Fabius, entre otros dirigentes.
Se abre ahora la primera prioridad, la de lograr un alto el fuego efectivo y general sobre disturbios, enfrentamientos y acciones armadas. Supone una prueba para la autoridad del nuevo presidente, pero reto mayr y más importante para Vladimir Putin, implicado, como explicó Hechos de Hoy, en todas las enormes tensiones que han sacudido a Ucrania tras el derrocamiento de Víktor Yanukóvich.
El encuentro con Obama en Varsovia
