Los ingredientes
– 2 pechugas de pollo de 200 gramos cada una
– 6 cucharadas de coñac
– 2 cucharadas de salsa de soja
– 2 cucharadas de aceite
– 1 cucharadita de Maizena
– 1 1/2 vasos de vino tinto
– 1 cucharadita de hierbas de la Provenza
– sal y pimienta
– 1 cucharada de jalea de grosella (optativo)
– 8 tomates cereza
La preparación
Lavar las pechugas, secarlas con papel de cocina y aplastarlas bien. Colocar en una fuente honda y regar con el coñac y la salsa de soja. Dejar marinar durante una media hora.
Precalentar el horno a 180 °C. Sacar la carne de la marinada y guardar esta. Secar las pechugas de nuevo con papel de cocina. Calentar el aceite en una sarten antiadherente y freir las pechugas hasta que estén bien doraditas.
Sacar de la sartén, envolver en papel de aluminio y meter durante 10 minutos al horno. Aproveche para asar al mismo tiempo los tomatitos haciéndoles una cruz con un cuchillo afilado en la parte superior y salpimentándolos.
Echar un poco de la marinada en un cuenco y mezclarla con la Maizena.
Echar el resto de la marinada en la sartén en la que se han dorado la pechugas. Agregar el vino tinto y las hierbas, sal y pimienta.
Añadir la Maizena y remover enérgicamente para que no se formen grumos. Una cucharadita de jalea de grosella le da el toque definitivo a la salsa.
Sacar las pechugas del horno, quitar el papel de aluminio y añadir el juguito a la salsa. Remover bien y verter sobre las pechugas.
Sirva cada pechuga con un poco de arroz blanco y regado con la rica salsa.