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UN SISMO EN MADRID

Pedrojota Ramírez, el legado de la soledad y la grandeza del periodismo

Relevo en el diario "El Mundo" en un acontecimiento político y editorial. Casimiro García-Abadillo sucede a Pedro José Ramírez, el director carismático que deja profunda huella.

Hechosdehoy / Juan-Fernando Dorrego Tíktin
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Pedro José, Pedro J. Ramírez Codina (Logroño, 26 de marzo de 1952) , más conocido como Pedrojota, deja, como es lógico, la dirección de El Mundo. No es ninguna noticia sorprendente. Lo increíble y meritorio es que haya sido el director más longevo del periodismo español y europeo, con una influencia (mediática, política y social) de primer orden desde un primer momento.

Formado en la Universidad de Navarra, la Escuela de Periodismo que llevó el sello de Antonio Fontán, el alumno mimado y con razón de grandes profesores -y soy testigo de ello-, Pedro tuvo un gran director primero en La Actualidad Española que dirigió José Luis Cebrián Boné, y luego en ABC. Allí, con la misma sabia dirección de Cebrián, el director de mano de hierro en el momento crítico de la casa de la familia Luca de Tena (hoy el diario de cabecera de Vocento), Pedro acuñó la doble plana de su crónica política de gran trazo, que convirtió en excelente en El Mundo.

Al final de sus estudios en Pamplona tuvo la oportunidad de ejercer en el curso 1973-74 como profesor de Literatura Española Contemporánea en el Lebanon Valley College (Pensilvania). En 1996 esta institución le nombró doctor honoris causa. Aquella experiencia le marcó muy profundamente a Pedro porque le asomó a la emoción de la historia, que le sedujo y cautivó, y quedó atrapado por el amor y defensa de la libertad y la independencia.

En ABC no le fue fácil la vida porque sus análisis dominicales levantaron muchas ampollas en los momentos agitados y apasionantes de la Transición. Con 28 años accedió a la dirección de Diario 16. En 1989 fue cesado en la tormenta de la trama entre el grupo terrorista GAL y el Gobierno de Felipe González. El pulso firme de Pedro y su búsqueda de la verdad le pasó amargas facturas que a otras personas sin su coraje y determinación le hubieran doblado. Con él no fue así.

En octubre de 1989 fundó El Mundo, El Mundo del siglo XXI. Fue su director y pilar desde un primer momento. Asumió la soledad profunda que supone la dirección con momentos de gloria e influencia, exclusivas de primer orden, relato brillante y apasionado, y éxito de ventas. En el mundo anglosajón, siete años son un periodo largo que mide las etapas en un escenario donde se valora a las personas por sus fracasos y su capacidad de superación.

Pedro ha superado con creces todas las marcas. Él mismo siempre supo que la dirección de un periódico supone un enorme desgaste que se lleva por delante la vida personal, amigos y la estabilidad emocional. Reducir su salida de la dirección de El Mundo a una lucha política, de vencedores y vencidos, o de cerco de La  Moncloa (sea quien sea su inquilino), es querer escribir una historia sin luces largas. En crisis está la Empresa Informativa como se conoció en el siglo XX. En su época de extaordinario auge tuvo un retorno inmediato de la inversión como no se produjo en otros campos de la actividad industrial. Una Empresa Informativa no es una fábrica de galletas sino de ideas y sus mimbres son sensibles porque tienen corazón y sentimientos, sufren y padecen, y se emocionan.

Unidad Editorial, una empresa hoy de capital italiano, tiene enormes dificultades. Las mismas que llevaron a la familia Graham a entregar por unos millones de dólares a Jeff Bezos la joya de The Washington Post sabiendo que Barack Obama estaba más atento a algunos blogueros de San Francisco que a los editoriales del diario de la capital. Pedro jugó duro contra el poder, el que fuera, porque buscó la verdad que no es complaciente con los intereses de quien intenta medrar al margen de lo justo, lo legal y lo ético.

Amado y odiado en la vida real, querido y rechazado con la misma fuerza en la virtual, en Twitter, su nuevo territorio comanche, Pedro puede tener la tentación de abrir con más pasión ahora su amor profundo por la historia -que es la profesión que ha ejercido y ejerce de manera exacta- o comenzar una vida en el escenario digital. Su época en el papel, lo impreso, el mundo de los viejos tigres, la cierra con el máximo honor. La misma gloria que tuvo Manu Leguineche como reportero independiente, Pedro la vivió como el mejor director. No hay duda de ello.

Me alegro que en el día de escribir su final de etapa en la dirección de El Mundo -la excusiva que un día sí y el otro también ha presidido desde hace meses las comidillas políticas de Madrid (los llamados mentideros de la capital)-, Juan Araluce, que es el presidente del Consejo Editorial de Hechos de Hoy, haya escrito sobre la encrucijada del periodismo. Es en la que se encuentra Pedro que, como no podía ser de otra forma, es desde el miércoles uno de los trending topic de Twitter, su escenario natural.

Pedro y el periodismo

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