La neutralidad de la Corona y la reflexión de los partidos políticos es la lección de un año prácticamente de parón político en España, una situación que ha desconcertado en la Unión Europea y causó asombro -por no decir también rechazo- en América Latina (ver en Hechos de Hoy, Viva España, un día de elogio al diálogo de Fernández y Rajoy).
Ha sido la prueba de fuego para el Rey Felipe VI. Sólo su convicción de que a esta crisis se le pondría poner un punto final en base a escuchar y reflexionar alumbró un escenario decisivo.
Se avanza a un Gobierno en minoría, tras una abrumadora mayoría absoluta del Partido Popular (PP) y a un modelo que requerirá diálogo, capaz de cesión, convivencia y respeto, y sobre todo cohabitación entre un modelo bipartidsta (PP y PSOE) y multipartidista (con la llegada en firme de Ciudadanos y Podemos).
La característica de este nuevo ambiente es la discreción, que son notas comunes a Mariano Rajoy (PP) y a Javier Fernandez (PSOE). En los corrillos del Palacio Real en la Fiesta de la Hispanidad, el 12 de octubre, la Fiesta Nacional de España, la impresión de que el Rey encargará el martes 25 a Mariano Rajoy exolorar un Gobierno en minoría. Y la certeza igualmente de que el PSOE, bajo la dirección de Javier Fernández, no pondrá trabas y se pronunciará por la investidura.
En los corrillos en el Palacio Real, en la recepción ofrecida por el Rey, el elogio a su templaza y la constatación de la derrota de los duros en el PP y en el PSOE. Los primeros buscaban la humillación del PSOE con terceras elecciones. Los segundos exigían la ruptura de la centralidad y el giro brusco a la izquierda radical e independentista,
En el programa de Ana Rosa, Javier Fernández resumió los desafíos de forma magistral: No utilizar el caso Gürtel para “construir una barricada ética, moral o de los buenos” que le “impida hablar con los malos” del PP, porque esos malos “tienen ocho millones de personas que les han votado”.